Bella farfalla

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Entrar a esa cabaña fue como haberme transportado a un mundo que desconocía y que nunca había cruzado por mi mente como una posibilidad de ser libre. La cabaña era pequeña y el frío se percibía tan pronto uno cruzaba la puerta.

En medio del salón se encontraba sujeto a unas cadenas gruesas por los pies, desnudo y cubierto de sangre. El olor que provenía de él era asqueroso, quizá por la misma sangre, el vómito o esa comida podrida que había en sus alrededores. Jamás imaginé verlo de esa manera tan vulnerable, asquerosa y patética, pero se veía tan bien. No lo podía negar. En cuanto sintió que alguien había entrado, levantó la cabeza y me miró con ojos de sorpresa.

—E-estás viva, mi amor... — musitó, enderezando su espalda y esbozando una medio sonrisa—. Estás aquí conmigo, mi pequeña.

La fuerte patada que Logan dejó en su pecho lo hizo caer de vuelta al suelo. Presionó su cabeza con la suela de su zapato, moviendo el pie de un lado a otro sin contemplación alguna. Lo más agradable de escuchar eran esos quejidos que escapaban de sus labios ante la presión y la fuerza que Logan ejercía en él.

—Empezamos la noche con el pie que no era, bastardo — dejó su pie quieto, presionándolo con firmeza—. Nadie te ha pedido que hables.

—Ella es mi hija, puedo hablar con ella cuando me dé la gana, hijo de puta.

—¡Yo no soy tu hija! — me acerqué a él y puse la punta de mi zapato bajo su mentón—. Te ves tan miserable.

—¿Por qué me estás hablando de esa manera? Dile a este imbécil que me suelte, mi pequeña. Ahora que estás viva y conmigo, la muerte ya no es la mejor opción.

No sé si trató de un impulso desconocido, de silenciarlo para siempre o simplemente el hecho de verlo a mis pies que me llevó a darle una patada en su rostro, haciéndole tragar cada una de sus palabras. La sangre no tardó en salir de su boca y ensuciar parte de mi zapato.

—Y la vida tampoco es una opción, maldito cerdo — pensaba golpearlo una vez más, pero Logan me detuvo.

Mia bella, esto es de a poco para que el placer se extienda en el alma — hizo alguna seña a sus hombres y ellos de inmediato se acercaron—. Preparen todo.

—Sí, señor — se marcharon y regresaron poco después con varios maletines.

Logan se quitó su reloj de mano, subió las mangas de su camisa hasta sus codos y abrió uno a uno los maletines. Había un sinfín de cosas allí, pero lo que sacó de su interior fueron varios implementos quirúrgicos y los puso en orden sobre una mesa de madera. Uno de sus hombres se acercó con un balde que parecía contener un líquido extraño y que olía hediondo, lo que comprobé poco después que se trataba de orines.

—Al fin ha llegado tu momento, viejo asqueroso — Logan lo sujetó del cabello con una sola mano y lo enderezó de un solo halón—. Hoy no has hecho ningún tipo de calentamiento, ¿verdad?

—¿Por qué permites que me haga esto, pequeña? — se atrevió a preguntar, mirándome directamente a los ojos—. ¿No me amas...?

Logan lo arrastró por el suelo, poniéndolo frente al balde y sumergiendo su cabeza en ese liquido tan repugnante y que emitía un olor muy fuerte. No conté los minutos o segundos que lo mantuvo así, pero cuando lo liberó, Frank tosió en busca del aire que había sido retenido por el líquido.

—Jamás había conocido a alguien tan descarado y repugnante — le dije—. ¿Cómo te atreves a decirme que me amas cuando me arruinaste la vida desde que era una niña?

—No, yo no te arruiné la vida — su respiración era trabajosa y le costaba mantenerse estable—. Lo único que he hecho durante estos diez años es amarte con todas mis fuerzas. Desde el primer día que te vi, que te tuve entre mis brazos y respiré tu dulce olor, sentí muchas ganas de amarte y protegerte. Eso es lo que he hecho y lo sabes, mi pequeña.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora