MI REFUGIÓ
—Si Dios permitió que todo por lo que estás pasando suceda, es porque Él sabía que tú, hija mía, ibas a ser capaz de superarlo. Solo tienes que creer y ya.
Cuando escuché esas palabras sentí cómo se me erizó la piel. Sentía cómo mi alma se quebrantaba cada vez más y más. Estaba llorando en los brazos de mi abuela, como cuando una madre abraza a su bebé recién nacido.
[Unos minutos después]
—Abuela... Lo siento, yo realmente no quise hacer cosas que te hicieran sentir mal, y mucho menos a Dios. No era mi intención —sollozo—. Lo hice sin darme cuenta. No quería mostrar cómo soy en realidad por miedo a ser rechazada por los demás. Siempre he vivido con ese temor, pero ahora me he dado cuenta de que he estado viviendo engañada todo este tiempo... Naná, no sé qué hacer, quiero ser yo misma y no sé cómo hacerlo. Trato de que se refleje Jesús en mi vida, pero mi miedo es mayor... Abuela, no sé qué es lo que tengo que hacer, yo realmente... no sé qué hacer.
Le clamaba a mi abuela desesperada, mientras lágrimas brotaban de mis ojos. Con un dulce abrazo, me consolaba. Estaba muy arrepentida por todo lo que había hecho. Tenía que disculparme con Dereck por el cachetazo, porque no se puede pagar mal con mal. Sé que él cometió un error, pero no tenía derecho a pegarle. Pienso que hubiera podido reclamarle sin necesidad de pegarle. Pero... ¿cómo veo a la cara a Esther y Williams? Después de todo... me siento muy avergonzada.
Pensaba ya después de haberme calmado y pensar bien las cosas. Ahora mis ojos están más hinchados y rojos que nunca. Mi abuela me dijo que ya me fuera a la universidad, y después hablábamos.
Y cuando finalmente llegué a la universidad, todo se veía tan desconocido como la primera vez. Era como si fuera por primera vez. Mientras entraba, veía a la gente haciendo tareas en grupos, otros charlando en una esquina, otros bailando en grupo, y así sucesivamente. Creo que me estaba esforzando tanto en aparentar lo que no soy y ocultar cómo de verdad soy, que no me di cuenta de todo lo que tenía alrededor.
Y finalmente llegué a mi salón de clases, y ahí estaba él, sentado mirando hacia la ventana. Tenía una polera blanca con una chaqueta negra, su pelo estaba todo alborotado, pero aun así se veía bien. No quería entrar al salón de clases. Tenía miedo, o mejor dicho, vergüenza. ¿Qué me iba a decir después de lo de anoche? Y eso... que aún no me había cruzado con Esther.
Así que solo respiré hondo y me fui a mi asiento. Quería iniciar una conversación con él, pero mis palabras no salían... Y entonces dice Williams, mientras me miraba de reojo y con un tono de voz tosco y seco, pero amable a la vez:
—¿Cómo te sientes?
Preguntó sin mirarme a la cara, solo quedaba observando por la ventana, a lo que yo respondí:
—Mejor que ayer... creo.
—Qué bueno.
Solo me dijo eso con un tono de voz bajo, mientras seguidamente bajaba su cabeza a la mesa.
—¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—Tengo un poco de sueño, avísame cuando llegue el profesor.
Era como el mismo de siempre. No me miró a los ojos ni nada por el estilo. Más bien, estoy sintiendo lo mismo que la primera vez que me tuve que sentar al lado de él.
Después de todo lo que pasó en todo este tiempo, y principalmente anoche, no me ha dicho nada... ¿Qué es lo que pasa por su cabeza? —me preguntaba a mí misma, mientras de repente comenzó a llover muchísimo. Veía cómo cada gota caía en la ventana cristalizada del salón de clases. Veía cómo afuera las personas estaban corriendo ansiosamente para así no mojarse. Pero... mientras ellos están desesperados por buscar un refugio para no mojarse, yo ya había encontrado el mío.
CONTINUARÁ

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Somos tres
Teen FictionSinopsis: Hola, soy Rous Smitt. Toda mi vida he sido "cristiana". Participo en los cultos de jóvenes, en las actividades de la iglesia... siempre sonriente, siempre activa. Pero detrás de esa sonrisa hay un vacío que me consume. Un peso que escondo...