🎧 33. Arepas gastronómicas

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𝑸𝒖𝒆 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒐 𝒆𝒔 𝒄𝒂𝒆𝒓𝒔𝒆 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒂́𝒏𝒊𝒎𝒐

¿En qué momento comenzó a sentirse así?

Así de bien, así de lindo, de ilusionado.

Hablar con Carlos era una vaina tan calidá, contarle todo de todo a su pana, reírse un rato, pero con Jay tenía un efecto burda de distinto.

Porque con todo lo que hablaba el pelinegro, reflexionando, opinando e intercambiando ideas, se sentía como un conjunto de tiros del malandro apodado "El Cupido", una banda delictiva que tenía rato rondando a Jossangel.

El momento de la emboscada que le tendieron al chamito, fue en ese momento donde Jay se quedó hasta tarde hablando con él, después de todo podía irse cuando quisiera porque moto tenía.

El abuelo no tenía peo en que estuviesen hasta las tres de la mañana si les daba la gana, sentados en la terraza, sintiendo el fresquito de la noche y jugando con algunas hojas, siempre y cuando respetaran el sueño ajeno.

―La vida es una vaina arrecha, de pana ―murmuró Jay, peinándose el cabello con la mano―. Es como bien rata.

―Bueno, sí es así, algunas veces se pasa de mardita ―Joss recostó la cabeza del barandal de cemento.

―Igual creo que...el punto de vivir es muy distinto en cada persona, todos tenemos cosas diferentes que queremos lograr, hay personas que se centran tanto en sus propias metas que al ver la de otros, solo las critican, eso es tonto.

―Dígame la gente mayor, que comienzan "la generación de hoy no sé qué mierda", vercia, se ponen intensos, ¡señora, no es mi culpa que viva infeliz!

Jay soltó una risa por lo bajo, recogiendo una hoja seca, estiró su mano hasta el cabello del chamito, colocándola entre sus greñas. Jossangel vio desde su sitio como el pelinegro comenzó a reunir más hojitas para luego gatear hasta él, plantándose delante, apoyado de sus rodillas mientras colocaba las hojas en las greñas del chamito.

― ¿Qué haces, marico? ¿Tas aburrido ya?

Jay gruñó por lo bajo, soltando un "uhjum, salío", sin responderle nada más.

Joss se quedó viendo al pecho del carajo porque si movía la cabeza le iban a dar un coquito por cagón. Vio un brillito plateado en el cuello del pelinegro, con toa la confianza, le jaló un poquito el cuello de la camisa pa' sacar la cadenita que tenía por dentro de la camisa.

Jay se echó pa' atrás de coñazo, con la mano en el cuello. ―Coño, me dio cosquillas.

―JAIIIII MARIQUITO.

El mayor peló los ojos, mascullando un "cállate", volvió a ponerse como estaba para seguir haciéndole un peinado fashion a Jossangel con un poco 'e matas secas.

―Deja de gritar porque tu abuelo se va a molestar, no quiero que me corran a escobazos porque andas azarao.

Joss solo se quedó ahí, viendo la cadenita ahora, como se movía de un lado a otro, como una vaina de hipnosis, parpadeó lentamente porque el sueño ya estaba comenzando a aparecer, se asustó cuando le vio la cara a Jay. El chamito estaba sentado sobre sus propias piernas, sonriéndole.

―Te quedó fino, te voy a tomar una foto.

―Pareces el propio carajito ―negó el castaño, sonriendo―, pa' ver.

Alcanzó el teléfono de Jay, el pelinegro se sentó a su lao, señalando la corona de hojas que le hizo en un momentico. ―Quedó fina, dígalo ahí.

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora