Vanora Cadogan era consciente de la complicada situación en la que se encontraba. Apenas había pasado una semana, y los Altos Lores habían comunicado al pueblo que la siguiente prueba quedaría suspendida hasta asegurarse del bienestar de los participantes. Aunque lo cierto era que Lady Saelen-Lir Gallander desconfiaba del rey Cadogan, y no deseaba ninguna trágica muerte en las pruebas de la unión.
Banon Cadogan su hermano, el cual tenía la misma edad que ella, había permanecido a su lado todos los días, aguardando en la puerta con la esperanza de protegerla si alguien más intentaba matarla. Su relación era buena, casi perfecta. Ambos se tenían el uno al otro y podían confiar en las buenas intenciones mutuas para ayudarse y protegerse.
—No creo que sea buena idea salir. Deberíais descansar, vuestras heridas no han cerrado.
Banon se encontraba en un sillón de terciopelo azul con su espada sobre las rodillas y, aunque temblaba debido a la preocupación, en sus ojos brillaba cierta determinación que Vanora no podía dejar de admirar.
—No pretendo quedarme encerrada cual princesa en sus aposentos toda la vida, hermano.
—Estáis herida, ¿Cómo debo decirlo?
—¿Qué queréis Banon? ¿Qué me quede encerrada en mi alcoba para siempre? Estoy cansada de esto, en el Norte padre manda, pero aquí no.
—Vanora...
—Sabéis tan bien como yo lo que sucedió en la prueba, en como padre colocó la llave que debía liberarme en el cuello de nuestra madre. Su intención era acabar conmigo aquel día y...
—No es cierto, conoces a padre. Seguramente solo pretendía ponerte las cosas difíciles.
Vanora no pudo evitar reírse. Con aquella característica risa helada que lograba congelar a cualquiera que la escuchase. Sabía bien cómo era su hermano, pues prefería pensar que Barius Cadogan, el rey y Alto Lord del norte no era tan malo como aparentaba. Además, siempre pensó que su hermano no tendría el coraje de enfrentarse a él, por lo que era mejor tenerlo como aliado que no como enemigo.
—Estuviste presente Banon... ¿Crees que el Kárima no me habría devorado? Si no me hubieran ayudado los príncipes sureños y la chica del Este, mi cuerpo yacería ya frío en la arena.
Ante aquellas palabras, el joven príncipe norteño aún tembloroso, bajó la cabeza. Era consciente de la dureza de sus palabras, y que su hermano era más sensible que ella en aquel aspecto, pero si iba a ser el heredero del norte debía comenzar a plantearse las situaciones difíciles y enfrentarlas.
—No quiero que salgáis de la alcoba por muchas razones hermana, entre ellas que no me fío de las órdenes de padre a nuestros soldados. —Vanora hizo el amago de interrumpir a su hermano, pero este continúo hablando —Y he escuchado a los Altos Lores dar órdenes a sus mejores guerreros para combatir a los Espectrals y mantenerlos a raya en el cuello...
—Así que la amenaza es real. —Murmuró Vanora pensativa mientras se ponía en pie para arreglarse los pantalones de cuero marrón que llevaba. —Realmente existen y han vuelto.
—Ambos creemos que nunca se fueron, y los Espectrals sólo obedecen órdenes del Señor de las Tinieblas. —Recordó su hermano. —Los norteños somos los que tenemos más conocimiento sobre lo sucedido en las Ruinas de Alstan, los Espectrals y todas sus leyendas. Pero según lo que mencionaron los Altos Lores...parece ser que ellos también han investigado. La cuestión ahora es...
—¿Quién es el Señor de las Tinieblas? Escuché a los Altos Lores mencionar la posibilidad de que Aran el rey loco no hubiera muerto, por lo que es probable que sea él quien está planeando atacarnos.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Fantasía|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...