✨ 10. Creer o no creer

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𝑪𝒊𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒍 𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓

El arte de evitar a la gente era algo que Andreina había aprendido en segundo año cuando sin querer le ofreció coñazo a la caraja que no era.

Pero coño, eran mellizas, Andreina tampoco que la adivina.

Así que la chamita Castillo, después de esa pijamada-reunión en casa de Gaby, después de pasar burda de pena, hizo como Colgate manda, cepillarse tres veces al día.

El empepamiento baña a las personas ah.

Y es que Andre se sentó esa noche en la cama junto a las muchachas, Riki se había dormido después de jartar helao, hablando bajito con sus convives y queriéndoles contar el tucúntucún que sentía en toer pecho.

Quería hasta chillar de la emoción y la pena.

Pero tenía que controlarse y guardarlo hasta que el chamito no estuviese, si la llegaba a escuchar la pena se le iba a multiplicar como los panes de Jesucristo.

Después el domingo, cuando cada quién se iba pa' su rancho, Riki la volvió a acompañar hasta su casa, espelucándole el cabello y dándole una sonrisita antes de irse porai a su hogar.

Stefany Andreina Castillo se quería ir de cabeza contra la reja.

¿Por qué? Quien sabe, instintos psicópatas.

Las vainas cambiaron de coñazo ese lunes, o sea, su corazón sentimental marico le dejó una notica en la noche;

"Mana, tas pasa' de marica, me tienes latiendo mil veces por segundo, toy seguro que el tercer nombre de ese carajito es taquicardia porque no entiendo. Mañana no abre el departamento de peos románticos-sentimentales, ve a ve' cómo resuelves pero a mí no me molestes".

Arrecho ese corazón, más lacra que la dueña, vieron.

Así que eso justificaba la razón por la cual Andreina estaba metida en un salón desocupado de segundo año, jartando sus pastelitos bañados en salsa de ajo, sentada en el suelo donde nadie la fuese a ubicar ni por equivocación. Esa no le dijo ni a las muchachas, metió la coba que iba a comprar un jugo cuando plata no había llevao.

Lo que es ser marico ah.

Mirando el relojito digital que le había regalado su pai el día del niño, algo que le servía burda pa' no sacar el teléfono solo para ver la hora. Faltaban cinco minutos pa' que terminara el receso, la chamita fue levantando sus nalgas, recogiendo sus peroles y lanzando la basura para la papelera.

Se limpió bien la jeta para no dejar un rastro de grasa por las mejillas.

Exhaló cuando estuvo en la puerta, asomando la cabeza pa' ver a ambos lados, viendo un coñazo de carajos yendo y viniendo. Aprovechó y se coló entre los demás chemí beige, con la cabeza medio gacha pa' no conectar miradas con naiden. Iba pal baño a lavarse esa jeta y después porai pa' su salón.

―ANDREINA... ―el grito resonó en todo el pasillo.

La chama peló los ojos sin voltear, esa caminó un poquito más rápido, si fingía no escuchar nadie lo iba a saber.

Volvió a escuchar como las muchachas la seguían llamando, Andre no quería voltear porque podía apostar un coñazo en la teta a que Riki José estaba con ellas, como en la mayoría de los recesos.

Pero no, recuerden que Andreina es marca Sal del Mar.

La pararon de frente, un frenazo gracias a dos manos que empujaron sus hombros. La chama alzó la mirada, con senda care' culo, lista pa' insultar pero se le fue el color cuando vio al pelinegro de la team diabetes.

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora