CAPÍTULO TREINTA Y OCHO

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ARABELLA

¿Cómo se le puede decir a un hombre que va a convertirse en padre?

Según yo sé no hay una fórmula que te garantice llegar a ese resultado, realmente estoy en problemas porque no sé cómo decirle y para colmo de males los síntomas matutinos del embarazo ya están haciendo aparición.

Bien hecho Arabella.

Los estudios de laboratorio revelaron que tengo cuatro semanas lo que nos daría un mes y faltan ocho para que nazca, aun así, no sé si me siento bien o me siento mal, por un lado la panza no la tengo hinchada lo cual es normal, no tengo dolor de cabeza y tampoco mareos, lo único que si me está pasando es que amanezco con náuseas matutinas, son una molestia horrenda, tan solo percibir el aroma de la comida se me revuelve el estómago, ya van tres días seguidos que el castaño se da cuenta pero lo evado diciendo que tengo malos hábitos al comer y que por ello pasan, sé que esas mentiras no bastan y que en cualquier momento caerá el teatro pero en lo que eso pasa tengo que pensar como decirle que la noche de pasión en pleno mar fue una mala idea y que por causa de eso la cigüeña se adelantó, si así como lo oyen, estoy segura que este nuevo ser fue engendrado en Venezuela, yo sabía que las malas prácticas ninfómanas me cobrarían factura y ya lo hicieron porque en nueve meses saldrá el resultado.  

Sigo sin procesar que voy a convertirme en mamá, aún hay ocasiones que me como los mocos y se me quema el agua ¿cómo es posible que cuide de otro ser humano?, cosas de la vida que no planeas pero suceden ya me pasó una vez y sigo sin aprender.

— No planeaba conocer a tu padre — pongo mis manos sobre mi estómago — Tampoco te planeábamos a ti, pero mira que casualidades de la vida — masajeo suavemente el área — Aun así te prometo que daré mi mayor esfuerzo mi amor...

Otro detalle del embarazo, la enorme cantidad de sueño y cansancio que estoy teniendo, duermo más de diez horas como oso y aun así despierto agotada, por amor al cielo parece que no tengo pila para nada, todo ya sale fuera de mi control.

— ¿Ya se lo dijiste? — niego con la cabeza, mi abuela se sienta a mi lado, me pasa una taza con té, adiós a mi amado café, durante el embarazo no es muy bueno para él bebe — ¿Aun no se ha dado cuenta?

— Más o menos, ayer volvió a preguntar por las náuseas, pero no se vio tan sorprendido por mi súbito aumento en cansancio que al contrario se mostró paciente, cree que tengo mucho estrés por ir a los entrenamientos, no se ha dado cuenta que no he ido en una semana gracias a que Laura y Darío están en Nueva York...

— Pues deberás arreglarlo pronto porque no creo que tarde mucho en darse cuenta, eso sin contar que nadie más lo sabe, ni tus padres, Sebastián, Darío, Laura, son muchas personas a quienes deberás decirles...

— Eso solo me agobia más abuela — tomó uno de los cojines tapándome la cara ahogando un grito de desesperación — Quiero decirle pero también quiero que salga perfecto, no que sea sorpresa pero tampoco algo simple, debe ser especial porque no todos los días te enteras que serás papá...

El sonido estrepitoso de unas llaves cayendo al suelo me golpea como un balde de agua fría, chispas, ¿porque nunca salen las cosas como las planeo?, escucho sus pasos tras mi espalda pero no me atrevo a voltear, ahora si la regué muy feo.

— !¿Quién va a ser papá?¡ — y aquí damas y caballero se soltó la pregunta del millón, diablos ya no tengo escapatoria, — Arabella dime !¿Quién va a convertirse en padre?¡ — su tono sale insistente y firme

Un chasquido sale de la boca de mi abuela, me sonríe y se levanta de su lugar — Mejor los dejos solos — sus pasos desaparecen saliendo al jardín pero son sustituidos por las pisadas intrépidas del castaño que llega frente a mí, se suponía que estaba entrenando no que apareciera de la nada

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora