😾 12. Chocolates de disculpas

356 67 32
                                    

𝑪𝒐𝒏𝒔𝒕𝒓𝒖𝒄𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒚 𝒓𝒆𝒎𝒐𝒅𝒆𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆 𝒓𝒆𝒍𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔

Jungwon cerró la puerta, girándose de una vez pa' ver a Luisiana.

La chamita se había sentado casi que en la esquina de la ventana, con los brazos cruzados y una cara de transpirar coñazo. Luciano se sentó en el borde de la cama, soltando un suspiro sin saber por dónde comenzar.

―Habla pues, no pienso estar encerrada en un cuarto ajeno con un pajuo tanto tiempo, no vaya a ser que la loca que tienes me termine echando una vaina a mí también.

―Lu, cálmate-

―Lu un coño 'e la madre, me hablas por mi nombre como es porque pa' hablar así la confiancita ya la jodiste.

Jungwon se restregó la cara. ―Luisiana, yo sé que no te cae bien Vanessa pero quisiera saber qué es lo que pasa conmigo, ¿Por qué me tratas así? ¿Qué es lo que te molesta que yo hago? ¿Es por Vanessa?

Luisiana rodó los ojos, dándose un manotón con rabia en la pierna. ―Ya deja de decir tanto su nombre, marico, ya me tienes harta.

―Quiero saber.

―Luciano, yo no sé si es por la loca esa o no, pero tú conmigo cambiaste burda y para feo porque cuando no me ignorabas era que te arrechabas porque no te prestaba atención a lo que decías de la carajita.

»Yo no te quito que conozcas más personas, te enamores y la guevona', porque yo no soy nadie pa' andarte diciendo que debes hacer, pero si te vas a poner centrado en una sola mardita persona, ¿pa' qué sigues queriendo una amistad? Si no sabes balancear dos cosas, entonces decide qué coño vas a hacer, porque yo a ti...

A la chama se le quebró la voz, inhaló profundo pa' canalizarse y terminar de hablar. ―Yo a ti te quiero mucho pero si te vas a poner como el propio mamaguevo solo porque tienes una novia, puedes ir borrándome hasta del correo si te da la gana.

Después de hablar, hubo un silencio de unos minutos. Luisiana movía el pie con insistencia en su intento de desviar las ganas de llorar, que no iban a servir mucho porque ya las primeras lágrimas le estaban rodando por los cachetes.

Miró a Jungwon, se había rodado un poco más en la cama pa' estar más cerca de ella, justo en frente.

―Luisi...perdón.

La chama lo miró, dejando que una risa saliera de pronto. ― ¿Y ya? ¿Con eso se arregla todo? De repente tus palabras me han quitado el peso y la arrechera del pecho, que mágico viste...pa' decirme esa mierda no me hubieses dicho nada.

Luisi se incorporó, con dirección hacia la puerta pero Jungwon la volvió a parar.

―Luisiana, yo sé que te hice sentir mal pero no me voy a poner a decirte excusas ni explicaciones que no te importan, quiero que sepas que sí sé que la cagué-

― ¿Cuándo te diste cuenta y por qué mágicamente cuando me ves llorando? ―cuestionó, bajando el tono.

El castaño exhaló con pesar. ―Me di cuenta el día que viste que ella cargaba el suéter, pero pensé que era vaina mía porque a veces tú juegas así, que te pones dramática pa' echarme broma y eso-

―Pero tú mismo dijiste muchas veces, "Lu, ese suéter es tuyo, no se lo des a nadie o me arrecho", ¿o es que no te acuerdas? A ti te podrá parecer que estoy montando tremenda novela, que te estoy haciendo pasar de las peores ―lo señaló―, pero tú a mí no me haces sentir como la persona más feliz haciendo lo que haces.

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora