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Llegué al centro encontrándome con Renjun, Shotaro, Ten y Donghyuck charlando en la entrada al Instituto, me acerqué a ellos y me uní a su charla. Renjun me preguntó por qué el día anterior falté a clase, por lo que simplemente le respondí lo mismo que a Donghyuck, "Me dolía la cabeza y mi madre me dijo que me quedara en casa", les dije que ya me encontraba mejor y que no tenían de que preocuparse. Shotaro, Ten y Renjun iniciaron otra conversación, mientras que Donghyuck me miraba y yo intentaba prestar atención a la conversación de los otros tres chicos.
Cuando el timbre sonó entramos al Instituto, para mi mala suerte los tres chicos nos adelantaron dejándonos a Donghyuck y a mí atrás. Fijé la vista en el pelinegro al ver de reojo como no paraba de mirarme.
-¿Ocurre algo?- le pregunté algo confundido.
-No lo sé, dímelo tú, te noto raro- me dijo mientras seguíamos subiendo las escaleras hasta el tercer piso, donde se encontraba nuestra clase.
-Estoy perfectamente, en serio- le dije viendo como miraba al frente mientras asentía lentamente.
Sabía que no me había creído, pero agradecía el hecho de que no insistiera. Me quedé mirándole por unos segundos para después desviar la vista al frente. Una vez llegamos a clase nos sentamos cada uno en nuestros asientos.
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Después del primer recreo, estuvimos haciendo un esquema del nuevo tema de literatura, estaba concentrado subrayando alguna que otra palabra que consideraba más importante que las demás. Ni siquiera sé muy bien como pasó, pero moví el brazo inconscientemente tirando sin querer el estuche de mi compañero de pupitre al suelo. Ni siquiera me quedé pensando en lo que acababa de pasar, simplemente me levanté, recogí el estuche, el cual por suerte estaba cerrado, y se lo dejé a Doyoung en la mesa.
-Perdón, no era mi intención- le dije haciendo una pequeña reverencia desde mi asiento, el chico simplemente me dijo que no pasaba nada, me dedicó una pequeña sonrisa y después regresó a lo suyo.
Cuando fijé la vista en mi cuaderno comencé a procesar lo que acababa de pasar. Después de un rato me dije a mí mismo que aquello no había sido nada raro, que le podría pasar a todo el mundo.
