Había buscado a Arterys por todas partes, pero no lo había encontrado. Deseaba dar con él cuanto antes para asegurarse de que estuviera bien, pero nadie sabía bien dónde había acabado esa última semana. De alguna manera que no comprendía era como si se lo hubiera tragado la tierra.
Novara paseó por las calles de piedra viendo como aquellas personas que antes la esquivaban o la miraban de reojo y que no se apartaban de su camino, ahora se echaban a un lado para dejarla pasar. Hara iba junto a ella revisando su bolsa en busca de los viales de cristal en los que se encontraba la medicina que ella solía llevar.
—Creo que lo llevo todo.
—Recuérdame porque vamos a ver a Osrok. — Suspiró Novara mirando en todas direcciones esperando por ver al chico pasar por algún lado. Pero no fue así. Se había esfumado del campamento sin dejar rastro.
—Aunque hace dos días lo vieras hecho y derecho, tiene una herida infectada y necesita atención.
—¿Y no puede ir a la enfermería? —Su voz era dura y todos aquellos que la escucharon se apartaron del camino de ambas para dejarlas pasar. Novara siguió caminando con la vista al frente, con sus ojos cargados de hielo.
Hara la observó en silencio mientras avanzaban percatándose de la frialdad en cada uno de sus gestos, en cómo algo había cambiado en ella. Sus movimientos ya no eran despreocupados, sus pasos eran más militarizados, su espalda se erguía más recta y su barbilla lucía alzada. Aquellos ojos plateados que refulgían contra la luz del sol brillaban con el lema del norte grabado en ellos a fuego y sangre.
"Eternos como las montañas. Implacables como el hielo. Despiadados como el invierno."
—Novara, espera. —La chica la agarró del brazo al girar por una de las calles de piedra derruida, frenando su avance antes de entrar en la que sería la casa del paciente al que iban a visitar—. Los altos rangos, los protectores que están por debajo de Hedas no quieren que te acerques a Osrok o a nadie que pueda darte cierta información...Pero yo estoy saltándome esas reglas por ti, estoy poniendo mi cuello en juego para que encuentres...
—A Arterys. — Se adelantó Novara. Hara suspiró en confirmación y sus hombros se relajaron al comprobar como ese hielo que había en los ojos de su amiga ahora se derretía ante el nombre del chico.
—Si Osrok tiene información, a la única persona que puede contárselo es a ti.
—¿Por qué iba a contarme algo sobre Arterys? Eso podría hacerle perder valor ante Hedas, en que su mentor no confiara en él.
—¿No te lo ha dicho Dullahan? Osrok y Arterys fueron los primeros en internarse al castillo, después de Zelik...—La voz de la fae se rompió durante unos instantes, pero se aclaró la garganta lo más rápido que pudo para no echarse a llorar de nuevo por el vacío que él había dejado en ella—. Lucharon juntos para encontrarte. De alguna manera se aliaron, hicieron una tregua por ti. Te admira.
¿Osrok Cabello de Bronce la admiraba? Eso sí que era sorprendente. Hasta hacía meses habían intercambiado las mínimas palabras. Una competencia que había ido creciendo con el tiempo y que al final había generado entre ellos un buen rollo que sin duda ella se alegraba de tener. Era el único que parecía tomársela un poco en serio.
—La admiración no me sirve de nada si no me da respuestas. —Novara se colocó mejor el cinturón y echó un vistazo a la casa del chico que estaba al final de la calle. — Y más le vale decirme donde está Arterys, porque no voy a permitir que los perdamos a los dos.
—Novara...
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La pequeña casa de Osrok estaba mejor de lo que Novara o Hara hubieran imaginado. El suelo estaba más limpio de lo esperado y los premios que el chico había conseguido brillaban en las paredes o en los muebles que él mismo había restaurado. Las velas se repartían por las paredes iluminando los rincones donde el sol no alcanzaba.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasia|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...