Si ese era su final estaba dispuesta a aceptarlo. A recibirlo con los brazos abiertos.
Durante toda su vida, Novara Ganodac había vivido con miedo a la muerte, con lo que eso significaba y más allí donde se había criado. En el norte no había peor deshonra que morir sin luchar, que morir sin causa. Pero ella ya no era una norteña, al menos no como creía cuando era una niña. Sucumbir ahora no era de débiles, no cuando se había dejado la piel en aquella lucha.
Durante toda su vida había pensado en su muerte, en cómo sucedería. ¿Sería entre los muros del castillo de su padre? ¿A manos de algún hombre? Las respuestas a aquellas preguntas yacían ahora dormidas y olvidadas en alguna parte de su mente. Todo había cambiado en el momento en el que había salido huyendo al bosque, en el que había enfrentado a la muerte en persona, luchado contra ella al lado de Zalnar Gallander.
Un príncipe que había combatido junto a ella para salvar a sus hermanos menores, para salvar a su familia. Ella había estado dispuesta a morir en aquel enfrentamiento, en poner fin a la sucia y triste vida que vendría si sobrevivía a aquel acontecimiento.
¿Pero había merecido la pena sobrevivir todo ese tiempo?
Al final no era más que otro cerdo camino al matadero.
Delante suyo se encontraban varios soldados y al final del muro de escudos y armas, Lord Greryus Crane sonreía con la boca y los dientes cubiertos de sangre, con un brazo evidentemente roto y siendo sujetado por uno de sus soldados. Iba a dejar que ellos la atraparan por él, o mejor, la matasen.
—¿Ya os habéis cansado lord Crane? —Novara se limpió con los dedos la sangre del corte que tenía en la frente y en la ceja derecha, como si se tratase de simple sudor, pero la herida no dejaba de sangrar debido a uno de los múltiples cortes que ahora adornaban su cuerpo por la lucha.
—Sé cuándo tengo una batalla perdida querida, pero, aunque yo no sea quien te arrastre de vuelta al norte, ellos lo harán por mí.
—Si queréis intentarlo...adelante. Llevo años deseando acabar con los hombres que ponen de rodillas a las mujeres norteñas y no hay nadie mejor para ello que yo. Por lo que adelante caballeros, veamos que os enseñan allí arriba.
La risa de Greryus Crane resonó por el pasillo con un aire malvado, como si supiera sin ningún tipo de dudas que él iba a ganar aquella batalla. Que ella acabaría en sus manos y la arrastraría de vuelta al norte para ponerla de rodillas ante su padre.
—A esto es a lo que me refería chicos, una dama digna del norte. —La risa del hombre se acompañó de las sonrisas siniestras de sus soldados—. Peleona, combatiente, intolerante... ¿Y lo que nos gusta domarlas?
Los dientes de Novara se apretaron con fuerza al tiempo que desenfundaba un puñal de su cinturón y lo alzaba junto al hacha que reposaba en su mano. Aún le quedaban un par de cartas para usar, antes de que la magia que le recorría las venas se disipara o explotara. Debía actuar rápido si no quería que el veneno ahora aplacado por su poder la golpeara de nuevo y la dejara inconsciente.
—Como os gusta oíros hablar Greryus...Sois tan egocéntrico como mi padre. Debe de ser una cualidad norteña al parecer. —Novara se percató al instante como uno de los soldados echaba a correr hacia ella. Un movimiento de muñeca, rápido, fuerte, y el puñal voló con la misma rapidez que el viento y se clavó hasta la empuñadura en la garganta del hombre.
El cuerpo del hombre aun agarrándose el puñal, cayó al suelo para desfallecer con sus ojos oscuros mirándola asombrado de la velocidad, del nivel de precisión con el que había lanzado el arma.
—Sacadme de aquí. Ahora.
Los soldados se movieron de nuevo, reorganizándose para dejar espacio para que su lord se pudiera marchar con la ayuda de sus ahora muletas vivientes. Eso es lo que era, un charlatán, un cobarde. E iba a buscarlo, mataría a los soldados, aunque con ello sus manos volvieran a mancharse de sangre, pero acabaría con los hombres del norte como se llamaba Novara Ganodac.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasy|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...