❝𝑷𝒂𝒔𝒆𝒊𝒕𝒐 𝒃𝒐𝒍𝒆𝒕𝒂 𝒆𝒏 𝒃𝒊𝒄𝒊❞
El análisis de Luisiana no duró un solo día, ella estaba dispuesta a ver qué lo qué y por qué coño de la madre.
―Echa pa' allá vale, me tienes de bastón o qué ―se sacudió del agarre de Luciano, el chamito había apoyado su mano en el coco de la caraja.
―Es pa' que no te pierdas, pajua malagradecida ―Jungwon rodó los ojos, espelucándola por odiosa. La chama lo miró burde feo y Luciano le peinó el cabello con una sonrisa inocente.
Estaban camino a la cantina del liceo, a jartarse sus buenos pastelitos antes que sonara el timbre de la desgracia y los devolvieran pa' las jaulas como los propios loros.
― ¿De qué vas a querer? ―la pregunta de Luciano fue seguida por un silencio involuntario que Luisi había iniciado.
El chamito apretó la jeta, marcando sus hoyuelos y tornando sus mejillas un poco rositas. Desvió la mirada, nervioso por la mirada intensa de Luisiana.
Es que la caraja se quedó cargando de repente, buscando un guaifai mental gratis porai justo en los ojos de Yang.
― ¿Qué pasó? ¿Por qué me ves así? ¿Qué hice? ―murmuró Jungwon, carraspeando su garganta y apretándose los dedos.
La chama por fin le cargó la página mental y dejó las crisis existenciales instantáneas, parpadeando un par de veces. ― ¿Qué?
Jungwon ladeó su cabeza, confundido, no sabía si su pana le estaba echando vaina o de pana se había perdido en el espacio. El castaño dejó pasar la broma con un leve movimiento en negación, volviendo a preguntar sobre los pastelitos.
―Ah, de jamón y queso.
Jungwon sonrió, asintiendo pa' meterse a la cantina a pedir.
Luisi dibujó una sonrisa floja que solo salió por reacción a Jungwon, pero se enserió rápido cuando se dio cuenta de lo que había hecho.
Que peo, no caigas mi loca, no caigaaaaaaaaaaaaas, resiste que son cuatro años de amistad chévere-
Que lindo se ve el coño 'e su madre ese riéndose, mardito chino.
La mirada de la caraja solo estaba fija en como Luciano hablaba con un chamo del salón, riéndose un poco y esperando a que le tocara su turno. Siempre le había gustado como la chemí beige le quedaba a Jungwon, es que el carajito tenía más hombros que un príncipe de cuentos.
Jungwon Luciano era el carajo de aspecto como cuadrado y macho, pero su cara le daba las pintas de lo contrario.
También su voz, suave y en cierta forma dulce pero el coñito te decía unas groserías que vergación, que vaya pa' la iglesia a recibir a krizto sinceramente.
Su risa, naguevoná, su risa era como que la parte que llenaba el alma de quién fuese. Era burda de escandalosa pero al mismo tiempo muy agradable, como sabrosa, como pa' reírte con ganas tú también.
Y detallando cada uno de sus aspectos, Luisiana se dio cuenta de cuánto habían crecido desde que se conocieron en primer año.
Aydiosmio, la cagaste mi pana.
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Jungwon subió las piernas al pupitre vacío de enfrente, bufó con ladilla cuando el sueño se lo estaba consumiendo.
Luisiana no estaba tan diferente a eso que digamos, la chama estaba en posición de descanso, usando su brazo izquierdo como su propia almohada, pegando un sueñito de diez minutos antes que la profesora empezara a llamar para evaluar el taller que habían hecho.
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𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔 «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»
Fanfiction𝑼𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒄𝒊𝒆 𝒅𝒆 𝒗𝒆𝒏𝒆𝒄𝒐𝒇𝒊𝒄𝒔 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒐𝒔 𝒄𝒂𝒓𝒂𝒋𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑬𝑵𝑯𝑨 𝑷𝒐𝒓𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒆𝒏 𝑽𝒆𝒏𝒆𝒛𝒖𝒆𝒍𝒂 𝒂 𝒗𝒆𝒄𝒆𝒔 𝒕𝒂𝒎𝒃𝒊𝒆́𝒏 𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒓 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂, 𝒂𝒔𝒊́ 𝒒𝒖𝒆 ¿𝒑𝒐𝒓 𝒒𝒖𝒆́...
