Capítulo 4 ✺

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En la Corte Sur la festividad era evidente, pero sobre todo en su capital, Shunra. Hogar del gran castillo de cuarzo blanco y azul, el cual gobernaba sobre el resto de casas blancas que lo rodeaban en su proximidad, mientras que a medida que las viviendas se acercaban a la costa estas se volvían más humildes, construidas con madera. Todas ellas aun así decoradas con guirnaldas doradas, relucían por el sol brillante que se alzaba sobre el reino.

Todo estaba siendo preparado para recibir a las tres cortes restantes para un día como aquel, a sus reyes y reinas, sus hijos y cortesanos más importantes. La Alta Lady de la Corte Sur ya se encontraba preparando los últimos retales de su vestido, mientras su general le anunciaba que los preparativos ya estaban listos.

—El Calión ya está preparado, mi Alta Lady.

— ¿Habéis traído a las bestias? — La mujer clavó sus ojos azules turquesa en el hombre, que con una sonrisa torcida y a falta de algunos dientes, trataba de mostrarle su confirmación—. Fantástico, queremos sorprender a nuestros invitados y ponerle las cosas difíciles al resto de participantes. ¡Oh! Éste vestido es exquisito querida, siempre haces maravillas.

— Gracias mi Alta Lady. —Anunció la costurera que se hallaba a sus pies, terminando de repasar los bordados dorados que se encontraban en su esplendoroso vestido azul oscuro.

—Lady....

—Podéis llamarme por mi nombre Farion, no es necesario el protocolo hasta el inicio de las pruebas.

—Por supuesto Alta...Saelen. ¿Vos estáis segura de la participación de su bastardo? Apenas ha recibido un entrenamiento y lleva dos días en palacio. ¿Cuándo su padre marche de nuevo del puerto, quien dice que no partirá con él?

—Por eso vos estáis encargado de la seguridad de Argel y de su fugaz entrenamiento. Yo debo tratar unos temas con Oseus antes de que parta de nuevo hacia mar abierto...Así que quiero que mantengáis alejado a mi hijo de esos piratas hasta el inicio de la prueba.

—Ese muchacho es escurridizo, mi señora.

—Pues espero que tengáis los ojos bien abiertos, no quiero tener que perder tiempo, ni soldados, en busca de un príncipe temerario. Quiero que instruyas a Argel junto a sus nuevos hermanos, puesto que participará en las pruebas, necesito que dé una buena imagen.

—Estamos hablando de su bastardo lady Sealen. La gente ya habla de su llegada, si hace que participe en las pruebas...es muy probable que los cuchicheos no cesen durante un tiempo. Debe tener en cuenta que se agravarán si el niño no gana o sobrevive, sobre todo valorando que casi se ahoga de camino aquí.

—Entonces no perdáis el tiempo Farion y comenzad su instrucción. Y por favor, enseñadle a nadar.

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Argel Gallander ya se encontraba en palacio, lejos de los suyos y de su barco. No había podido despedirse de Darak ni de Yurtu, pues cuando abrió los ojos se encontraba ya en sus futuros aposentos como príncipe de Shunra.

—Por el mar....está vivo. —La voz de un niño aún más pequeño que él resonó por la habitación—. ¡Zalnar, nuestro nuevo hermano ha despertado!

—Boquea como un pez. —Se rio otro chico que parecía tener un silbato en la garganta.

Cuando Argel abrió los ojos, se encontró con dos chicos, uno de ellos de cabello castaño largo, que debía de tener su edad. En aquel instante comprendió que de los tres hermanos que al parecer le había tocado tener, aquel sería el más problemático y travieso, pues ya se burlaba de él imitando a un pez fuera del agua, boqueando de forma exagerada.

—Ronet, deja de burlarte, casi se ahoga.

—Se supone que se ha criado en el mar y no sabe nadar, es patético.

—Vallan, Ronet. Es suficiente.

Argel, que aún seguía recostado en la cama, observaba con temor a esos dos chicos que lo miraban expectantes. En cuanto pudieron, se apartaron para dejar paso al que parecía más mayor. Un chico mucho más alto y fuerte de extensa cabellera rubia recogida en una coleta y ojos azules como el océano cristalino le dio la bienvenida.

—Soy Zalnar Gallander, tu nuevo hermano mayor. El que no deja de hacer el tonto es Ronet y el pequeño es Vallan.

—No pienso perder el tiempo entrenando con el bastardo.

—Ronet...

Antes de que el hermano mayor pudiera detener al otro muchacho, este ya se había marchado de los aposentos. Dejando así que Zalnar ayudase a Argel a sentarse y poder ver entonces al pequeño de los tres hermanos.

Allí, frente a él y con muletas, se encontraba el joven Vallan, un niño de rizos dorados y con una mirada azul turquesa muy parecida a la de sus otros hermanos. Era extremadamente delgado, y Argel no podía evitar preguntarse cómo era capaz de reunir la suficiente fuerza para sostenerse en aquellas muletas de madera, pues sus piernas escuálidas eran incapaces de sostener su peso, quedando así torcidas.

—No hagas caso a Ronet, desde que padre murió en el mar, odia todo lo que proviene de él. Y tú llegada siendo hijo de nuestra madre y proveniente de ese barco no le ha sentado bien.

—Pero yo no tengo la culpa. —Se excusó Argel, aún aferrado a las mantas que tenía sobre sus hombros—. Yo solo quiero irme a casa...Quiero volver con mi padre.

—Me temo que eso no será posible. Ahora eres un Gallander, un príncipe de la Corte Sur...Y no podrás abandonar el palacio.

—A no ser que...

—¿A no ser que qué? —Los ojos de Argel se abrieron de par en par esperanzados, para mirar al joven lisiado que con las piernas levemente torcidas se acercaba a ellos.

Entonces un hombre de cabello canoso recogido en un moño, entró vestido con sus ropajes azules y su armadura dorada en la que resaltaba un sol con un kraken en el centro, el escudo de la Corte Sur. Farion Arandor, el general del ejército solar y entrenador personal de los jóvenes príncipes, irrumpió en los aposentos con una mirada seria al escuchar la conversación que los chicos estaban teniendo.

—A no ser que ganes las pruebas de la unión, joven pirata. —Respondió.


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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora