Adiós...

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—¿De qué estás hablando, mi amor? Nunca podría llegar a mentirte — señaló a Jacob—. ¿Qué le dijiste a mi hija, cretino?

—La verdad y nada más que la verdad, suegrito — sonrió, encogiéndose de hombros.

—¡Deja de ser tan descarado, papá!

—Cora, mi amor, hablemos tú y yo a solas, ¿sí? Lo que este tipo te haya dicho, es mentira. Por favor, cree en mí.

—Bien, hablemos — accedí, aferrándome de la mano de Jacob—, pero mi esposo se queda con nosotros.

—Tu esposo es un vil mentiroso y un maldito estafador.

—¿Y tú qué eres entonces? ¿Acaso no me mentiste y, de paso, me vendiste como si me tratase de un objeto? Cuéntame, ¿qué tipo de padre le haría eso a su propia hija?

—Lo estás viendo de una mala manera, mi amor — sacudió la cabeza—. No te vendí ni mucho menos te dije mentiras. Fue un trato que él mismo propuso y yo acepté.

—¡Ya no más! — exploté—. ¡Sé la razón por la que me ofreciste! Déjame decirte que me siento muy decepcionada de ti y de mamá. No puedo creer que hayas jugado con el rumbo de mi vida como si no valiera nada y que ella te hubiera encubierto las espaldas y, en lugar de protegerme a mí, se fuera de tu lado para que tú vieras el gran amor que ella siente por ti. ¡A ustedes lo único que les importa es el maldito dinero y seguir jugando hasta que no puedan más!

—Hija...

—No me vuelvas a llamar así. Dejaste de ser mi todo en el mismo instante en el que me vendiste por tu propia satisfacción y atreviste a mentir en mi cara — mi voz se quebró—. No te importa nada más que seguir alimentando tu maldita adicción, ¿no es así?

—¿D-de qué estás hablando, mi amor?

—Ya no sigas fingiendo, no es necesario porque ya sé la verdad detrás de toda la farsa que montaste.

—Cora, déjame explicarte. Las cosas no son así. No creas en lo que dice este hombre. Soy tu padre, ¿cómo crees que voy hacer tal cosa a mi hija? Eres uno de mis más grandes tesoros y sufro con el hecho de que hayas caído en manos de un maldito estafador.

—Ya veo — hice de tripas corazón y suspiré—. ¿Cuál es la verdad detrás de todo esto? Tienes una sola oportunidad para que me digas ahora mismo y mirándome a los ojos, lo que es falso y lo que no. Quiero escucharte, no me hagas odiarte más de lo que ya lo hago.

Presionó los labios sin dejar de mirarme directamente a los ojos. Por más lágrimas que brotaran de sus ojos, no podía sentir ni un poco de compasión. Recordé que así estuve yo frente a él, llena de lágrimas y suplicando para que no me obligara a casar con un desconocido, aún así, a él no le importó y hasta último momento se mantuvo firme en una decisión que tomó a su conveniencia.

Mientras esperaba una respuesta de su parte, miré a Jacob, quien me sonreía ladeado sin dejar de sostener mi mano. Aunque se ha mantenido en silencio todo este tiempo, su mirada me dice que está a mi lado y que no va a soltarme en ningún momento. No necesito de palabras para saber lo que su mirada me está tratando de decir.

—¿No vas a decir nada?

Muy en el fondo, esa parte que no quería romper ese lazo con mi padre, estaba dispuesta a creer en su versión, después de todo, era la persona en la que más confianza y fe tenía en este mundo.

—El trato que hicimos fue claro y justo; Cora a cambio de mis propiedades y mi empresa, pero tu esposo lo rompió al dejarme en la calle y sin un solo centavo en el bolsillo — sus palabras fueron como cientos de cuchillas afiladas incrustándose en el centro de mi pecho sin compasión—. He venido a que me devuelva todo lo que me pertenece, incluyendo a mi hija.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora