Un manto blanco los acompañó en su trayecto. Los había estado incordiando desde hacía semanas, pero al fin, y después de tantos días de frío y hambre, llegaron al lugar indicado. Todo el campamento se había vuelto a mover de sitio e internándose en lo más profundo del Bosque Muerto, un nombre que ya poca justicia le hacía al sitio, encontraron una antigua aldea ya reducida a cenizas. Su nuevo hogar. Sus escombros fueron ideales para que los adultos montasen allí sus pequeñas posadas durante los días siguientes, cobijados por arboles de grandes troncos desnudos, torcidos y cubiertos de nudos se habían convertido en el mejor refugio.
Novara se deshizo de su capucha para observar a Hara que ya deambulaba de un lugar a otro claramente nerviosa por lo que les esperaba. Desde antes de partir, Hedas había mencionado que ya iba siendo hora de que las niñas se pusieran a prueba junto a sus hombres. ¿Hombres? Zelik y Art apenas eran dos años mayores que ellas. Era tan ridículo que Novara tuvo que esforzarse por no burlarse frente al comandante.
—¿Crees que será horrible? ¿No saldremos ahora verdad? La tormenta de nieve a amainado estos dos días, pero, y si...
—Hara, recuerda respirar. —Murmuró la princesa cubriéndose el pecho con la capa, la cual tenía piel de borrego en su interior, propiciándole así más calor en el que refugiarse en aquellos días. Los ojos grises de la pequeña miraron a su amiga que estaba a su lado y frente a una de las hogueras que habían repartidas por la zona apoyó la cabeza en el hombro de la niña.
—¡Perdón! Sé que no querías, que no te gustaba el contacto, que tú y yo no somos...—Hara se apartó de ella con rapidez, moviendo las manos frente a su cara en un intento desesperado de pedir disculpas.
—¿Amigas? —Preguntó con curiosidad Novara, alzando una ceja y con una sonrisa traviesa hizo que su acompañante se relajase después de meses de no saber si la relación que habían forjado podía denominarse así. —Creo que lo somos desde hace un tiempo.
—¿Y te parece bien? Quiero decir, sé que no querías...Que yo quizás era, soy—Se corrigió al momento con voz temblorosa y acelerada. — Muy pesada, pero pensé que después de los entrenamientos, y de todo lo que hemos pasado...
—Me equivoqué. —Se sinceró al fin la pequeña.
—¿Qué? —Los ojos miel de Hara se abrieron tanto que Novara no pudo evitar pensar que tal vez se le caerían de las cuencas. Pero a pesar de su desfigurado rostro por la sorpresa, seguía siendo tan dulce como siempre. Una risa avergonzada e incómoda salió de los labios de Novara mientras observaba la estupefacción de la niña.
—¿Al fin os vais a casar? —Murmuró como su típico tono burlesco Zelik. Poniendo morritos y lanzando besos al aire, apareció enfundado en otra de las capas grises que lucían todos. Su cabello azul eléctrico brillaba con más intensidad ante el blanco del paisaje, y sus ojos por igual desprendían mucha más energía que en días anteriores. —¿Os vais a dar besos y esas guarradas?
—¿Por qué? ¿Tú también quieres uno? —Le contestó Novara ante las mejillas coloradas de Hara que se dejaba caer en uno de los troncos cercanos a la hoguera y se cubría el rostro con las manos. Novara estalló a reír cuando Zelik comenzó a decir que aquello eran estupideces, y que los besos eran cosas asquerosas que hacían los adultos.
Tras un rato de risas, y ya cuando Hara se había relajado lo suficiente como para volver a mirar a Zelik a los ojos, la conversación volvió a fluir con normalidad. ¿Y qué era la normalidad? Arterys y su ausencia. Los ojos del Cambiante, deambularon por las capuchas que paseaban a su alrededor observando a niños y adultos cargar con suministros y charlar de un lado a otro.
Novara sabía que, si Zelik Omenak se había acercado a ellas, y en parte comido su orgullo, era precisamente por Arterys. Él era el único con el que hablaba, y cuando no lo hacía permanecía encerrado en su tienda de campaña leyendo los manuscritos de Hedas, o siendo torturado o entrenado por él.
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Los Secretos del Rey ❘ Libro 0.1 Precuela ❘
Viễn tưởng|Novela COMPLETA| Vanora Cadogan y Argel Gallander no tienen nada en común. Ella es la princesa de la Corte Norte, un lugar frio y desolado y él un príncipe pirata de la Corte Sur. Es entonces cuando sus destinos se ven unidos y todo cambia. Argel...