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Apagué la alarma poco después de que comenzara a sonar, me estiré sobre la cama y me froté los ojos con las manos para quitar las legañas

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Apagué la alarma poco después de que comenzara a sonar, me estiré sobre la cama y me froté los ojos con las manos para quitar las legañas. No tardé mucho en levantarme y comenzar a vestirme para ir a clase aquel martes.

Una vez me vestí bajé a desayunar encontrándome con mi madre, padre y hermano desayunando, me uní a ellos y rato después mi padre y hermano se despidieron de mi madre y de mí. Mi padre siempre le llevaba al Bachillerato a mi hermano ya que su trabajo le pillaba de camino, por lo que no tenía problemas con ello.

Cuando terminé de desayunar me dirigí al baño que se encontraba al final del pasillo del primer piso. En mi casa teníamos tres baños en total, uno propio para mi madre y padre, otro para los invitados, y el último para mi hermano y yo. Aunque mi hermano se había apropiado uno de los baños, por lo que yo utilizaba el de invitados.

Después de cepillarme los dientes me dirigí a mi habitación, estaba andando tranquilamente cuando de un momento a otro me caí, por suerte llegué a apoyar las manos en el suelo antes de darme un golpe en la cara. No pasó mucho rato cuando mi madre subió corriendo por las escaleras encontrándome aún en la misma posición que cuando me caí.

-Mark, ¿Qué ha pasado?, ¿Estás bien?- me preguntó acercándose a mí y agachándose para después ayudarme a sentarme en el suelo.

Me miró de arriba hacia abajo buscando alguna herida que podría tener, y al no ver nada raro suspiró algo más relajada y me abrazó sujetando mi cabeza con una de sus manos.

-¿Te duele algo?- me preguntó apartándose un poco de mí para poco después pasar sus manos por mi pelo y dejar un casto beso en mi frente.

-Supongo que habré pisado mal, pero estoy bien- dije levantándome con ayuda de mi madre, a pesar de que le dijera que me encontraba perfectamente insistió en que aquel día me quedara en casa y no me moviera de mi habitación.

Subió algo para beber y comida, que no necesitaba calentarse, y dejó la bandeja sobre la mesilla de mi habitación. Me dio una última revisión y dejó un casto beso en mi frente para después salir de mi habitación e irse a trabajar.

Suspiré y miré al techo, sabía que lo que me acababa de ocurrir le podía ocurrir a cualquiera, pero me preocupaba el hecho de que no era la primera vez que me pasaba. Decidí coger mi móvil y ver las notificaciones que tenía en mis redes sociales para despejarme un poco. No quería darle demasiada importancia al asunto.

No tardé mucho en dejar el móvil sobre la mesilla y levantarme de la cama, para después sentarme frente al escritorio y encender el ordenador. Decidí crear un nuevo Sim en la partida de Donghyuck, creé una casa no muy grande de dos pisos al lado de donde vivía el Sim que el chico había creado hacía tiempo. El coreano, incluso después de que sus progenitores le compraran el juego, seguía queriendo venir a mi casa a jugar.

El Sim de Donghyuck tenía muchos amigos, pero extrañamente el coreano nunca quiso que el personaje que creó tuviera pareja o tan siquiera tuviera una cita con ningún otro Sim. Se centró en actuar y en cuidar al perro que había adoptado.

Una vez creé mi Sim decidí llevarle a conocer al vecino, les puse charlando mientras comían unos macarrones que el Sim de Donghyuck había preparado. Me sorprendí al verme a mí mismo apunto de clicar en la opción "Romántico", me quedé un rato pensando en lo que estaba haciendo, al final decidí enviar a mi Sim a su casa, guardar la partida y apagar el ordenador.

Sabía que solo eran Sims, que no eran personas reales. Pero por alguna razón no pude evitar imaginarnos a Donghyuck y a mí; estaba claro que nuestros Sims estaban basados en nosotros. Simplemente me ponía nervioso.

Me tumbé en la cama de nuevo, no me gustaba no saber que hacer, tenía mucho tiempo para pensar, y aquello no me agradaba.

Últimamente me emocionaba de sobremanera cuando me encontraba con Donghyuck, no podía controlarlo, mi corazón latía muy rápido al tenerlo cerca mía. No quería admitir que me gustaba, al menos no tan pronto, nos conocíamos desde hacía tres meses, necesitaba más tiempo para hacerme a una idea.

O simplemente sabía que Donghyuck y yo no podíamos estar juntos.

Sabía que algo me estaba pasando, llevaba semanas sintiéndome extraño, y por si aún no era obvio, perdía el equilibrio; aquello me había sucedido solo dos veces por el momento.

-Mark, hazme el favor de preparar la mesa- me dijo Taemin, quien se encontraba cocinando la carne mientras que mi madre preparaba la ensalada

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-Mark, hazme el favor de preparar la mesa- me dijo Taemin, quien se encontraba cocinando la carne mientras que mi madre preparaba la ensalada.

No tardé mucho en poner cada cosa en su lugar, decidí sentarme y coger la jarra para echar agua en los vasos. Cuando fui a coger mi vaso me sorprendí al haber calculado mal, ni siquiera lo estaba rozando. Tragué saliva comenzando a estresarme, aquel día me estaban sucediendo demasiadas cosas.

Me quedé mirando mi mano por unos segundos y después la alejé despacio del vaso hasta apoyarla al lado de mi plato. No quería repetir aquello, era frustrante comenzar a aceptar que algo me ocurría, y no algo bueno precisamente.

No mucho después Johnny entró a la cocina sentándose a mi lado, mientras que nuestros progenitores se sentaron cada uno a un lado de la mesa.

A la tarde Donghyuck vino a mi casa a llevarme unos libros y cuadernos que necesitaba para hacer los deberes. No me sucedió nada extraño en lo que quedó de día, y agradecía aquello.

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˚‧º·єριℓєρѕу‧º·˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora