¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Desde cuándo Arterys había tenido el valor de tocarla? Ni siquiera la miraba en la mayoría de ocasiones, como para haber reunido tanto coraje en tan solo una tarde y arrinconarla contra aquel árbol.
Quería golpearlo. ¿Qué pensaba? ¿Qué era una dama en apuros? No necesitaba de su ayuda y menos con algo tan absurdo como lo era aquello. Era una luz, el estallido de los fuegos artificiales lanzados a sus espaldas que no eran más que parte de una prueba en el castillo al que debían espiar.
La mano del chico seguía sobre su boca, ambos mirándose fijamente. Los ojos plateados de Novara seguían fijos sobre los verdes del chico, que al contrario que hacía unas horas, ahora brillaban con tanta intensidad que la joven sentía que no podía respirar.
Agradeció en silencio y muy para sus adentros, que él no apartase la mano de sus labios, que girase su rostro levemente sonrojado para mirar sobre su hombro al castillo del gobernante. ¿Por qué? Porque no podría formular más de dos frases seguidas sin tartamudear o parecer una idiota.
No entendía porque él era quien se sonrojaba cuando era ella la que estaba contra un árbol, con una mano sobre sus labios y el cuerpo rígido del chico contra el suyo. Era ella la peor parada de toda la situación como para ser él quien se sintiera avergonzado.
—Parece ser que están preparándolo todo para esta noche. —Murmuró Art al tiempo que sus ojos seguían clavados en la distancia.
En aquel instante, Novara sintió que, si antes ya le estaba costando respirar, ahora directamente era incapaz de hacerlo. La luz del atardecer iluminaba a la perfección el contorno de la mandíbula de Art, haciéndole ver joven y adulto al mismo tiempo, en como la luz perfilaba su rostro haciéndole ver aún más hermoso. Su cabello negro más largo que de costumbre, una media melena, que, a decir verdad, le sentaba muy bien y en las puntas blancas que lucían más brillantes con la luz del sol reflejado en ellas.
Espera, ¿había pensado que Arterys era hermoso? Debía de haberse dado un golpe contra el árbol sin saberlo. Oh, y tanto. Debía de haberse dado bastante fuerte como para pensar de esa manera en él.
Tragó saliva sintiendo como su garganta se había resecado. Se fijó en sus manos temblorosas que eran alzadas hasta situarse frente al torso del muchacho que seguía encandilado por los extraños fuegos artificiales que estaban probando en el castillo.
Por los Ementals, se habían criado juntos. Ni si quiera eran amigos, o al menos no del todo. Novara siempre que había intentado acercarse a él, este había salido corriendo. Le había girado la cara o se había limitado a soltarle alguna grosería.
¿Por qué iba a gustarle alguien como él? Arrastrarse por un chico que apenas le miraba, ni la valoraba, era una pérdida de tiempo. Más cuando tenía a Osrok constantemente a su espalda, mirándola y dispuesto a algo más con ella, aunque solo fuera físico.
Acabar en un catre con Osrok no era en absoluto lo que había planeado para su primera vez. No era lo que ella pensaba, ni quería, no cuando todo su cuerpo estaba reaccionando por primera vez ante alguien completamente opuesto a él.
Alguien a quien tenía delante.
—Arterys. —Murmuró la chica como pudo para al fin lograr que él apartase la mano de sus labios —. Me gustaría volver a respirar, si me dejas.
Una frase que parecía tan simple y a la vez tan compleja. Unas palabras con un significado tan sencillo y al mismo tiempo tan complicado. Un gesto que no decía nada y a la vez tantas cosas. Novara se obligó a respirar por la boca, a coger todo el aire posible una vez la mano del chico cayó a su costado.
—Disculpa, pensaba que nos habían descubierto y era una especie de alarma.
—Una alarma un tanto vistosa, ¿no te parece? —Las manos de la chica acariciaron su propio cabello apartando los mechones burdeos que cruzaban su rostro.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasía|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...