CAPÍTULO VEINTISIETE

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OCTAVIO

— ¿Cómo te sientes? — me acerco a la camilla, le acarició la cabeza, ella se remolinea algo incómoda pero poco a poco va abriendo los ojos Sus párpados están hinchados, despierta algo desorientada, se talla los ojos intentando sentarse pero no puede así que me acerco para ayudarla y pueda quedar más cómoda.

— ¿Cómo salió todo? — se rasca la garganta, por reflejo le pasó el vaso con agua para que beba — Gracias — lo toma de un tajo hasta que lo deja vacío

— Todo está bien, tu cirugía salió perfecta... — suspira pausadamente, veo como una sonrisa completa se pinta en su cara — Te recuperaras muy pronto rubia — sonríe y aprieta mi mano.

Mi cuerpo se siente magullado y agotado en todos los sentidos por las últimas veinticuatro horas, todo ha sido demasiado rápido supongo que eso no ha pasado desapercibido para Lucas y Marcelo porque en seguida que me sacaron a fuerzas del hospital, según ellos, yo tenía que descansar me rehusaba a hacerlo pero la rubia se puso en un plan muy pesado que obligó a todos a irse, solo hubo una ligera excepción con sus padres que la forzaron y acepto que ellos no se fueran a sus respectivas habitaciones de hotel para descansar.

— Conseguí lo que me pediste — en el automóvil de camino a la villa Lucas me entrega un folder membretado y bien sellado

Marcelo nos dio una mirada pero rápido se regresó su atención hacia la carretera, ignorando eso me concentré en la información que venía en el folder, yo sé que ella no está tranquila sin saber qué está pasando realmente pero por ahí dicen que decisiones desesperadas generan medidas desesperadas.

En mi habitación de la villa abrí el sobre que me entregó Lucas, para conseguir esto me vi en la necesidad de contratar un agente privado que buscara a Izan, sé que el infeliz está aquí y eso para nada me deja estar tranquilo, no hay más opciones, por dentro hay cinco hojas perfectamente redactadas con cada movimiento que ha hecho en los últimos tres días, por lo que veo ha frecuentado bares de mala muerte, viejos amigos que tenía tiempo de no ver, entre comillas él hace creer que vino a competir pero yo no me creo eso, hermosa sorpresa frente a mí, no ha estado solo y diría que para nada desocupado, antes de que esto pueda avanzar tomó el teléfono de la habitación pidiendo ver a mi agente y a mi entrenador.

— ¿Qué sucede? — los susodichos no tardaron ni diez minutos cuando aparecieron sus caras detrás de la puerta — Octavio dínoslo...

— Véanlo por ustedes mismos... — les arrojó las hojas sobre la mesa

Lucas lo toma primero y lo examina rápidamente, Marcelo por el contrario se toma su tiempo y cuando termina las suelta bruscamente, su rostro cambia a uno de preocupación — Esto es bastante serio — menciona en dirección de Lucas que responde pasándose las manos por la cara

— No debe interesarnos porque no es nuestro problema... — aclara Lucas en tono algo molesto, Marcelo se quedó observándome fijamente como si me leyera el pensamiento, el me conoce desde hace muchos años

— La final se programó para dentro de tres días y ya no hay cambios Octavio — Lucas se atreve a señalarme con el dedo

— Ya lo sé, harás todo lo posible y lo imposible también porque yo quiero ver a Arabella en esas gradas...— habló con firmeza en dirección de los dos

Tomó mi sudadera y los dejó ahí plantados en medio de la habitación, no pensaran que yo les daría algún tipo de explicación o detalles sobre lo que voy a hacer, ellos solamente deben hacer su trabajo y con eso me basta. 

Baje por las escaleras hasta el gimnasio, entrenar un poco no me caería nada mal, por los monitores se transmitían las competencias de natación y después seguirán las de tiro con arco, prestaba un poco de atención a lo que hacían que no me di cuenta de la mierda que se paró justo a mi lado hasta que su apestosa colina pego en mi nariz, ¿tantos años después y sigue usando esa horrible colonia? Que imbécil.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora