En un comienzo Vanora no ubicaba aquel nombre, no recordaba donde lo había escuchado antes ni por qué Bugul Noz parecía tan aterrado ante la presencia de aquel hombre. Pero su aura, su propia alma desprendía un poder inexplicable.
Mientras observaba aquel hombre que esperaba pacientemente frente a ellos, Vanora inspiró profundamente para girar sobre sus talones y observar a su amigo quien acababa de pronunciar el nombre del hombre misterioso.
—¿Vanora no saber quién es...?
—Extraño que no lo sepa, hay cuentos sobre mí. Todo Alstaen, o quienes hayan leído las Crónicas saben que...
Entonces lo recordó, supo quién era en el preciso instante en el que mencionó uno de los libros más importantes de los cinco continentes. Las Crónicas del Ayer, un libro que narraba la historia de los primeros reyes de Alstaen, de la fragmentación del reino en las cortes...Y de las historias de Dullahan Somber y Hedas Meradiel.
—Sois el caballero de la muerte. El que combatió contra Arandor y Sedylion.
La mandíbula del hombre se tensó con fuerza al escuchar los apellidos de aquellos hombres a los que él y su amigo se habían enfrentado en un pasado, y por lo tanto los únicos a los que no habían podido vencer.
—Veo que prestasteis atención a las clases que se os dieron. —Contestó Dullahan con aparente aburrimiento. Aún con su daga entre sus dedos, jugando con tranquilidad.
—Pero se suponía que...que estabais en los Dominios sirviendo a la reina.
Ahora sabía quién era, y ya no podía referirse a él ni hablarle como un simple plebeyo como había estado haciendo. Ahora le tenía respeto. Sabía quién era y aunque aquello le aterraba, debía tener en cuenta que era un hombre poderoso y respetado a lo largo y ancho de los cinco continentes. Quisiera o no, estaba frente a una leyenda.
—Oh, la reina de los Dominios...Sí, ella nos encomendó unas tareas importantes en estas tierras derruidas. —El hombre se encogió de hombros, y caminó hasta ellos apartando a Vanora de un empujón el cual la lanzó por los aires hasta una de las paredes del desfiladero—. Oh, no me lo tengáis en cuenta jovencita, no mido mi poder.
¿Cómo había hecho aquello? Simplemente la había rozado con la mano y su cuerpo había sentido una profunda ráfaga de aire lanzarla contra la pared sin sentido alguno. Su espalda se golpeó contra las rocas arenosas, y su rostro chocó contra el barro. Sus músculos rugieron bajo su piel, sus huesos gritaron ante los golpes recibidos, y el corte en su mejilla seguía sangrando a borbotones.
Sus ojos plateados rugieron con fuerza desde el suelo. Su fuego, su ira comenzó a arremolinarse a su alrededor en el instante en el que la daga de Dullahan brilló a la luz del sol contra su amigo Bugul Noz.
Al cual había jurado proteger.
"Somos una familia. No estaremos solos nunca más. Somos un equipo."
Sus propias palabras retumbaron en su mente, y la ira estalló en ella de una forma inexplicable. El fuego que durante tanto tiempo había ardido en su interior y que solo había salido a fogonazos en momentos que ni ella recordaba ahora ardía en sus manos.
Un fuego que escalaba por sus brazos mientras se ponía en pie. ¿El poder? Era fácil de averiguar si ese poder era tan solo una chispa o una fuente abundante de magia. Así era, una de las magias menores llamaba a la puerta de la princesa. La Magia de Ignadere, de fuego.
Sus ojos se habían convertido en plata fundida, brillando con tal fuerza que hasta Dullahan desvió su atención de Bugul.
—Ni se te ocurra hacerle daño. —Amenazó entonces la princesa.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasy|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...