Capítulo 24 ❆

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Los días posteriores a su rescate Vanora seguía sin confiar del todo en Bugul Noz. Podía parecer descabellado desconfiar de la única criatura que se había preocupado por ella, o tal vez era inteligente por ello, pero no podía evitar mantenerse en alerta. Al fin y al cabo, era norteña, y aquello debía notarse en algo.

Sin embargo, Bugul no se rendía fácilmente, y parecía dispuesto a sanarla y cuidar de ella hasta que se recuperase, y así se iba ganando la confianza de la joven. Ayudándole a sanar sus heridas, y mostrándole como debía preparar el ungüento que le estaba sanando de forma tan eficiente. Desconocía de qué se trataba la extraña mezcla de hierbas, frutos secos y algún que otro insecto de extraño aspecto. Pero funcionaba, y eso era lo único importante.

Así pasaron los días, entre pequeñas clases acompañadas de breves explicaciones, y una amistad que se iba forjando entre pocas palabras, y muchos silencios. De alguna forma que Vanora no comprendía, el resto del bosque parecía rehusar de la compañía de Bugul. En cómo esa pequeña criatura soltaba un extraño sonido que servía para advertir al resto de habitantes del bosque, y que así huyeran de él. Pero... ¿Por qué?

¿Por qué motivo se boicoteaba de aquella forma? Se negaba a creer que quisiera permanecer solo para siempre. ¿Quizás huían de su aspecto? ¿Por qué podía parecer peligroso? ¿O tal vez el motivo era, el no ser demasiado agraciado? De cualquier forma, aquella criatura tenía más complejos de los que Vanora hubiera visto en un comienzo. Y la "sociedad" del bosque no parecía muy diferente a la de los mestizos de Alstaen.

—¿Así?

La muchacha observó a su nuevo aliado, que sentado en el suelo y con una roca afilaba la punta de una de las flechas. En cómo juntos habían montado su propio arsenal de flechas, y en la más que evidente diferencia entre las que Bugul fabricaba, con rapidez y perfección, a las de Vanora pues eran desiguales y torcidas.

Bugul se limitó a mirar la flecha en silencio y negar con la cabeza antes de seguir afilando más la punta. Desde luego era mejor no decir nada, el trabajo artesanal nunca había sido el fuerte de la princesa. Ni siquiera en el castillo de Kastakor, su hogar en el norte, había sido capaz de hacer un bordado, ni reparar los botones de sus abrigos de invierno.

En ocasiones, la joven no podía evitar pensar que quizás se le daba mejor destruir y estropear las cosas que arreglarlas. Ya que, para sanar a alguien, o reparar algo hacía falta paciencia, técnica, y una habilidad que el tiempo no parecía dispuesto a darle. Y siendo sincera...Ella tampoco estaba interesada.

A veces, hubiera deseado nacer en otra corte, o siendo un hombre más que una mujer. Aquello, esa simple diferencia podía suponer tener más privilegios que otros, ser más respetado, ser más importante...Poder optar a aprender artes que, dependiendo la Corte, estaban prohibidas para una dama.

Y por dios...

Estaba harta de ser una dama. Apenas siendo una niña, estaba harta de lo que le había tocado ser, y vivir. Y como su buen amigo, (y temerario) el pequeño príncipe del sur, Vallan Gallander, les había tocado madurar antes de hora para, aprender habilidades que otros no necesitaban, por estatus, por la suerte que habían tenido, y que en cambio ellos no. Ellos debían buscar sus propias armas, habilidades para sobresaltar entre los demás.

Y no les había ido mal, hasta aquel día.

—¡Esto es ridículo! —Vanora lanzó su flecha arqueada contra una de las rocas cubiertas por musgo que descansaban al lado de Bugul—. ¿Para qué quiero aprender a hacer flechas? Enséñame a cazar. ¡Soy una princesa, no una herrera!

Bugul no abrió sus finos labios, apenas hizo un movimiento. Observaba detenidamente a la pequeña, que presa de la frustración parecía dispuesta a clavarle la flecha. ¿Paciencia? Esa palabra no era conocida en el norte. Y aunque aquello podía volverla insoportable en ocasiones, Bugul en el fondo conocía el carácter de las cuatro cortes. Y por primera vez no estaba solo, y sabía que aquella compañía sería la única que tendría en mucho, mucho tiempo. Al igual que ella.

Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora