CAPÍTULO NUEVE P2

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ARABELLA

La luz de la mañana atravesaba los ventanales, no debía ser tan tarde si aún escuchaba a los pájaros cantar, me removí un poco entre la mullida cama pero algo a mi costado derecho freno mis movimientos, a tientas estiré mi brazo y bonita sorpresa me llevé cuando abrí los ojos de golpe al sentir algo blando moverse, Octavio dormía plácidamente boca abajo, su respiración lenta y pausada, idiota de primera ¿cómo se atrevió a subir a la cama conmigo? del susto y coraje que me corrían por dentro le pegué un sape en la frente, abrió los ojos inmediatamente, frunció el ceño y se sobó la parte de la frente donde le pegué cuando pareció reaccionar se acomodó para quedar sentado sobre la cama dándome la espalda.

—!¿Cómo te atreves a dormir conmigo?¡ — grite molesta

— El colchón se desinfló, no hagas tanto drama .... — se puso de pie molesto y caminó por la habitación hasta recoger sus cosas tomó su toalla y se perdió en el baño

Estaba demasiado molesta como para querer estar cerca de su presencia, me vestí con lo primero que encontré y salí más que furiosa de la habitación, quizá un poco de cafeína podrían ayudarme baje las escaleras y ni un alma estaba a la vista, sé que dije que es de mala edición tomar cosas pero de verdad necesito café circulando por mi cuerpo, me atreví a entrar en la cocina y encender la cafetera el líquido comenzó a salir y lo sentí como la gloria misma, unos cuantos segundos después tenía una taza caliente de café entre mis dedos tras darle un sorbo y que bajara por mi garganta mis ánimos de godzilla fueron disminuyendo notablemente.

— Cariño, Buenos días — la voz cantarina de la señora Harrison casi hace que me atragante, tosí un poco haciendo que ella se acercara a mí y me diera unos golpecitos en la espalda — Perdón no quería espantarte....

Recupere mi respiración para poder hablar — No, la que debe disculparse soy yo, no debí entrar así y tomar las cosas sin haber avisado antes....

— Son tonterías cariño, estás en tu casa pero ¿creí que ya estaban desayunando con mi suegra?

— No, recién despertamos — con solo soltar la última palabra algo incómodo se puso en mi interior, ella solo asintió y se puso a sacar cosas de los gabinetes dejó frente a mí una cesta que contenía mermeladas y cremas

— Cuando se vayan ¿pueden llevarle esto a mi suegra por favor? Es un encargo — asentí y ella me lo entregó — No tarden mucho en salir, ella no es muy paciente

Me dejo sola en la cocina y segundos después escuche la puerta de la entrada cerrándose, terminé de degustar mi taza de café, lave todo lo que había usado para devolverlo a su lugar, rehusada me obligue a regresar a la habitación, Octavio todavía no salía del baño así que me puse a ordenar todo el desorden, aproveche para tender la cama, una de las muchas manías matutinas que tengo. Debo admitir que comenzaba a desesperarme por lo mucho que tardaba Octavio, veinte minutos después al fin eso sucedió, bajamos las escaleras me acerqué para recoger la canasta y llevarla él solo me observo pero no pareció importarle mucho, cerró la puerta creí que iríamos en la camioneta, pero no, todo lo contrario el camino hacia el lado izquierdo subió los escalones de la entrada y tocó el timbre, grandioso yo preocupada por lo tarde que íbamos y su abuela vive al lado.

— Podrías haber mencionado que tu abuela vive al lado — mencione muy bajo cerca de su oído.

— Eso le quita lo interesante — me respondió sarcásticamente.

La puerta se abrió, una mujer muy bien conservada de unos setenta años con pinta labios rojo cereza nos recibía, era de tez blanca, ojos azules y una manicura muy bien hecha, un traje sastre color marfil relucía en cuerpo, vaya que las sorpresas se pueden ver de maneras muy variadas.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora