+ 💌. Príncipe de Mérida

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Aunque uno no quiera, el coco de uno de repente se escoñeta, ¿verda'?

Es como que si no hicieras las cosas que meditaste por tres días cada vez que te tocaba fregar los corotos y te ponías a repasar un libreto de alguna situación.

Como que si iba a salir igual.

Que peo.

Juliette no se mató de vaina.

Después del intercambio de salivas en plena canción de cumpleaños, esa gente se fue pa' dos lados diferentes. Juliette se desconfiguró sin haberlo previsto y esa se arrechó de la nada.

Y Heesús taba mudo.

Entre ese bululú de vainas, el gocho se fue de vacaciones pa' donde su gente y Juliette quedó con una duda burde grande. Porque ese pana ni por el feisbu se conectaba, y era mentira que lo iba a hacer estando con su familia en navidad.

Después de las vacaciones de diciembre era que venía el verdadero baile de joropo.

Por esa razón la carajita estaba enfrente del espejo, buscando qué hacerse en las greñas, bajando por las fotos astetik de pinterest hasta que consiguió un peinado sencillo que le gustó.

Una vaina que era de lo más típica pero el coco no le servía en esos momentos.

Un par de trenzas adelante y la parte de atrás con su planchado normal, con unas liguitas de colores y un par de ganchitos bonitos que había comprado en el centro. Se vistió con un top blanco con un estampado ahí, su pantalón holgado con rotos y sus botas calida'.

Cuando salió del cuarto y vio a la mamá parada en el final del pasillo, se quería devolver.

― ¿A qué hora entras hoy?

―A las ocho.

La señora se cruzó de brazos. ―Juliette Fernanda, son las siete y cincuenta.

La morena se echó a reír. ―Bueno ya qué, puedo ir mañana, mami.

―Nono, que mañana nada, vamos, vamos.

Obliga' se fue montada en la camioneta de la mai, escuchándola hablar sobre el carajito al que tenía que ver después de evitarlo sin querer queriendo.

―Le dices que si quiere venir a la casa en la tarde, vamos a salir a comer...a ver si avanzan.

Juliette arrugó el entrecejo mientras se miraba en el espejito de la verga esa del techo. ― ¿Avanza qué?

―Ustedes pues, de Venezuela nostoy hablando, mami.

Fingió reírse de lo que dijo su mamá y se cruzó de brazos mirando por la ventana, estaba tan ida en el pensamiento que ni le paró a la música llanera que tanto le encantaba quitar.

Esa tuvo un encontronazo con su propio corazón.

Por fuera estaba sentada con tremenda cara de culo bella y hermosa, pero por dentro estaba restregándose la cara como que si se iba a borrar los sentimientos. Una cosquillita fastidiosa estaba en toa la boca del estómago, le dieron ganas como de...vomitar vale.

Así de dramático era su cuerpo.

Peló los ojos mientras espabilaba cuando escuchó como la mamá ponía el freno de mano, esperando que la niña se bajara del carro mientras ella revisaba los mensajitos de su teléfono.

La señora suspiró. ―Fernanda, pa' hoy que tengo unos pacientes esperando.

La morena sonrió pequeño mientras se giraba pa' ver a la doña. ―Mami, ¿no quieres que te acompañe? Mami, yo aprendí como que mucho ya y no tienes que estarle pagando a Silvia, le puedes pagar a tu hija por-

𝑫𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒚 𝒂𝒓𝒓𝒆𝒄𝒉𝒆𝒓𝒂𝒔  «𝙴𝙽𝙷𝚈𝙿𝙴𝙽»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora