La luz radiante del día amparaba la ciudad de Seúl en todo su esplendor, el cielo estaba despejado mostrando su encantador color azul, las hijas de los árboles se movían al compás de la leve brisa de la mañana. En este preciso momento una castaña aún yacía dormida en el sofá de su sala sin restricción alguna de ser despertada o que ella misma lo hiciera, completamente en un sueño profundo, al parecer se encontraba sola ya que su madre se había ido temprano al aeropuerto en uno de sus tantos viajes de negocios cosas que ya le había informado a su hija.
Tenía la intención de despedirse pero no lo hizo al ver a la castaña tan tranquila mientras dormía así que solo se rio de lo mucho que no había cambiado su hija desde que era una pequeña, aún recordaba el momento uno en el que la sostuvo entre sus brazos sin duda era el mejor que la naturaleza y la vida le hubieran dado estaba tan agradecida de tener a una hija tan hermosa, no había nada en ella que no amara siempre será la luz de sus ojos.
Paso su mano quitando los revoltosos mechones, que estaban alborotados cabe destacar, del rostro de la castaña y la admiro por algunos segundos con una leve risa seguía siendo igual de tierna como cuando dormía abrazada a su pequeño e inseparable peluche solo que me este caso es la manta que la cubría vio su reloj de mano y se percató de que solo tenía alrededor de veinte minutos para abordar el avión, asi que animas remedio cubrió bien a la castaña y dejó un beso en su frente y fue por su maleta de mano ya que la noche anterior había hecho gran parte de la organización de su vuelo ya que iría en el jet privado de la familia su equipaje estaba ahí solo restaba un par de cosas y ya, este viaje sería uno de los de larga duración pues estaría fuera alrededor de dos o tres semanas.
Paseo la vista una última vez por dónde se ubicaba su hija con una sonrisa y seguidamente se apresuró a salir de la casa. En dónde se encontró con alguien que se disponía a tocar la puerta.
—Buenos días Lisa, ¿Que haces aquí tan temprano? —pregunta la mayor.
—Buen día Ruby, es que jennie y yo quedamos en reunirnos hoy pero como me levanté temprano quise venir a buscarla — responde la rubia.
—Umm ok, pero me temo que tendrás que espera a que despierte ya que está perdida — bromeó la progenitora de la castaña, ambas rieron.
—Lo suponía, pero descuide espero.
—Bueno quisiera hablar más contigo querida pero tengo un vuelo al que abordar y no me queda tiempo así que pasen un buen día.
—Si quiere la llevo y luego regreso— propuso amable Lisa y la mayor negó..
—No Lisa descuida que ya vendrá un auto q recogerme ,oh mira ahí está — avisa cuando visualizo a unos de los autos de su empresa— Me cuidas a mi niña, si.
—Seguro Ruby eso no lo tienes ni que pedir porque ya lo hago desde siempre — la mayor sonrió mate las palabras de la rubia.
Ella siempre vio algo diferente en aquella dulce joven y no era por el hecho de que con su hermosa personalidad llegó a conquistar su corazón como lo encantadora que es Lisa, tampoco influia el que la veía como una hija más sino algo que siempre tuvo en duda, una corazonada más bien algo se escondía detrás ella lo sabía, ella lo presentía, lo cree y hasta que no salga de dudas no saldrá de su cabeza, si les parece algo confuso pues a mi si.
Bueno la cuestión aquí es que ella tiene una convicción entre ceja y ceja y sabe que solo el tiempo lo dirá no quiere caer en cuenta que sus dudas y pensamientos son incorrectos porque aunque no sea un tipo de vidente o algo sabe que su idea no está muy lejos de la realidad y para ella no hay cabida para pensar que su presentimiento era una rotonda verdad y como todo sabio dejara el tiempo al tiempo, aunque está un cien por ciento segura de que por más tarde o temprano será un acierto, pero en fin.
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¿Cómo decirle que la amo?
FanficUn grupo de amigas que han compartido casi toda su vida juntas. Lisa, una de ellas de un momento a otro empezó a descubrir sentimientos que nunca antes llegó a sentir por alguien, y ese "alguien" era una de sus mejores amigas, Jennie. Esa chica dulc...