Comodidad

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Después de casi un mes, encerrada en esas cuatro paredes de esa habitación tan fría y blanca, el doctor me permitió salir puesto que mi peso aumentó considerablemente y ya no tenía tanto riesgo como en un principio. Mañana me dan el alta, pero antes de irme a casa van a revisar el estado del bebé y, siendo muy honesta, no quiero verlo ni escuchar los latidos de su corazón. Podré parecer la peor persona para muchos, pero no me siento cómoda ni mucho menos feliz de tener un bebé no deseado ni querido creciendo en mi interior. 

Cora, Jacob y Logan se veían emocionados con la idea de saber del bebé, aunque no se atrevían a decir algo al respecto, lo podía ver en sus ojos. Con Logan ahora son muy pocas las palabras que cruzamos, pero no ha dejado ni un solo segundo de estar al pendiente de mí, de traerme buena comida a escondidas de las enfermeras y de hacerme compañía a diario. Me confunde su manera de actuar, más porque no puedo saber lo que en realidad está cruzando por su mente. 

—¿Estás lista para ver a tu bebé y saber cómo se encuentra? — inquirió la doctora frente a mí, echando un líquido frío y gelatinoso en mi vientre. 

—No, no lo quiero ver — el silencio tras mis palabras fue brutal. 

Ninguno se atrevió a hablar por largos minutos en los que no sabían qué decir ni cómo mirarme. ¿Es tan difícil comprender que, entre más pasan los días, más me siento atada a ese maldito infierno?  

—¿Ya tomaste la decisión, Bell? — inquirió Logan y lo miré de reojo, notando una expresión que jamás habría imaginado en él. 

—Nunca ha cambiado y lo sabes a la perfección. 

—Bien — se acercó a mí y con una servilleta limpió mi vientre—. Tampoco estás en la obligación de hacer esto. Te hice una promesa hace un mes y voy a cumplir con mi palabra. 

—Gracias... — me levanté de la camilla con su ayuda. 

—No tienes que agradecer nada — su inesperado abrazo me paralizó—. Es tu decisión y la voy a respetar por encima de todo. 

 —Pero Logan... — murmuró Cora. 

—Déjala, calabacita, ella así lo decidió y nosotros sabíamos que esto podía pasar. 

—Gracias por apoyar y respetar mi decisión, aunque para ustedes no sea la mejor. 

—Mientras sea por tu bien físico y mental — Cora se unió al abrazo—, siempre vamos a estar contigo. 

Sonreí agradecida por su comprensión y su apoyo, después de todo, no puedo llevar una responsabilidad tan grande cuando no me siento preparada ni en condiciones para cuidarlo. 

No fue nada fácil que me realizaran el procedimiento por lo avanzado del embarazo, incluso los doctores me dieron una larga lista de riesgos, pero en mi decisión no había marcha atrás. Aun así, me cuestioné muchas veces si abortar me catalogaba como una asesina o no. No me sentía feliz ni dichosa, quizá porque en el fondo me decía que era una vida la que iba a terminar, pero a la vez me recordaba que no podía ser una buena guía para un niño que me recordaría lo que viví desde mis diez años de vida. Y antes de que el niño sufriera incluso mucho más de lo que lo había hecho yo, prefería no traerlo al mundo y evitarle toda esta mierda que mi madre no evitó al tomar una decisión que me perjudicó de por vida. 

Es que ni siquiera, después de estar mes y medio internada en el hospital, se atrevió a venir a verme ni mucho menos llamó para saber si de verdad me había quitado la vida o no. 

Me sometí al aborto esa misma tarde, siendo acompañada por Logan y su promesa de estar para mí en todo momento. Me conmovió tanto que no tuve palabras para decirle. Suelen decir que a veces el silencio dice más que mil palabras, y entre nosotros, aunque había un algo extraño que no lograba comprender, parecía que nos comprendíamos muy bien con una sola mirada.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora