Capítulo 3 ❆

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Las Pruebas de la Unión eran las pruebas más importantes de todo Alstaen y el rey Cadogan lo sabía. A pesar de ser uno de los altos lores pertenecientes a una de las cuatro cortes en las que ahora se dividía el continente, sabía de la importancia de las pruebas.

El rey Barius Cadogan era uno de los cuatro reyes y gobernante del Norte.

—Nuestro señor Iferyn protector del Norte, bendecirá vuestras Pruebas de la Unión. —La voz del rey era grave y profunda, en mitad de la sala vacía del trono lograba sonar aún más imponente—. Banon, Vanora, arrodillaos ante vuestro rey.

Los pequeños hijos de su majestad avanzaron entonces por la alfombra granate que cubría el suelo de la gran sala, adornada con dos filas de columnas serpenteantes y cubiertas con escamas plateadas que decoraban el lugar, haciendo referencia a Iferyn, el Emental de la Corte Norte por excelencia.

Su figura se encontraba grabada en un escudo de plata, tras el trono del rey. Sobre su cabeza, el dibujo de aquella criatura brillaba con tanta fuerza y poder, que todo aquel que entrase en aquella habitación hacía una reverencia. Iferyn era un guiverno de escamas plateadas y rojizas, sus colmillos lucían con la misma intensidad que sus escamas y sus ojos eran como dos grandes rubíes.

—No comprendo por qué debemos ir a las pruebas de la Unión. Los Ementals son solo una leyenda y lo que pasó en las ruinas de Alstan igual. —Se quejó el pequeño Banon.

La reina permanecía en silencio tras sus hijos, apoyando sus manos en los hombros de estos. Se la podía ver evidentemente preocupada, por mandar a sus pequeños a hacer la primera gran prueba, que les tocaría a lo largo de los años. Banon ya tenía nueve años e iría a la gran festividad para mostrar su habilidad, pero también a codearse con el resto de príncipes de las otras cortes. En cuanto a Vanora, la hija a la que su rey despreciaba por su rebeldía y poca ambición, además de por el hecho de ser mujer, iba a participar por primera vez.

—¡No vuelvas a repetir esas palabras! —El rey se levantó del trono con brutalidad. Desde su posición observó a sus hijos con la mirada más fría que un hombre pudiera lanzar—. Vas a repetirme de nuevo la leyenda de los Ementals, y por qué las Pruebas de la Unión son tan importantes.

—Pero padre...

—Silencio Vanora, estoy hablando con el príncipe.

La jovencita de apenas ocho años de edad se cobijó en su gran abrigo de piel, aún con su cabello cubriendo su rostro. En mitad de la tenue iluminación que se encontraba en la sala, debido a la poca cantidad de velas, su cabello parecía castaño a pesar de ser del extraño tono burdeos que caracterizaba a la familia. Y, sin embargo, su piel pálida parecía brillar como copos de nieve, ante el reflejo de las velas y rayos del sol que se colaban por los ventanales.

—Los Ementals son las criaturas que protegen todo Alstaen y más allá. Ellos eran los responsables de proteger el gran reino de Alstan. Cada Emental protegía el reino y el continente por un punto cardinal concreto y representan un elemento vital. Hasta que su rey, profanó la torre y se hizo con uno de los manuscritos prohibidos e invocó la Magia de Sangre para traer al quinto Emental a nuestras tierras, produciendo así la destrucción de su reino. Los cuatro nobles más poderosos de su reino se salvaron y se dividieron el resto de las tierras en cuatro cortes. Norte, Oeste, Sur y Este...Para que cada una venerase entonces al Emental que creían que los había salvado, logrando así una perfecta armonía.

—Muy bien. Y tú eres descendiente de uno de esos nobles, Banon Cadogan, así que la próxima vez que se te olviden las leyendas, recuerda que tú eres el heredero de una.

—Lo lamento padre, no volverá a pasar.

—Vanora, ¿sabes que son las Pruebas de la Unión?

Los ojos negros de Lord Cadogan se posaron sobre su hija, que temblorosa por el frío, asintió lentamente. Su madre le acarició los brazos y hombros, en busca de darle algo más de calor a la pequeña que parecía estar congelándose.

—Las pruebas de la Unión son las pruebas donde todos aquellos jóvenes del continente muestran su valía y su poder, si es que han sido bendecidos con la magia. Se escoge a un grupo limitado de participantes...Como los herederos de los reyes o reinas para comprobar si alguno es el elegido por los Ementals como el protector al final de las pruebas, quién nos defenderá de la Bruma.

—Después de todo, parece que, si serás una dama de provecho, querida.

Con el rey frente a su familia, le dedicó una sonrisa torcida a su hija, para así agarrar el hombro de Banon y acercarlo a él. Mirando a su mujer e hija una risa frívola se escapó de sus labios antes de avanzar junto al pequeño hacia la salida.

—Quizás y si lo haces bien en la prueba podamos arreglarte un matrimonio con algún cortesano.

Pues así era como el rey Cadogan veía a su hija menor, únicamente como una moneda de cambio. Creyente de que las mujeres no debían gobernar ni servir a ninguna guardia real, se limitaba a pensar en que debían servir para las tareas más simples del reino. Alejadas así de todo entrenamiento y formación con la magia del fuego que representaba tanto a su corte.

Con su cabello al viento, la pequeña alzó la mirada en busca de su madre, que, con una sonrisa entristecida, la animó a dar lo mejor de sí aquel día. Juntas avanzaron por la alfombra hasta salir del castillo y comprobar como las montañas nevadas de su corte se alzaban a su alrededor, dejando ver la ciudad que se encontraba a sus pies, llena de calor y vida. Donde los hombres trataban a las mujeres como mulas de carga para los trabajos forzados, o cosas peores...Ese era su hogar, donde solo por ser una dama eras despreciada y esclavizada.

La Corte Norte era un reino que durante generaciones había sido gobernado por hombres y era algo que Vanora Cadogan sabía que debía cambiar.


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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora