Entramos a cenar y mi hermana ya esta en la mesa esperándonos.
Nos dirige una mirada de enojo a los dos y nos sentamos.
Ellos dos hablan acerca del trabajo de Stephen mientras yo acoto con comentarios mínimos.
Despierto y sigo mi rutina de todas las mañanas. Después de desayunar hago mi maleta.
Voy a la habitación de Caroline y escucho que esta peleando con su esposo. Este sale de golpe y me ve en su puerta dejándome estupefacta.
Se despide de mi y se va. Entro para despedirme de mi hermana.
-Pense que te quedarías más tiempo.
-Lo siento, no puedo, solo me dio un día.
-Es mejor o peor de lo qué pensabas?
-Creo que peor...pero se que puede llegar a empeorar más.
Sujeta mis dos manos con las suyas -Ev, prométeme que no harás ninguna estupidez.
-Lo prometo Caroline.
-Lo siento si a veces soy como mis padres. No se de donde sacaste ese pensamiento de libertad, nunca te olvides de el- me dice sonriendo.
-No lo haré- veo al pequeño que se empieza a mover buscando a su madre -Ahora tienes otro hijo, se feliz por ellos y para ellos.
-Eso haré. Es lo único que me consuela.
-Adiós Caroline- le doy un beso en la mejilla y luego me acerco a la pequeña y deposito un beso en su frente, al igual que con mi sobrino que es a un lado.
Otra semana ha pasado desde que volví al castillo.
Las cosas aquí no han cambiado en lo absoluto. Al menos estoy feliz que los rumores de Clarisa ya terminaron.
Unos golpes muy fuertes me despiertan. Estoy por contestar y la puerta se abre con fuerza.
-Levantate, hoy iremos a la fundación- dice Louis saliendo.
A la fundación? Por qué debo ir yo?
No pienso más y media dormida empiezo a cambiarme.
Febrero esta terminando y pronto viene la primavera así que me coloco un pantalón de cuadros y un suéter pegado de cuello largo de color negro.
Bajo corriendo las escaleras pues Louis esta gritando que soy muy lenta.
Apenas y me deja tomar un café con un bollo de pan y me saca corriendo hacia el auto.
Llegamos y todos nos saludan, y lo sigo a su oficina.
Me siento en el sofá y él se pone en su escritorio a leer cartas y libros.
Espero que me diga lo que debo hacer pero no me dice nada.
-Qué hago aquí?- pregunto pero él regresa a verme enojado.
-Lo siento. Su majestad, puedo saber que debo hacer en este lugar?
-Nada, te quedarás ahí sentada. No creo que sirvas para nada de esto- dice riendo -Bueno para algo si servirás. Por alguna razón a la gente le gusta tu cara. No todo el mundo tiene buenos gustos no?- dice burlándose de mi.
Agacho la cabeza dolida por su comentario totalmente innecesario.
-Mis socios quieren tenerte aquí para que seas la que representa la fundación. Como una cara que atrae el público- no se que decirle. Cada palabra que sale de su boca hacia mi parece estar teñida de odio.
Golpean la puerta y entra -Su majestad. Princesa- dice agachandose un poco.
-Hasta que al fin llega, señor Campbell. Ya sabe que hacer con ella.
No espera nada y el señor Campbell me pide que lo siga.
-El príncipe supo decirle algo sobre su rol aquí?
-No... Algo asi.
-La gente esta muy interesada por usted. Quieren saber más sobre todos sus intereses, y con los acontecimientos pasados están muy pendientes de ustedes pero sobre todo de usted. Es la novedad del momento.
La veo extrañada.
-Qué le parecería formar parte de la fundación de su esposo? Me imagino que la gente estará muy interesada por saber que usted es una alma de gran corazón que lucha por los más necesitados.
Ya entiendo por donde van las cosas -No se si soy la mejor para esto.
-No hay nadie mejor, se lo prometo. No se preocupe yo le ayudaré en lo que necesite.
-Puedo negarme o es una orden?
-No es mi orden su majestad.
-Pues bien dígame que debo hacer.
Toda esta semana voy con Louis a la fundación y siempre los medios nos están esperando y nos llenan de flashes y preguntas, pero últimamente la reputación de Louis a mejorado mucho.
El señor Campbell me explica lo que debo hacer y dentro de lo que cabe no es una tarea difícil.
Me invitan a pasar a la sala de reuniones donde están todos los encargados. Sigo sin entender porque hay tanta gente, si solo es una fundación para gente necesitada, y porque hay tanta gente interesada en ella. No me creo el cuento de que la gente se halla convertido de un día para el otro en personas de bien.
Ya es tarde y Louis sigue trabajando. Después de varios intentos de preguntarle si ya iríamos a casa me responde que me vaya sin él.
Salgo del lugar y aprovechando que estoy sola camino por las calles de la ciudad. Llego a un parque que se ve un poco desolado, solo un grupo de niños de entre 5 a 8 años se encuentran jugando. Me sorprende ver a niños tan pequeños solos. Veo hacia todos lados y no veo a sus padres.
Me acerco lentamente sin que se den cuenta de mi presencia -Hola pequeños. Están sin sus padres?- digo agachandome para estar más a su altura.
-Eres la princesa Evangeline- me dice una niña de cabello castaño.
Todos los niños me regresan a ver directamente quedando asombrados. Me rio por su reacción pues no soy nadie especial.
-Siempre juegan aquí solos?
-Si su majestad. Nuestros padres están trabajando.
-Pero nos cuidamos entre nosotros- dice un niño más pequeño y le sonrio.
-Nadie más los ve?- pregunto extrañada.
Se que en algunas familias los padres deben trabajar dos jornadas para subsistir y sus hijos quedan solos, pero ver a tantos juntos y en lugar tan solitario me preocupa.
-Mi hermana, Betanni, trabaja ahí- dice una niña señalando a un pequeño kiosko -Cuando no hay gente ella nos vigila.
-Y qué les parece tener un nuevo lugar para jugar? Donde estarán seguros- digo sonriendo. Ellos abren sus ojos llenos de ilusión.
-Dónde!?- pregunta emocionado uno.
-Cuando menos se lo esperen, vendré por ustedes. Díganselo a sus padres cuando los vea si? Digan que la princesa Evangeline, se los prometió.
Saltan de alegría y hasta me abrazan. Rio por su inocencia y después que me dice mi guardaespaldas que debemos irnos, me separo de ellos. Cuando hago esto veo que hay gente viéndome y algunos están tomando fotografías.
Me voy entre los gritos de felicidad de los niños y los gritos de la prensa que quiere saber los detalles.
Convencer a Louis fue muy difícil. Primero pedí ayuda al señor Campbell para que lo convenciera pero que se haya hecho público lo de los niños no ayudo.
Louis me mando a llamar entre gritos y estaba furioso porque me había metido en sus cosas.
-No entiendes acaso!? Esta fundación es mía, y tu no tienes que meterte en mis cosas. No me interesa si quieres hacerte ver como una santa o una salvadora. Los dos sabemos que no eres nada de eso ni lo serás.
Aún recuerdo sus palabras mientras yo solo trataba de cumplir mi promesa con los niños.
Al final, después de muchas discusiones y gracias a que los demás socios se pusieron de acuerdo conmigo, acepto.
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El sufrimiento de las reinas
أدب تاريخيEsta historia relata la vida de una joven ligada a la realeza y a las desventajas de esta. A sus veinte años es obligada a casarse con él hermano de un rey, quien tiene una historia complicada que involucra a otra mujer. Evangeline, nuestra protag...