EPÍLOGO

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NARRADOR

4 años después.

El aroma a pino, madera y caoba se mezclaba en el ambiente, la dulce niña correteo entre el césped del jardín, curioseaba el mundo y cada día era un nuevo aprendizaje en su vida, buscó entre los matorrales al pequeño animal y con delicadeza lo tomo metiéndolo en uno de los bolsillos de su overol, corrió a todo prisa de regreso a casa.

— ¡Mami! ¡Mami¡ lo encontré — sacó de sus bolsillo al animal y lo puso sobre la barra de mármol — Fly no puede escaparse de mi...

Su madre sonrió con ternura, le acarició las mejillas dejando un beso en cada una y la ayudó a sentarse en la periquera donde segundos después ya tenía un plato con rodajas de manzana y un vaso de limonada. 

Término a prisa su almuerzo y antes de que su madre pudiera verlo echó a correr nuevamente pero ahora con rumbo al estudio de su padre, con algo de esfuerzo alcanzó la manija para girarla y poder abrir la puerta, valla que el estudio su padre era su lugar favorito en el mundo, con un librero enorme, sillas gigantescas y sobre todo una mesa llena de planos, plumas y reglas, echo un vistazo cuidando que nadie la observara, metió una goma de borrar en su bolsillo y regresó por donde había llegado.

Pasó el resto de la tarde en su habitación cuidando cada detalle de su fastuosa obra de arte, debía ser perfecta si quería tenerla lista para la hora de la cena, pegó la oreja a la puerta cuando escucho como las llaves se introducían en la cerradura, a toda prisa tomo la hoja, debía enseñarla a su padre cuanto antes.

— ¡Papi! ¡Papi! — apareció gritando por todo el comedor, su padre dejó su saco sobre el respaldo de la silla y se agacho en cuclillas a su pequeña estatura, estiró los brazos y la dulce niña se lanzó gustosa para recibir el gesto de amor que su padre le daba — Te extrañe...

— ¿Mi castañita me extraño? — beso sus mejillas con devoción, su barba sin cortar le hacía cosquillas en el cuello — ¿Quién me extraño? — siguió haciendo presión con lo áspero de su barba hasta que la pobre niña no aguantaba la risa

— Yo papi — con sus pequeñas manos detuvo su cara — Esto es para ti... — susurro despacio y saco detrás de su espalda la hoja todo doblada llena de garabatos

— Valla — fingió sorpresa su padre — Que bonita obra de arte — tratando de disimular que no entendía ningún garabato, su esposa a su lado disimuló una carcajada — Mi vida ¿qué significa esto? — le señaló una cosa deforme

— Es mi hermanito papá — la carcajada paso a una tos efusiva y temblorosa

Por su propia comodidad decidieron cambiar de tema, era la quinta vez en el mes que la niña insistía con el tema de un hermanito, ya no sabían que excusa darle y los cuestionamientos se estaban haciendo más constantes.

Cenaron entre risas y anécdotas del viaje al que su padre había ido, cada vez eran más comunes pues sus obras arquitectónicas se estaban haciendo más famosas y la gente cada vez los seguía más, si antes sentía mucha presión ahora se estaba volviendo exorbitante, por la propia seguridad de la niña se decidió que era mejor que se quedara en casa, la mamá no lo dudo dos veces y pasaron juntas el fin de semana, ella estuvo encantada escuchando a su padre seguido de contarle sobre las múltiples anécdotas que tuvo tratando de jugar al tenis como lo hacía mama.

A sus cortos cuatro años era una chiquilla bastante lista, desde pequeña mostraba las mismas actitudes que su padre incluso en el físico eran bastante idénticos, mismo tono de piel y cabello solo las orbes verdes fueron herencia materna, odiaba que la retaran, era terca pero muy apasionada, una mezcla perfecta entre la rubia y el castaño.

¿Qué camino seguirá? Aún no está claro.

¿Amara el tenis igual que sus progenitores? Tampoco se sabe.

Solo el destino podrá decidirlo. 

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora