CAPÍTULO SIETE

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ARABELLA

La vista de Sídney desde este punto es impresionante.

Se que debe ser así en todos lados pero por la enorme cantidad de dinero que vale estar hospedado en uno de estos hoteles, es todavía mejor, sin excepción alguna los lugares y servicios deben ser de la más alta calidad, aclaro desde este momento que para nada es de mi agrado estar compartiendo oxígeno con esta persona en específico pero me considero una persona pacifista y humanitaria que desea mantener la paz aun cuando cerca de su humanidad toda pizca de paciencia y humanidad se convierte en una bola de fuego a punto de ser expulsada. 

Octavio Harrison es la definición de deshonor y problemas encarnada en una persona.

En pocas palabras podría definirlo como la clase de ser humano que no vibra alto y no comparte ideales de crecimiento humano. 

Un largo y pesado suspiro sale de mi garganta, no será nada sencillo soportar su humanidad pero se hacen sacrificios para alcanzar la victoria.

— ¿Ya se fueron los periodistas? – pregunte en voz alta dándole la espalda

— No lo sé, no tengo ojos en la recepción – contesta con el mismo semblante cortante y sarcástico que ya conozco

No deseo entablar una conversación con don sabelotodo, pero necesito salir lo más pronto posible de aquí o moriré ahogada en problemas.

— ¿Dónde está Marcelo? – decido cambiar de tema lo que menos quiero son preguntas

— Reconoces la palabra ocupado, porque si no te has dado cuenta él no está disponible para atender niñerías – ruedo los ojos exasperada, es cansadamente pedante, una fuerza desconocida en mi hace que voltee para encararlo frente a frente porque todo esto es sumamente sospechoso

— De seguro lo mandaste para que te cubra en los eventos ¿no es verdad? – puedo ver una sonrisa socarrona que pinta sus labios, si cree que no lo conozco está muy equivocado, sé demasiadas cosas de él

— Eso a ti no te interesa – con su dedo toca la punta de mi nariz haciendo que un escalofrío me rodee por completo, cuando la breve sensación desaparece lo pierdo de vista porque se dirige con zancadas enormes hacia una de las habitaciones, antes de cerrar la puerta habla — Si no te gusta mi compañía te puedes ir para que te coman los buitres amarillistas

Maldito castaño engreído.

Saco el celular de mi bolsa para llamar a Laura y en una remota posibilidad pueda venir a rescatarme de este apuro, un timbre a buzón, dos timbres la misma respuesta, seis timbres después me cae el veinte de que estoy completamente sola con este pedante y yo sola tengo que salir de este problema.

— Creí que mis bellos ojos dejarían de ver tu fea cara – aparece de nuevo frente a mí, es muy altanero y sarcástico en su tono al hablar

— Púdrete Harrison – contestó con coraje

— Solo si tú me acompañas al infierno Ferrera – se avienta sobre uno de los sofás quedando medio acostado, con su mirada retadora y sarcástica me observa

— Ni en el infierno el diablo te quiere — contestó entre dientes molesta

— Claro que no a ti te regresaron por insoportable y mira te seguimos aguantando

— El maldito insoportable eres tú – furiosa lo observó y me cruzo de brazos tratando de conservar un poco de calma y no saltarle encima para golpear sus feas facciones

— Aclárame una cosa rubia teñida – cruza sus manos encima de sus piernas y me observa fijamente — Si tanto te incomoda mi presencia ¿Por qué no te has ido? – antes de que tenga más acceso a leer mis gestos volteo la cara hacia otro lado — Vaya con que esas tenemos, también escapaste ¿cierto? rubia teñida Por eso te perseguían, ahora todo tiene sentido — se acomoda sobre el sofá pasando sus brazos por su nuca

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora