CAPÍTULO VEINTE P2

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ARABELLA

Toma mi cara entre sus manos con los pulgares, quita los restos de lágrimas y complemento todo dejando un beso sobre mi frente pero yo vuelvo a abrazarlo.

— Por favor dime que estás bien ... — susurra pero yo sigo sobre su pecho la voz la tengo atorada en la garganta aun así con el corazón partido me separo un poco y lo observo para solo asentir, como no puedo leer sus emociones él me atrae de nuevo y vuelve a abrazarme generando que los sollozos y después el llanto descienden lentamente por mis mejillas.

Odio cuando me vuelvo vulnerable.

— ¿Me puedes sacar de aquí? — pregunto entre hipidos

— Por supuesto — me pasa una mano por los hombros medio abrazándome y abre la puerta para que podamos salir, antes de cruzar el pasillo hacia el exterior saca de su bolsillo un par de lentes y me los pasa, debe darse cuenta de lo mal y deplorable que debo verme así que sin pensarlo mucho me los pongo

Cruzamos por una de las salidas de emergencia y llegando al parqueo en donde me señala su automóvil, la inercia por alejarme de este lugar me hace montarme a toda prisa reaccionó un poco más cuando ya habíamos salido del estadio y nos internamos en una de las muchas avenidas de Londres.

— Gracias por sacarme de ahí — el asiente y yo me abrazo a mí misma con tal de darme un poco más de seguridad

— ¿Te molesta que nos alejemos un poco más de todo esto? — me pregunta y señala la carretera

— Entre más lejos mejor — respondo porque la comodidad que justo ahora siento a su lado no la cambiaría por nada del mundo

El atardecer va pintando todo a nuestro alrededor, la carretera es muy transitada pero en fracción de minutos todo cambia cuando giramos en dirección del Condado Cotswold, ahora el paisaje se vuelve rural y tranquilo, colinas verdes, bosques, casas de teja, antiguas y demasiado demacradas por la humedad

— ¿Vienes muy seguido por aquí? — pregunto cuando nos detenemos frente a una de las muchas casas, solo los faroles alumbran toda la calle

— No tanto como me gustaría — abre su puerta — Bajemos — me señala la casa continua

La brisa helada me cala hasta en el alma pero por suerte no tardamos en entrar a la casa, el aroma a madera y canela es exquisito justo decorado al estilo rústico y clásico, todo parece estar sacado de una película de los años setenta.

— Ponte esto — Octavio me ofrece una de sus sudaderas causando que su aroma masculino me llene el cuerpo cuando me la pongo, camina por uno de los pasillos y yo lo sigo entramos a lo parece ser la cocina esta vez no sé porque él se nota más relajado y pasivo que otras ocasiones, me siento en una de las sillas quedando de frente sobre la barra, un papel extendido sobre la barra llama mi atención

— ¿Qué es esto? — lo tomo para darme cuenta que es un plano arquitectónico

— Un de muchos hobbies — se acerca y me entrega una taza de café que dejó de lado para seguir observando el plano

— Tienes mucho talento — observó cómo marcó con sumo cuidado todos los detalles — ¿Terminaste tu carrera de arquitectura ? — volteo para observar como el asiente y bebe de su taza

— Fue complicado lidiar con dos cosas a la vez pero no imposible, debía tener un plan B en caso de que algo saliera mal — dejo el plano tal como estaba

— Qué deseabas más ¿ser arquitecto? o ¿deportista?...

— Ser arquitecto — me sonríe de lado — En ocasiones tenemos que tomar decisiones difíciles y me tocó decidir si hacía caso a lo que mi corazón dictaba o a lo que mi mente ordenaba

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora