| Antojos y..... antojos|
Domingo, 3 de enero del 2028.
Casa Manobal-Kim.
El sonido de agua corriendo llenaba la habitación, sumando a la atmósfera una bruma de tranquilidad perpetua, que había que todo se aclimatara bajo la luz de las tenues lámparas que colgaban del techo. La pareja que disfrutaba de su tina, compartían susurros y caricias que llenaban sus corazones de amor. Complicidad y conexión, algo invaluable que hacía vida dentro de ellas. Cómo pareja tenían un vínculo singular y que todo mundo notaba solo con verlas. Sentirse una a la otra era su mayor proeza y dedicarse suspiros era la música que bailaba al filo de sus orejas y las llenaba de energía. Era incontenible el amor que se tenían, querían y lo demostraban a cada segundo.
Las sonrisas salían solas y las manos se movían a su propia orden, sin rumbo fijo, sin atajos o escalas. Simplemente yendo por dónde querían. Ellas solamente querían vivir el presente y colmarse del azúcar de su amor que era inagotable.
— Mgmm... — gimió la tailandesa sobre la piel de su esposa, mientras que con la punta de su nariz rozaba en círculos por el lugar donde le había dejado un beso a su mujer. — Me gusta esto, moría por tener un momento de paz.
Susurró la castaña poniendo de sí misma para para las manos por el cuerpo de Jennie. Gozandose la suavidad de su piel y las nuevas curvas que tenía, la tenía solo para ella sola y este sería su momento antes de volver a la realidad que se enfrentaba ahí afuera. No quería que esto terminase pero sabía que en algún momento lo haría.
— Sí, también lo necesitaba... — habló está vez la pelinegra dejándose hacer por su mujer. El sentir sus manos rondando por todo su cuerpo era algo realmente bueno, sentia como sus músculos se destensaban y podía echarse un momento para atrás y recargar todo su peso adicional sobre Lisa. — Juro que me volvería loca si pasaba otra hora sentada.
Detrás de ella escuchó la risa de su mujer, con su aliento chocando con las partes sensibles de su cuello, incluso sus vellos se erizaron por tan fuerte efecto que ella tenía.
Lisa soltó un suspiro largo , y tendido que hizo temblar a la hermosa mujer entre sus brazos. La tailandesa con los ojos cerrados comenzó a dejarle pequeños besos por el largo de su cuello, avanzando suavemente y cerrando sus labios sobre su piel de vez en cuando.
— Siempre puedes dejarlo, ya te lo he dicho muchas veces. Sab-...
— De nuevo con eso no, amor... No quiero, por el momento solo déjame hacerlo ¿Si? — Jennie no quería acabar con el bello momento solo por algo de lo que ya habían debatido antes, un millón de veces. Solo quería tener un momento de privacidad e intimidad juntas.
— Eres una mimada, sabes que te daré todo lo que me pidas — decía mientras sus manos se deslizaban por sus caderas ensanchadas por el embarazo.
Le encantaba sentir las diferencias que iban apareciendo en su cuerpo mientras sus bebés seguían creciendo en su pancita. Deseaba moldear con sus manos todas las curvas de su cuerpo y hacerlas suyas con cada toque.
— ¿Que pasa si lo soy? ¿Tendré un castigo por eso? — retó Jennie echando la cabeza para atrás cuando Lisa le dejó un leve mordisco por debajo de su mandíbula.
Sus manos ahora atacando las partes frontales de sus muslos, ella rasgaba con sus cortas uñas y le enviaban corrientes eléctricas por toda su espalda hasta desembocar en medio de sus piernas.
— Mm, el peor de los castigos, babe... — murmuró la castaña ahora besando su mejilla, hasta quedar en su mismo nivel, a dos centímetros de oreja.
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¿Cómo decirle que la amo?
FanfictionUn grupo de amigas que han compartido casi toda su vida juntas. Lisa, una de ellas de un momento a otro empezó a descubrir sentimientos que nunca antes llegó a sentir por alguien, y ese "alguien" era una de sus mejores amigas, Jennie. Esa chica dulc...