CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

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OCTAVIO

👰 15 MARZO SAN FRANCISCO🤵

Un año dentro una aventura increíble, muchas bajas pero también muchas altas, muchas enseñanzas, muchos aprendizajes, derrotas y victorias. Las cosas que se avecinan son el doble de emocionantes sin duda. No tengo nada de qué arrepentirme y tampoco nada que me detenga para poder avanzar, hoy es el inicio de algo magnífico para el futuro.

— ¿Estás listo?

Observó a mi madre a través del espejo cerca de la puerta, asiento lentamente. Antes de salir tome mi saco, reloj, teléfono y cartera, sobre todo la caja con las argollas, casi se te olvidaba, por la calle y en todo nuestro alrededor ni una sola alma a la vista, todo en privado como ella lo pidió.  El camino fue relativamente corto hasta la entrada de la villa ubicada en la zona norte de San Francisco, un lugar que según lo que veía era de lo más discreto y cerrado a ojos ajenos, algunos automóviles ya estaban aparcados en la entrada incluida su ranger, "es de mala suerte ver a la novia antes de la boda" son palabras de su madre que traducidas para mí significaban que ni siquiera se me ocurra asomarme cerca de los vestidores donde ella ya está arreglándose.

Por dentro todo el lugar está revestido de caoba y pino mezclado con lavanda que es su olor favorito, en confesiones sinceras solo había visto en lugar en fotos, los ayudantes trabajaban a toda prisa de la mano con la wedding planner que corre como leopardo de un lado a otro.

— ¡Al fin! — con solo verme estiró sus brazos en modo de desesperación — El novio ya apareció — se apresuró el oprimir el monitor en su oído y me jalo del brazo arrastrándome por un pasillo hasta un habitación con vista a un lago de aguas cristalinas, entre el ajetreo deje de ver a mis padres, me quedé completamente solo.

Cuarenta mendigos minutos estuve ahí sin hacer nada, por fin, el sonido estrepitoso de pasos por todo el lugar eran señal suficiente para saber que la hora estaba llegando.

— Es hora — si no me dice no me doy cuenta —¿Tienes las argollas?le monte mala cara pero saqué la cajita de terciopelo y se la entregue, no me había dado cuenta de los espantosos nervios que estaban saliendo hasta que vi cómo la mano me temblaba al entregarle la caja, contrólate, no es un buen momento ahora.

Prácticamente la mandona me jalo desde ese pasillo al otro lado donde un inmenso jardín cubría todo a mi alrededor, justo en medio estaba montada una carpa blanca y al lado un vivero de cristal con enormes decoraciones en tonos lavanda y oro, pude ver como el oficador platicaba amenamente con mis padres, algunos invitados estaban llegando y durante mi camino hacia el podio tuve que saludarlos, en este sentido si fuimos bastante estrictos en nada de dar primacías a medios y nada de gente por decir reporteros cerca de este lugar, este momento es solo nuestro.

— La hora llegó — mi padre puso una mano en mi hombro, para este punto mi garganta estaba seca y ya tenía las uñas bastante marcadas en las palmas por tener las manos en puños — Todo saldrá bien, lo haces bien hijo — ya no sé porque estoy tan inmerso en asentir, supongo que ahora sí son los nervios tragándome

Ni así de nervioso me sentía en los olímpicos.

— Te deseo lo mejor mi niño — me abrazó mi madre y detrás de ella sonrió mi abuela pero antes de darse media vuelta me señaló seriamente, debo tener cuidado o la doñita me castra

Todos los lugares se fueron llenando con los invitados, sentía las miradas pero yo solo tenía cabeza para cuando esa enorme puerta de cristal se abriera y ella apareciera, los nervios ya me calcinaron toda la paciencia.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora