No podía respirar. Por más bocanadas que tratase de dar, era imposible mantener el flujo de oxígeno de forma constante para que llegará a todo su cuerpo. El agotamiento iba haciendo mella en ella. Vanora era consciente de que aquella criatura les pisaba los talones y que antes o después llegaría a ellos. ¿Y que les haría? No lo sabía, y no estaba segura de querer averiguarlo nunca.
Solo el bosque pasando a toda velocidad a su costado, el viento azotándole el cabello y el frío cortando sus mejillas, era la única compañía que había en aquel momento y la única certeza para saber que su vida volvía a correr peligro.
Bugul se tropezó antes de que pudiera siquiera salir del desfiladero. Su delgado y pequeño cuerpo rodó entre el barro, descansaba entre las rocas descansando. Herido en la pierna, que yacía torcida en una extraña posición, sus quejidos resonaron por el lugar. Vanora no tardó en llegar hasta él, y en plena carrera frenó de golpe para agacharse al lado de su pequeño amigo. Con el corazón latiendo en sus oídos. Aún, con la sangre bombeando por su cuerpo como si fuera fuego.
Aún...con la certeza de que todo estaba a punto de cambiar una vez más.
—Bugul no poder correr más...
—¿Qué? Claro que puedes. ¡Vamos!
—Bugul estar muy cansado y dolorido. Estar herido.
La princesa no podía creer que otra vez estuviera en una situación como aquella, en la que quisiera o no, la posibilidad de que alguno de los dos quedará atrás era de nuevo demasiado real. Demasiado aterradora.
Su cabeza iba a mil por hora, tratando de pensar en cien posibilidades para sacar a su amigo de allí, y llevárselo consigo. No quería dejarle atrás. No podía permitir que eso sucediera, y aunque apenas tenía tiempo para pensar, su corazón rugía con fuerza contra sus costillas, rogándole que siguiera corriendo si no quería morir.
No, no pensaba hacerlo. No iba a dejarle atrás, y mucho menos dejaría a Bugul enfrentándose contra aquella criatura. No saldría vivo. No, no lo haría. Y por los Ementals, juraba que no pensaba dejar morir a nadie más que le importase.
—Bugul va hacerme caso a mí, Vanora Cadogan. Quiera él o no. —La voz de Vanora era autoritaria, y es que, a pesar de su corta edad, era una mujer con carácter.
—Vanora no entender quién es él. No entender el riesgo que corre.
La princesa se arrodilló donde se situaba su amigo, aún con las venas latiendo por todo su cuerpo. Con aquella sensación de tener mil posibilidades al alcance, desde salir corriendo sola a quedarse junto a su amigo. De alzar el arco y encararse a aquel asesino, o bajar la cabeza y arrodillarse pidiendo piedad.
—Él no querer a Bugul. No querer a criaturas como yo, él busca niños...Secuestran a...
Una flecha cortó el viento y es que el ruido fue captando de forma extraordinaria por los oídos de Vanora, que gracias a su entrenamiento ya podía identificar sonidos concretos. Sin embargo, su rapidez seguía siendo algo a mejorar, pues cuando la flecha cruzó por su lado, la punta bien afilada cortó su mejilla dejando un corte justo en su pómulo izquierdo.
—¡Vanora tener que correr! ¡Ahora! —Su voz era desesperada, y es que las luciérnagas que revoloteaban a su alrededor ahora se movían nerviosas. Sus pálidas mejillas eran testigo de las lágrimas que el pequeño monstruo dejaba fluir por primera vez en mucho tiempo.
—¡Que no! ¡No voy a dejarte solo! —Gritó de vuelta la pequeña, para así ponerse en pie aún con el corte horizontal justo debajo del ojo, sangrando, ardiéndole—. Ya puede ser el mismísimo diablo, o el rey loco que no me marcharé a ningún lado. Otra vez no.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasy|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...