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-¿Tienes todo Makku?- le pregunté mientras cogía las llaves de casa una vez terminé de ponerme las deportivas

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-¿Tienes todo Makku?- le pregunté mientras cogía las llaves de casa una vez terminé de ponerme las deportivas.

-Creo que sí- me respondió, a lo que le miré con una ceja levantada.

-¿Crees?, tienes que estar seguro Mork, como se nos olvide algo importante perderemos esta oportunidad- le dije, para después sacar de mi bolsillo un trozo de papel en el que estaban apuntadas todas las cosas que necesitábamos llevar -Toma, revisa a ver si tienes todo, yo ya he revisado lo mío- le dije pasándole la hoja.

-Me faltan las galletas, espera un momento- me dijo para después pasarme el papel rápidamente e ir a la cocina para coger las galletas que habíamos preparado a la mañana -Bien, ya estoy, yo conduzco- dijo mientras se ponía las deportivas para después abrir la puerta.

-En seguida volvemos Daegal, cuida bien de la casa mientras no estamos- le dije agachandome a su altura para depositar un beso en su cabeza, una vez me aparté pude ver cómo Mark se despedía de ella también.

Poco después subimos al coche dejando las galletas y demás cosas en los asientos de atrás. Me senté en el asiento de copiloto y me puse el cinturón de seguridad, cuando miré a mi izquierda Mark ya estaba con sus manos sobre el volante. Le miré por unos segundos para después ver cómo suspiraba nervioso.

-¿De verdad vamos a hacerlo?- preguntó para después fijar su vista en la mía, a lo que dejé que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro.

-El día ha llegado Makku- le dije para seguidamente apoyar una de mis manos en su barbilla para acercar su rostro al mío y dejar un beso que duró unos segundos en sus labios -Vamos, nos están esperando- le dije e instantáneamente volvió a unir nuestros labios en un beso un poco más largo que el anterior, para después separarse y asentir.

-Vamos- dijo y comenzamos nuestro trayecto.

Quitó una de sus manos del volante para después unir nuestras manos. Por mi parte miré con una sonrisa nuestras manos entrelazadas y las acerqué para dejar un beso en la mano del canadiense, el cual soltó una corta risa.

Cuando llegamos al centro y bajamos del coche cogimos las galletas, el abrigo pequeño, una manta y los peluches que habíamos llevado en unas cuantas bolsas

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Cuando llegamos al centro y bajamos del coche cogimos las galletas, el abrigo pequeño, una manta y los peluches que habíamos llevado en unas cuantas bolsas.

˚‧º·єριℓєρѕу‧º·˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora