Resistencia

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Nos separamos agitados y los labios hinchados. Nos miramos por pocos segundos antes de volver a fundir nuestras bocas en una sola. Todo a nuestro alrededor se redujo a nada. Ambos nos encontrábamos perdidos en la boca del otro y ninguno se quería detener; todo lo contrario, nuestros labios exigían por más, pero no más de solo besos.

Desciende sus labios por mi barbilla, dejándome con ganas de seguir probando sus besos, pero su boca recorriendo mi piel con suavidad es abrumador y maravilloso. Estiró el cuello y le doy acceso a su boca, por lo que no tarda en estampar un húmedo beso que me pone a temblar. Realiza un camino de besos por mi cuello hasta llegar a mi oreja y soplar de su cálido aliento en aquella zona de mi cuerpo tan sensible. Me cruzo de piernas por esa presión que sentí en mi parte íntima y trago saliva por todo lo que estoy sintiendo por segunda vez, con la única diferencia de que nadie más que nosotros puede interrumpir.

—Tengo tantas ganas de ti — la mordida que deja en el lóbulo de mi oreja, me aflojó un gemido—. Pero te di mi palabra y soy un hombre de palabra, aunque me la pones dura con ese dulce gemido que acabas de soltar y esos besos tan ricos que me das.

Se alejó de repente, dejándome desconcertada y con la gana viva de sentir sus labios recorriendo cada centímetro de mi piel. No sé qué ocurría por mi mente, pero su boca tiene la facilidad de hacerme alucinar en cuestión de segundos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué te alejas, así como si nada?

—No pasa nada, calabacita.

—¿Entonces? ¿Por qué no me sigues besando?

—¿Te gustan mis besos? — en lugar de responder mi pregunta, me atacó con otra.

—Me gustan mucho tus besos — confesé sin rastro de timidez.

—A mí igual me matan los tuyos — con su dedo pulgar, acaricia mi labio inferior—, pero hay que apagar un poco los motores antes que se calienten de más .

—No me puedes estar diciendo que mueres de ganas por tenerme y al segundo siguiente detener todo cada que estamos en este punto.

—No te enojes conmigo, mi amor, lo hago por el bien de los dos. ¿Crees que para mí es fácil tener a tremenda mujer entre mis manos y tener fuerza interna para no arrancarte la ropa y hacerte mía como tanto lo deseo? — acarició mi mejilla—. Si desde que probé de tus labios, no hago otra cosa que imaginarte completamente desnuda debajo de mí... y también encima.

—Jacob...

Se quedó expectante a mis siguientes palabras, pero en lugar de decirle todo lo que quería, le dejé en claro con hechos lo que tanto deseo de él.

Me separé un poco de su cuerpo y me atreví a bajar los manguillos de mi vestido. Esa mirada que me dedicó mientras llevaba su mano a su barbilla logró inquietarme y hacerme sentir un poco insegura, aún así, me sentía valiente y muy segura de lo que quería hacer. No tenía dudas, porque esa parte de mí que tanto se negaba a aceptar, ya se había entregado a él.

Puede que sea muy prematuro, aún tenemos mucho que conocer el uno del otro, pero sentirme deseada y amada como él me hace sentir, despertó todos estos deseos en mi alma que ahora ya no puedo acallar o hacer como si no existieran. Soy de carne y hueso, y siento como cualquier otra persona. Jacob me hace sentir más de lo que yo misma estoy dispuesta a aceptar.

—¿Qué haces, calabacita? — miró mi pecho y relamió sus labios—. ¿Quieres jugar conmigo? ¿Es eso?

—No — tomé aire con suavidad y deslicé el vestido por mi cuerpo hasta que cayó al suelo—. Es mi decisión de entregarme a ti.

Permaneció en silencio, repasando mi cuerpo de manera lenta y profunda. La vergüenza se esparció por todo mi ser, no supe qué hacer en esa mirada que me estaba dedicando y ese silencio que me mataba cada segundo.

—Me vas a matar, si es que ya no estoy muerto — murmuró, sacudiendo la cabeza y mordiendo sus labios—. ¿Estoy soñando?

—N-no, no lo estás — bajé la cabeza tímidamente—. Con ropa no me veía tan decepcionante, ¿verdad?

—No vuelvas a decir una sola palabra mala de ti misma. Ni siquiera se te ocurra pensar en ellas, ¿entendido? — acortó el espacio que nos separaba y tomó entre su mano mi collar—. Me voy a retractar en mis palabras, te ves preciosa con el anillo sobre tu hermosa piel. Me tienes bien perdido y muy duro con tu atrevimiento. ¿Ahora quién es la desvergonzada?

—¡No pienses mal de mí, yo...!

Soltó el collar y descendió su mano por el medio de mis senos, mordiendo sus labios y provocando un sinfín de temblores en mi cuerpo por su tacto suave y lento.

—Que tomes la iniciativa me hace realmente feliz, calabacita. Me hace pensar que soy dueño de tu corazón — detuvo la mano un poco más abajo de mi ombligo—. Pero ¿honestamente me amas?

—No te puedo jurar amor, pero sí siento algo por ti.

Apartó la mano de mi piel y me rodeó el cuerpo simulando un abrazo de oso. La dureza de su erección la percibía en mi trasero  y su respiración se encontraba igual de agitada que la mía contra mi cuello. Que sus labios hicieran contacto en mi piel fue un detonante.

—No quiero que sientas algo que no puedes explicar por mí — dejó una estela de besos por mi hombro, recorriendo lentamente mi brazo hasta llegar a mi mano—. Quiero que me ames con locura, con pasión, con total seguridad. Te deseo y ahora mismo estoy usando mi poca fuerza de voluntad para no saltar encima de ti y devorarte entera, pero nuestra entrega debe ser honesta y genuina. Yo podría entregarme a ti porque te amo y eres la mujer de mis más oscuros y brillantes sueños, pero ¿y tú? — volvió a recorrer mi brazo hasta llegar a mi hombro—. Aún no tienes claros tus sentimientos por mí y ese hecho me detiene, porque quiero que cuando nos entreguemos, nuestro amor sea invencible. Esto que sientes son solo ganas, y las ganas se pueden saciar en cualquier momento e incluso podría tomarte ya, pero ¿y después que va a pasar? — giró mi rostro hacia él y besó mis labios—. No quiero que confundas el sexo con el amor. Voy aguardar por ti hasta que tengas claros tus sentimientos y tu cuerpo y tu corazón me deseen con la misma intensidad al mismo tiempo.

Me quedé sin palabras, asombrada por lo gentil y honesto que es. ¿Aún existen hombres así de caballerosos en este mundo? Él no es una proyección o parte de mí imaginación, Jacob es muy real y es un hombre de buenos sentimientos y alma sincera. Si él no me amara como lo hace, me habría tomado sin siquiera tomarse el tiempo de saber sobre mis verdaderos sentimientos.

«¿Todavía sientes dudas hacía él? Después de todo lo que te ha confesado y este acto de hombría y amor, ¿aún crees que se trata de un juego, Cora», me recriminé a mí misma, sintiéndome muy avergonzada por haberme dejado dominar por los deseos. No tengo cara para darle. Desearía que Dios me escuche y me desaparezca justo ahora.

—No creas que es fácil, mi amor. Incluso dentro de mí cabeza tengo un lío y no sé sí estoy haciendo bien al dejar pasar esta oportunidad tan esperada — recostó su cabeza en mi hombro y me apretó contra su prominente erección—. Duele tener que usar mi poca fuerza para no hacerte mía.

—Solo te aseguras de que te ame.

—Pero tengo tantas ganas de estar dentro de ti y explorar tus profundidades — estrujó mis lonjas entre sus manos y reí—. Eres un pecado muy grande, calabacita, pero tengo miedo de no ser amado genuinamente y que solo me uses como tu juguete. Aunque no lo parezca, soy un hombre muy sensible y noble.

—No voy a jugar contigo, solo necesito tiempo para amarte.

—Vístete, eres mucha tentación y ya no tengo la misma fuerza de hace un momento. Creo que esta noche será mi mano y un buen baño con agua fría — confesó sin ningún tipo de vergüenza ni remordimiento.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora