CAPÍTULO VEINTISEIS

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OCTAVIO

La camilla avanzaba a toda velocidad por los pasillos del hospital, yo corría como loco con todas mis fuerzas detrás de ella, a mí me importaba un carajo el que chocará con las persona o empujara a quien se me paraba en frente, Sebastien y los padres de Arabella venían detrás de mí pero atravesando la sala de urgencias nos detuvieron dos enfermeras para ya no dejarnos pasar, perdí de vista a Arabella detrás de las enormes puertas con un letrero que decía sala de emergencias. Conforme los minutos pasaban los ánimos caían por el suelo, todos en silencio en plena sala de espera generaba una mezcla muy extraña a punto de estallar, Darío, Laura y los padres de Arabella incluso yo hemos preguntado hasta el cansancio por su estado actual, pero absolutamente todos nos dan largas y nadie tiene una respuesta concreta.

— Ahí viene el médico — señala Sebastien a un sujeto con bata blanca

— ¡Doctor! por favor, dígame como esta... — de un brinco me paro y el médico se nota un poco sorprendido por mi tacto aprensivo en su brazo, algo apenado lo suelto

— ¿Usted qué parentesco tiene con la paciente? – pregunta enarcando una ceja dudoso

— Es su novio — contesta de inmediato el padre de Arabella detrás de mí y me hago a un lado para dejarlo pasar — Nosotros somos sus padres ¿cómo está mi hija?

— Seré muy honesto señor, su estado es grave, detectamos una tendinitis rotuliana lo cual es una de las lesiones más comunes en la rodilla y se distingue por causar irritación en la piel e inflamación en uno o más de los tendones que conectan a los músculos con los huesos, lamentablemente es una lesión que le ocurre a muchos atletas...

— Pero, ¿se pondrá bien mi hermana? — interrumpió apresuradamente Sebastien

— Si, por lo general son agudas al grado de incapacitantes pero la mayoría de los casos se tratan mediante cirugía

— ¿En su caso aplica eso? — pregunta Darío detrás de mí

— Si, para su caso la única solución es operar de inmediato, así evitaremos que afecte más su pierna y su movilidad...

— Haga los preparativos necesarios Doctor, de inmediato — demanda en voz alta el padre de Arabella, todos nos quedamos en silencio ante su tono de voz, yo jamás lo había escuchado, el médico asintió y se alejó para hablar con las enfermeras, Darío junto con Laura se alejaron hacia una esquina y empezaron a hablar por teléfono

— Ella se pondrá bien — la mano de Sebastien se puso alrededor de mi hombro — Iré con mis padres al hotel para cambiarnos de ropa ¿quieres que te llevemos?

— No, yo quiero quedarme aquí, si más tarde dejan que pasemos a verla yo quiero entrar...

— Bien, no tardaremos mucho

Vi cómo salieron del hospital Sebastien y los señores Ferrera minutos después Darío y Laura también se fueron con la consigna de hablar con los medios y la federación sobre la situación, ellos tratarían de calmar todo el alboroto que causó el accidente, yo me quede en la sala de espera por si había algún cambio.

El sonido de llamada en mi teléfono me despertó, ¿en qué segundo me quedé dormido?

— ¿Diga? — pregunte en tono adormilado, me refregué un poco los ojos para aclarar mi vista

— ¿Dónde estás? — la voz ansiosa de Lucas llenó mis odios asustándome

— En el hospital con Arabella, estoy esperando por si hay algún cambio...

— ¿Regresaras a la villa? — escuche un suspiro de su parte

— No — aclare tajantemente — No voy a dejarla, tú encárgate de que se posponga un par de días la semifinal, no voy a dejarla sola cuando la operen, cuida también de mis papas .... — solté todo demasiado rápido y algo brusco

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora