Capítulo 21 ❆

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Rodeados por aquellas figuras oscuras y sin apenas visualizar ninguna salida, Vanora fue consciente de la pésima idea que habían tenido. Solo querían demostrarles a sus padres que no por ser un tullido o una princesa reducida a ser una mísera joya que mostrar al mundo, no podrían lograr nada. Siempre se daba por perdidos a los tullidos, no importaba si fueran nobles o míseros campesinos, no podían luchar, no eran útiles para nada según lo que la gente mencionaba...Pero Vallan Gallander poseía una astucia y una curiosidad que ni el guerrero más experimentado podría soñar. Aquel pequeño, que a simple vista no parecía estar predestinado a ser la mano de alguno de sus hermanos que, probablemente acabaría siendo el rey. O quizás él mismo lograse hacerse con ese puesto, aunque no pudiera montar solo a caballo, ni alzar una espada, y mucho menos correr tras sus enemigos. Algún día lograría ser alguien importante para la Corte Sur. Y en cierta medida, entre él y Vanora había florecido una amistad.

—Vamos...

Vanora ayudó a Argel para, juntos, subir a Vallan que a duras penas lograba sentarse en la montura y sostenerse. Sus ojos cubiertos de lágrimas observaban entonces a su hermano mayor que seguía en guardia esperando a que alguno de ellos se lanzase, o usaran de nuevo sus poderes contra ellos.

—Ciudad los unos de los otros, ¿de acuerdo? —Zalnar clavó entonces sus preciosos ojos azules en los de sus hermanos, dedicándoles una sonrisa afable y confiada. —Sois familia. Ronet lo entenderá con el tiempo, pero debemos estar unidos. Pase lo que pase.

—Si...—Contestaron los dos hermanos al mayor.

—Prometérmelo.

Vanora decidió que aquello no iba con ella, por lo que se alejó un poco para seguir sosteniendo la espada y evitar que los Espectrals se acercasen más de la cuenta. La familia debía despedirse por si tal vez no volvían a verse. Pero aquello no pasaría, ¿verdad? Zalnar Gallander era uno de los mejores soldados con la espada, su habilidad y potencia en la lucha era similar a la de un león dorado.

Zalnar se acercó entonces a sus hermanos y arrancó los broches de su capa azul para así darles estos a sus hermanos. Dos grandes soles con Akren, el Emental del sur que los protegía, en su interior. Las olas se situaban justo debajo de la figura del Emental, haciendo referencia por supuesto, a su corte. El sol y el mar. Su capa se perdió entonces en el viento que salió volando de allí antes de que sus hermanos pudieran atraparla.

—Son tus amuletos...Nunca te has desprendido de ellos, hermano...

—No soy yo el que necesita protección ahora, Vallan.

—¡Vais a enfrentaros contra los Espectrals...! No sabemos si llegaremos a tiempo, si podréis regresar, si...

Las manos de Zalnar llegaron sin problema al rostro de su hermano, aunque este estaba sobre el caballo, acariciando sus mejillas con ternura y comunicándose en silencio. Vanora fue consciente de la altura del heredero, era realmente alto.

—No me abandones...lo prometiste.

—Os lo juré a ambos. —Zalnar agarró de la chaqueta a Argel que permanecía con la cabeza gacha dejando que la sangre goteara de su barbilla al suelo. Al acercarlo, lo agarró por la nuca para así obligarle a mirarlos. —Pero si yo no puedo protegeros ahora, debéis estar unidos. Somos Gallander, más allá de cualquier cosa, somos familia.

Argel asintió lentamente observando como aquel que iba a tomar como referencia también iba abandonarle, como el chico al que pretendía seguir y escudarse tras su espalda, ahora tomaba una decisión que tal vez, haría que no volviera a verle.

—Os quiero hermanos. Decirle a Ronet que también le quiero, por si no puedo volver a verlo...—Zalnar sacó de su cinturón la daga de la familia Gallander. Una hoja de oro pulido, insertada en un mango de plata con adornos dorados y esmeraldas. Terminando así en una empuñadura con un gran sol. —Pretendía darle esto justo antes de venir, pero no lo encontré.

Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora