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Cuando me desperté lo primero que vi fue a Donghyuck cubierto hasta el cuello con la sábana, al igual que yo, mientras dormía tranquilamente. A la noche nos turnamos para ducharnos después de lo ocurrido, y, aunque nos dio mucha pereza, cambiamos las sábanas de la cama antes de irnos a dormir. Los preservativos los tiramos en la pequeña papelera que había en la habitación, no queríamos tirarlos en la de la cocina por si acaso alguien los veía. Yo llevaba la sudadera de Donghyuck, mientras que él llevaba la mía, las dos prendas eran bastante largas, por lo que nos cubría haciendo parecer que no llevabamos nada más puesto, cubría los calzoncillos por completo.
Dejé que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro al ver cómo Donghyuck hacía sonidos extraños mientras se estiraba sobre la cama y mantenía los ojos cerrados. Solté una risa al ver cómo se destaba hasta las rodillas con molestia, no tardé mucho en ver cómo el chico fruncía el ceño y se frotaba los ojos con las manos quitando las legañas.
-¿De qué te ríes?- me preguntó con voz ronca y adormilada.
-Parece que el Bello durmiente al fin ha despertado- le dije acercando una de mis manos a su cabello comenzando a dejar pequeñas caricias en su cabeza.
-No me has dado un beso, no puedo ser el Bello durmiente- me dijo soltando una risa mientras intentaba acostumbrarse a la luz que entraba por la ventana.
-Es una versión más moderna, en la que te pido permiso para besarte- le dije acercándome un poco más a él haciendo que tuviera que mirar un poco hacia abajo para mirarle -¿Puedo besarle, su alteza?- le pedí soltando una risa mientras Donghyuck hacía contacto visual conmigo y rodaba los ojos.
-Voy a sumarle algo más a la versión moderna- me dijo y asentí mientras esperaba expectante a lo que dijera después -Será el Bello durmiente quien bese al príncipe- me dijo poniendo una de sus manos en mi nuca -Si usted me lo permite- me dijo con la mirada fija en mis labios, a lo que asentí sintiendo no mucho después sus labios sobre los míos; solo fue un roce de labios con labios, pero aquella simple acción me hizo sentir en las nubes.
Poco después nos separamos un poco el uno del otro, le dediqué una sonrisa y dejé un beso algo duradero en su mejilla izquierda.
-¿Bajamos a desayunar?- le pregunté y asintió sentándose sobre la cama para después sujetarme con las manos de las mejillas y dejar un beso en mis labios.
-Vamos, tengo hambre- me dijo levantándose de la cama mientras me metía prisa para imitar su acción.
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