CAPITULO DOS

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ARABELLA

Desde que abrí los ojos antes de las siete de la mañana ya podía percibir lo malo que se pondría el día, no hizo falta mucho esfuerzo para que esa predicción matutina se cumpliera, comenzando por la desaparición del único ser en la faz de la tierra que está obligado a tolerar mi forma de ser, mi mascota, Fly es un animal ponzoñoso y bastante escurridizo para ser solamente un camaleón, lo sé, no es nada común.
Resulta que en mi búsqueda por cumplir con la "Imagen de humanidad que si vende" me obligaron a buscar compañía y amigos con quienes pudieran relacionarme sanamente, un error mayúsculo creer que puedo estar cerca de otros seres humanos porque yo y las relaciones interpersonales nunca hemos congeniado del todo, sin embargo aún con lo complicado que me sería hacerlo adquirí la responsabilidad de cuidar una mascota, lo que en su momento sonó como la opción más humana que podía elegir, tardé tres semanas en decidirme porque animalito adoptar, un perro necesita espacio, un gato apenas si pone atención en lo que sucede a su alrededor y muchas otras especies solo me causan repulsión y temor, mi opción final fue adaptar a Fly.
Es un engreído y maniático camaleón, aunque por fuera parezca un animalito inofensivo es bastante desgraciado y desmadroso, se cree lo bastante autosuficiente como para ignorarme y jamás obedece que no debe camuflajearse entre la ropa sucia, van más de cinco veces que por poco muere ahogado en la lavadora, debe agradecer que los sensores térmicos se activan porque lo más seguro es que desaparece del mundo mortal, no diría que es la compañía ideal pero tampoco la más desagradable, solo es simple.
El café fue lo más rescatable de toda mi mañana, un tasa muy cargada fue lo único que pudo despertarme y darme la suficiente energía para lo que claramente se avecinaba y que no era para nada algo bueno.
Mi rutina de las mañanas no es nada sin mi apreciado ritual de orden, cama tendida, ropa sucia en su lugar y sin un solo traste que lavar, son manías de señora pero me es inevitable no sentir un cierto grado de paz después de que he cumplido con al menos esa parte de mis obligaciones, ideas arraigadas desde que soy niña aunque también tengo una vena de adulta independiente que todas la mañanas sale a relucir, para mi la vida no es nada sin orden y honor, somos como cascarones vacíos cuando desaprovechamos nuestras facultades y habilidades por simple pereza.
La mañana siguió avanzando lentamente al grado que termine por prepararme un pequeño almuerzo en caso de que la partida decisiva nos llevará más tiempo del necesario.

El peor error de mi vida será haber aceptado este trato.

Cuando salí del edificio donde vivo temporalmente un viento caluroso me golpeó en la cara, sin duda California tenía las mejores playas y el clima más extraño de todos en un momento podía hacer demasiado sol, después llover a cántaros y si bien te iba en verano sentirás lo incontrolable que puede ser el cambio climático, gracias al cielo sólo es mi hogar  hasta que terminen de remodelar el campo de San Francisco y pueda regresar a entrenar a mi lugar seguro, todo fue idea de Darío que nos instaláramos en este lugar admito que la vista del departamento es bastante buena y toda la calle está repleta de negocios que sin duda me hacen la vida más fácil ya que no siempre puedo cocinar comida casera pero si puedo ir y surtirme de chucherías a la tienda de la esquina, para mi no hay nada que no se resuelva con una buena botana y una coca cola, por fuera puedo tener las mil rutinas de ejercicio para mantener el peso ideal pero por dentro soy una amante empedernida de la comida rápida, lo único que no está nada pasable en esta aventura es el hecho de que mi bebe se quede estacionado casi una cuadra calle abajo, tan cara la renta y sin un cajón de estacionamiento, cuando llueve es un infierno caminar tanto empapandome.

Cierro la puerta del departamento y sigo mi habitual camino hasta dar con la pensión de automóviles, el guardia de la entrada está bastante entretenido en el partido de fútbol que se está transmitiendo que dudo me haya visto que entre, sacó las llaves de mi cartera y la alarma chirriante suena por todo el recoveco, fue una proeza convencer a Darío de que mandara a traer mi propio medio de transporte, dejó la maleta y la cartuchera de la raqueta en la cajuela, me subo abrocho el cinturón y el motor de la Range Rover ruge en todo su esplendor, pisó el acelerador para salir de ahí.
Las calles de California están repletas de palmeras, cestos florales y mucho pasto, todas las casas tienen grandes portones, algunas son más pequeñas con tejados de barro y plástico y otras son enormes mansiones, para mi esta ciudad tiene un toque rústico y bohemio muy casual.
Cruzo la avenida central para llegar al club Viamonte, es un lugar prestigioso codiciado por muchas celebridades ya que te ofrece demasiada privacidad y exclusividad, acelere un poco para subir por la colina, las rejas de madera se asomaban me detengo frente a la caseta de vigilancia y saco la tarjeta de identificación el guardia me deja pasar, rodeo el vestíbulo y las oficinas de atención, estaciono la camioneta detrás de la zona de albercas donde muy pocos autos están aparcados, me cuelgo mis cosas y camino por el sendero que da a la zona de actividades al aire libre, todo el complejo esta extendido en casi media colina, hay actividades para todas las edades y no se diga de lo cara que es la mensualidad al final supongo que valen mucho las fotos que son posteables en Instagram, sigo caminando y esquivando a las personas para al fin llegar a la cancha de tenis, da justo a la esquina norte de la colina y se ve toda la ciudad junto con la costa, dejo mi maleta en una extremo saco el termo de agua y me pongo la gorra para cubrirme del sol, mi reloj marca más de medio día, se supone que el ya tendría que estar aquí, pero bueno que puedo esperar de un error genómico como Octavio Harrison.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora