Somos tres capitulo 24

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Imperfecta en un mundo imperfecto

Cuando entré a la habitación donde estaba mi abuela, no pude evitar llorar, no pude contener mis lágrimas al verla postrada en una cama. Al verla, casi me quedé sin fuerzas en las piernas, a tal punto que Rous tuvo que sostenerme. Ya cuando ambas tomamos asiento a su lado, cada una tomó su mano y le comenzamos a hablar. Yo solo le hablaba pero en mi mente, no quería que Esther me escuchara decir todos mis sentimientos. Me sentía devastada, pero aun así, realmente quería poder abrazarla y llorar a su lado, pero simplemente no podía. Sentí una gran impotencia al ver cómo Esther sí lo hacía. Pude notar cómo ella se expresaba y desahogaba con sus lágrimas hablándole a la abuela, pero yo también sentía eso en mi corazón, aunque no sabía ni siquiera cómo hacerlo. Lo único que podía hacer era sostener su mano, llorar y hablarle en mi mente, decirle que por favor despierte, que la necesito, que no me deje, pero todo eso solo podía hablarlo conmigo misma, después de todo no pudo salir de mi boca.

Luego pasaron algunos minutos. Esther me dijo que iba a salir y que me esperaba en la sala de recepción. Yo me quedé sola en la habitación con mi abuela. La pude observar, tenía tantas cosas que decirle, pero ya no sabía ni siquiera por dónde empezar o qué decir. Simplemente cerré mis ojos y agaché mi cabeza hacia la mano de mi abuela. Cuando escuché cómo la puerta se abría pensé que era Esther, pero no, era Williams. Por lo que pude ver, entró un poco nervioso; simplemente pasó adelante, se apoyó en la pared y con los brazos cruzados me preguntó:

—Pensé que tenías muchas cosas que decirle, pero aún no le has dicho nada a tu abuela, ¿por qué? —me preguntó con un tono de voz bajo, suave y pasivo.

Al escucharlo simplemente me quedé en silencio, no sabía cómo decirle que no sabía cómo, o más bien que no podía. Después de todo, aún en una situación como esta no puedo decir lo que siento.

—¿Cómo se llama tu abuela? —me preguntó Williams desviando su mirada hacia mi abuela.

—Amanda, pero todos la conocen por Nana —le respondí con la cabeza inclinada hacia abajo, mientras aún sostenía su mano.

—Señora Amanda, usted crió una nieta muy linda, pero en sus ojos se puede ver una gran tristeza, ¿qué podemos hacer en ese caso?

¿Era esto cierto? ¿Estaba Williams hablando con Nana? Pero, ¿por qué dice él algo así?

—Señora Amanda, tiene que despertar pronto, después de todo aquí tiene a su nieta que aún no está lista para estar sola, y aún tiene que enseñarle muchas cosas, aún no es tiempo de que usted se vaya —yo escuché todo lo que él dijo con lágrimas nuevamente en mis ojos.

—¡Rous! —me dijo Williams poniéndose de pie y caminando hacia la ventana de cristal de la habitación. Mirando hacia afuera me preguntó:

—¿No quieres que tu Nana se despierte?

A lo que yo simplemente asentí con mi cabeza, la cual él no pudo ver ya que estaba de espaldas hacia mí.

—Respóndeme, por favor, ¿no quieres que despierte?

—Sí —dije con un tono de voz bajo, que apenas podía oír.

—¿Y por qué no se lo dices?

¿Qué debo responder? —pensé— Realmente quiero decirles tantas cosas pero no sé cómo, entonces, ¿qué debo hacer?

—A veces no tiene nada de malo expresarte, si quieres ríe, si quieres llora, si quieres puedes estar molesta, no tienes que intentar ser perfecta en un mundo imperfecto, solo sé tú misma y no tengas miedo por el qué dirán. Sabes, en Salmos 34 hay un verso que me gusta mucho, nos dice que los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias. El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.

—¿No es un lindo verso? —me preguntó, dando así media vuelta y mirándome a los ojos. Yo realmente no pude contener mis lágrimas, sentía cómo mis lágrimas podían recorrer todo mi rostro.

—Sí, es muy lindo —le dije mirándolo a los ojos, y mientras él se acercaba a mí lentamente me dijo:

—Habla con tu abuela, dile todo lo que quieres decirle, no te lo guardes, estoy seguro que aunque ella no te pueda ver, tiene muchas ganas de escucharte y poder oír tu voz. No trates de encajar en un mundo imperfecto, solo sé tú misma, con eso basta, ámate a ti misma, Rous.

No sé cómo, pero de algún modo este chico, Williams, una persona que realmente se podría decir que no me conoce, me dijo lo que mi corazón tanto anhelaba escuchar.

—Te iré a buscar un poco de agua, tú sigue hablando un poco más con tu abuela, antes de que se acabe el tiempo.

Cuando él cruzó esa puerta, sus palabras aún estaban en mi mente y en mi corazón. Realmente me reconfortaron tanto, que él no se imagina.

—Abuela, ¿escuchaste todo eso? Tienes que despertar pronto, para que conozcas a mi nuevo amigo, estoy seguro que te va a caer muy bien —después de eso pude hablar un poco con mi abuela y decirle y expresarme cómo me sentía.

Continuará.

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