🍁 38. Calle ciega

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𝑽𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒄𝒖𝒂́𝒏𝒅𝒐 𝒅𝒖𝒓𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒉𝒂𝒗𝒊𝒔𝒎𝒐

David soltó el tenedor con la jeta abierta, Mari seguía asintiendo mientras masticaba la tajada.

― ¿De pana? ¿Son como pura metedera? Velga Mari, quién te viera, jugando con el chino.

―No lo digas así, chico...no es así.

El chamito entrecerró los ojos con seriedad. ― ¿Entonces qué es?

―Bueno, no es algo serio porque ninguno de los dos quiere-

― ¿Segura que es par? Porque yo sé cómo eres tú, carajita masoquista ―le mandó un mini coquito haciéndola ahogarse con la tajada―, viste, ya andas toda nerviosa, gafa.

Mariangel le regresó el coñazo pero más fuertecito. ―Estamos comiendo, me voy a ahogar.

Sunghoon David subió y bajó las cejas un par de veces, dándole una mirada subliminal. ―Pero no es con lo que te quieres ahogar.

― ¡CÁLLATE! Coño pero tú nojodas ―la chama rodó los ojos, acomodándose de lao pa' medio darle la espalda a su pana.

El catire chasqueó la lengua, agarrando el tenedor otra vez. ―Ya pues, es echando vaina, enderézate o te voy a negar el fresco, sigue echando el chisme.

Mari se volvió a acomodar, retomando la conversación con su panita, hablando con la boca llena, riéndose a punto de escupir pasta y David con esos ojos pelaos, como que si naguevoná.

―Yava, en resumen, ustedes dos son como novios pero sin serlo, como la que frao... ¿cómo era esa vaina? ―el chamito miró hacia el techo, pensando y recordando, terminó por chasquear la lengua―, bueno equis. La pregunta que yo tengo es la siguiente.

―No David, no le voy a preguntar si conoce a tu papá, no todos los chinos se conocen.

El nombrado le palmeó el brazo. ―No es eso, gafa...aparte tú qué sabes si es primo mío, la otra vez en la pizzería me conseguí un chamo que también es Park, China es la Maracay de Europa.

La caraja abrió la jeta. ― ¿EUROPA? Malvada sea David, Europa.

El catire se echó a reír, alzando los hombros mientras se mecía de un lao al otro, jugando. ―Es que marica, si yo fuese europeo sería como más interesante, es más bonito decir "un chino europeo" que "un chino veneco" ―batuqueó las manos―. No señora Maritza, no tengo un local en el centro.

―Coño 'e su madre, Sunghoon, ya 'tas tocando la locura.

―CHAMA, ¿yo no te conté? ―el chamo se sacudió de repente―. Yo estaba normalito, chévere caminando por el centro, buscando un maldito envase de vidrio que me pidieron, y viene una vieja a pararse enfrente mío, ¿tú eres chino? ―imitó.

Mari se tapó la boca, comenzando a reírse como loca.

Sunghoon David rodó los ojos. ― ¿Majomenos, vieja loca? No entendí, te lo juro.

― ¿Qué le dijiste?

―Que no, que soy japonés ―se encogió de hombros, robándole la última tajada a su convive―. Pero fue así a lo watafa'.

La chamita gruñó con molestia viendo como su panita masticaba bien sabroso su última tajada, la última tajada era como su cuadrito sin letra. Lo miró mal mientras él le sonrió sin mostrar sus dientes, la cara le cambió cuando una esquinita crujiente de la tajada le acarició la garganta y comenzó a toser.

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora