🍁 26. Medio cartón de huevo

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𝑺𝒊 𝒏𝒐 𝒍𝒆 𝒅𝒊𝒄𝒆𝒏 𝒑𝒐𝒓 𝒅𝒐𝒏𝒅𝒆 𝒏𝒂𝒄𝒆𝒓, 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒈𝒂𝒏

En los momentos donde todo está aburrido, es cuando hasta si aparece una mosca te va a distraer.

Porque estar encerrada en cuatro paredes era normal pa' Mari, pero estar encerrada sin cable, sin señal de teléfono y un domingo, ya era como que mucho.

De paso que en su intento de dormir, a su hermano le había picado el gueco del ano, echándose en el pasillo frente a la puerta del apartamento, a joder con los amigos o un par de ellos.

Y es que estos carajitos no los quieren en su casa o qué.

Porque tan arrecha era la bulla que a pesar de ella estar en su cuarto, con la puerta cerrada y la ventana también, escuchaba clarito las risas y gritos de los carajos con la misma picazón en común.

Y la castaña tenía un sueño que no jugaba carrito, después de haberse mandado tremendo plato de comida dominguera, quería dormir un ratico pues.

Pero la gente no colaboraba.

Mari soltó un coñazo a la almohada, buscando una posición más cómoda y buscando desconectar su sistema auditivo por un ratico pa' soñar con una Venezuela bonita. Dio como cinco vueltas en la cama, chillando como niña chiquita mientras buscaba la comodidad y la calma de su alma.

Pero los animales cedulados se habían puesto a hacer una competencia de quién se ganaba un insulto de algún vecino, porque verga, estaban intensos.

Mariangel se paró arrecha, calzándose las chancletas mientras su ceño estaba con su mejor care' culo, listo pa' relucir. Salió del cuarto, pisando fuerte, un poco más y se malograba el talón por arrechera.

Salió del pasillo, entendiendo porqué se escuchaba tan fuerte la bulla. La puerta del apartamento estaba abierta, dejando ver a su hermano achantado en las escaleras junto a tres carajos más.

La chama se acercó a la puerta, inhalando profundo pa' recitar su poema.

―Hermana-

―Coño ¿será que se pueden callar la boca o bajarle volumen? O se largan pa' un circo, siento sus voces aquí ―se señaló la oreja―, naguevoná, me tiene harta.

― ¿Cuándo no estás arrecha tú? Te la vives en ostín ―Alejandro rodó los ojos, haciendo una mueca hacia sus panas.

Mari muy dulcemente lanzó la puerta, cerrándola de trancazo, escuchando a su hermano quejándose porque no tenía llave y no sé qué, cosa que no le paró bola.

Se dio la vuelta para volver a su cuarto a buscar el sueñito pero frenó de coñazo, viendo al catire saliendo del baño, batuqueando las manos para secarlas.

―Epa ―el catire alzó su barbilla, saludándola.

Pero Mari estaba atravesa' y no, no en el camino del carajo, estaba atravesa' en su humor que le pasó por un lado, gruñendo como un perro mientras se encaminaba al cuarto de la mamá pa' llorarle a la doña.

Se asomó al cuarto de su mamá, encontrando a la señora viendo una película a todo volumen. ―Mami, naguará...

― ¿Qué pasó, hija?

―Tienes que llevar al hijo tuyo a desparasitar-

La puerta se terminó de abrir de golpe, Alejandro se plantó a un lado de su hermana. ―Tienes que llevar a la hija tuya a un psicólogo, a ve' si es que tiene una vaina en el coco porque todo es un ostín-

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora