Esperanza

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—Como te lo había dicho anteriormente, mi tío fue un importante inversionista que se rodeó de personas muy influyentes a lo largo de su vida. En uno de sus tantos viajes, conoció a tu padre y apostó por él y su pequeño negocio de joyería. Justamente como él lo había previsto, lo que era una pequeña empresa, se convirtió en poco tiempo en una de las más grandes industrias de transformación de minerales. Tu padre se encargaba de extraer y transformar el oro y otros minerales, la demanda para él se volvió significativa a lo largo de los años. No podría decirte a ciencia cierta qué fue lo que ocurrió si todo parecía ir por el camino correcto. Tu padre estaba posicionado como el mejor en su campo y muchas industrias empezaron a dejar la extracción de minerales en sus manos, tenía una fortuna bien merecida y una pequeña familia por la que daba hasta su propia vida.

—Tampoco comprendo qué pasó. ¿Por qué se volvió un apostador? Él siempre fue un hombre dedicado a nosotras, que nos protegía por encima de todo...

—Mi tío siempre ha asegurado que el dinero es el arma más destructiva y poderosa para aquel ser humano que no tiene la suficiente capacidad mental para llevar un buen control de ella — acarició mi mejilla con suavidad—. Y tu padre no supo controlar todo el dinero que llegó a sus manos. Según la información que reuní de tu padre, era ludópata incluso desde antes que tú llegaras a su vida. Su problema viene de hace muchos años atrás, no es reciente como lo pensábamos todos.

—¿Lo investigaste?

—Por supuesto — asintió con la cabeza—. Debíamos saber todo sobre él. La insistencia del hombre en querer hacer negociaciones con nosotros, cuando en el pasado y mejor se encontraba, desligó toda unión con mi tío, nos llevó a investigarlo. La idea de tu padre era casar a su hija con alguno de los hijos de mi tío, pero él no contaba con mi tío tenía dos hijas mujeres.

—¿Cómo sabes que ese era su plan desde un principio?  — indagué.

—Cuando se enteró que mi tío solo tenía hijas mujeres, empezó a apostar sus propiedades y, por consecuencia, a perder cada una de ellas. Fue en ese punto que llegó a saber sobre mi hermano y sobre mí. Formó un gran alboroto porque creía que mi tío le había dicho mentiras, pero es más fácil engañarme a mí que tratar de engañar a un hombre como Adriel Bardot.

—Entonces... ¿es cierto lo que mi padre decía de ustedes?

—¿Y qué decía de nosotros? — sonrió divertido—. Me da curiosidad saber lo que ha dicho mi suegrito de mí.

—Decía que son una familia muy poderosa... y también peligrosa.

—Vaya, es interesante su concepto sobre nosotros — acercó su boca a la mía y tragué saliva—. Dime, calabacita, ¿en qué concepto me tienes tú?

—N-no nos desviemos de tema — carraspeé—. Sígueme contando lo que sucedió después.

—Es imposible concentrarme con tremendo poder encima de mí — sacudió la cabeza con fuerza.

—¿A qué te refieres? ¿Te estoy lastimando? — me intenté levantar de sus piernas, pero lo impidió con el fuerte abrazo que me dio—. Jacob, peso mucho y te estoy haciendo daño.

—Si eres una pluma demasiado sexi — enterró la nariz en mi cuello, despertando ese cosquilleo y electricidad de la noche anterior—. No me quites el privilegio de tenerte encima.

—S-sigue contándome, por favor — le pedí, bajando la cabeza para esconder el sonrojo que percibía en las mejillas.

—Entonces quédate quieta y no me distraigas — dejó un beso sobre mi hombro y suspiré—. No era yo el hombre con el que te ibas a casar, calabacita.

—¿Entonces...?

—Logan sería tu esposo, según el acuerdo que hizo con tu padre aquella tarde en la que todos los vienes pasaron a ser nuestros. De algo me sirvió tener el mismo rostro que ese idiota por primera vez en la vida.

Me quedé en silencio por unos segundos, asimilando todo lo que acababa de contarme. No puedo creer mi padre, ese hombre amoroso, comprensivo y protector haya sido capaz de hacerme esto a mí y dejarme en manos de un hombre que no conocía ni en lo más mínimo. No sé qué estaba pensando o qué era lo que en realidad pretendía hacer, pero ahora que había seguido su plan, ¿qué era lo que estaba haciendo con exactitud? Porque según Jacob, todos los vienes y la industria estaban a nombre de mis hermanitas y de mí.

—Debes tener muchas dudas todavía, ¿no es así?

—Las tengo. Siento que la cabeza me va a explotar en cualquier momento con todo esto — recosté la cabeza en su hombro, de repente me sintiendo comodidad entre sus fuertes brazos—. Aquel día que nos vimos por primera vez, ¿ya sabías lo de mi padre? Dijiste que no sabías que era yo la que estaba de por medio desde un principio.

—No lo sabía hasta el día en que investigué por completo a tu padre. Era ajeno a la situación de él hace tres años que nos vimos por primera vez.

—¿Solo nos vimos esa vez, Jacob? — lo miré directamente a los ojos y negó con la cabeza —. ¿Por qué no te recuerdo?

—Quizá me bloqueaste... o quizá nunca fui nadie importante para ti y por ello no me recuerdas — se encogió de hombros—. Eso ya no importa, lo que ahora me importa es que te tengo entre mis brazos.

—¿Cuántas veces nos vimos?

—Un par de veces — ahora fue él quien carraspeó y desvió la mirada—, cuando entraste a la universidad nos encontramos varias veces, pero eras tan ajena a todo a tu alrededor.

Hice memoria, pero su rostro seguía sin aparecer claro en mis recuerdos. Siempre he tenido buena memoria, por lo que se me hace tan extraño no recordarlo si nos vimos más de una vez.

—Solo te recuerdo una sola vez, la de aquella mañana en la que nos tropezamos en la playa y me llamaste calabaza.

—Parecías una — soltó una risita quisquillosa sobre mi piel—. Me gustaba tu cabello largo, era muy hermoso.

—¿No crees que te fijaste en mí solo por mi cabello?

Hice una pregunta tan estúpida, pero sus halagos me tenían con la cabeza y el corazón latiendo en diferente sincronía.

—¿Eso crees? — su voz se volvió más suave y profunda, parecía a punto de contar un secreto—. Lo primero que me enamoró de ti fueron esos ojos tan bonitos y resplandecientes como el cielo. Tu sonrisa me cautivó al instante en que la vi y tu rostro... —acarició con suavidad el contorno de mi rostro—. Tu rostro es como el de un ángel.

—No mientas — bajé la cabeza, avergonzada y de pronto cohibida—. No tienes que decir esto para hacerme sentir bien.

—¿Por qué es tan difícil que creas en mis palabras? Si te digo que eres la mujer más bella de este mundo, es porque ante mis ojos lo eres.

—Jacob...

—Eres mi cielo y ahora mismo mi todo, Cora — se acercó a mi boca, acariciando con sus labios, los míos—, y desearía que esto fuese diferente, pero el destino te trajo a mí y no planeo dejar esta única oportunidad que se nos presentó. No tengo la plena seguridad de que vas a amarme, pero sí guardo la esperanza de que me tendrás en tu corazón, aunque sea un poco.

Sin previo aviso y con las ganas de sentirme como la noche anterior, la que se adueñó de sus labios con fiereza y timidez, fui yo. Mi corazón se saltó varios latidos con mi acción y sus palabras combinadas. Sus labios son realmente una adicción, tienen un magnetismo Desconocido y me resulta difícil separarme de ellos.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora