CAPÍTULO OCHO

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OCTAVIO

¿Qué mierdas pasó en Australia? Bueno, ni yo mismo lo sé.

Algo cierto es que en la vida nada es seguro y todo es un completo acertijo muy difícil de entender, ¿Qué carajos me pasaba por la mente? ¿Cómo puedo cocinarle a mi peor enemiga?

 Estoy jodido de tantas preguntas que tengo dentro de la cabeza, Arabella no es importante para mí pero una fuerza extraña que brotó dentro me obligo a hacer cosas que realmente no quería hacer, ahora por su maldita culpa tengo muchas preguntas e interrogantes que no me dejan en paz yo no suelo ser el tipo de persona romántica que deseas tener cerca de ti pero ella saca facetas mías que desconocía completamente, al menos ahora tenemos mucha tierra de por medio que nos separa, eso lo agradezco enormemente y ruego al cielo que así se mantenga.

Aterrizamos nuevamente en California justo cuando bajamos del avión Marcelo desaparece en algún punto de mi vista, supongo que debe tener algo importante que hacer.

 Por la infame culpa de Lucas tengo que estar de nuevo aquí y todo porque gracias a que la doctorcita milagros que atendió nuestro aparatoso accidente encontró según ella un buen fisioterapeuta que nos asegura resultados en un tiempo récord la parte buena de esto es que entre más pronto salga de este circo más pronto regreso a mi rutina habitual.

El taxi me deja frente al complejo de edificios departamentales que ya conocía desde antes y me ayuda a bajar mi maleta, el recibidor y todo a su alrededor está idéntico a como lo recordaba, una vez que llegó al piso donde está mi departamento puedo instalarme con completa calma y tranquilidad, mañana será un día importante por el veredicto sobre las rutinas y procedimientos para mi recuperación.

La mañana es calurosa y soleada, corro un par de kilómetros para despejarme, desayuno algo ligero y me alisto para la cita con la doctorcita milagros, que insistencia de la señora por seguir atendiéndome, aunque admito que es buena en su trabajo y bastante discreta pero se está tomando atribuciones que no le corresponden como el decidir qué fisioterapeuta es mejor.

En teoría esa parte es trabajo de Marcelo ya que él es mi entrenador admito que estos ligeros detalles comienzan a calarme lentamente, de nuevo me veo en la aparatosa obligación de tomar taxi, si tan solo alguno de mis hijos estuviera conmigo esos detalles se resolverían solos, gracias Lucas por hacer que todos regresaran a mi casa, me las pagarás.

El camino relativamente es corto si quitarnos el tráfico y las adversidades, pero obviamente que eso no va a pasar avanzamos un tramo más y un pequeño bloqueo de tránsito nos detiene unas cuadras antes de llegar a la clínica, como nadie se mueve y los nervios se me están terminando, le pagó al chofer y mejor camino hasta el lugar.

 Al llegar veo un complejo clínico de bastantes especialidades su fachada rústica le da el toque de elegancia y opulencia que grita dinero, la acera está decorada con palmeras y flores de muchos colores, subo por las escalerillas y abro la puerta de cristal, por dentro un enorme jarrón de más de dos metros puesto sobre una mesa es lo primero que veo, que asco tantas flores, la recepción queda en una esquina y el perfume de las flores me da alergia me acerco y una enfermera pelirroja curvilínea me escanea con la mirada hasta detenerse más de lo necesario en mi pecho como si tuviera rayos láser en lugar de ojos, carraspeo y golpeo los dedos sobre la barra para llamar su atención, parece ser que mi gesto la saca de su trance porque levanta la mirada y me retuerce la boca exasperada.

— ¿A quién busca? — pregunta asqueada

— A la doctora Sanz — respondo también de mala gana

— Piso diez — desliza una tarjeta de visitante sobre la barra, la tomó y sin darle una respuesta caminó por los pasillos hasta encontrar los elevadores, dentro de la caja metálica presionó el número y comienza a subir, se detiene y salgo, frente a mí se extiende un pasillo amplio de muchas puertas con números consecutivos, ¿cómo carajos sabre cual es la correcta? me detengo en la primera y estaba a nada de tocar cuando se abre abruptamente delante de mis narices

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora