CAPÍTULO VEINTICINCO P1

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OCTAVIO

Alemania.

13 horas de vuelo.

La lluvia suave escurría a través de los cristales del auto en movimiento, las calles eran lúgubres y sombrías aún con la gente transitando apresuradamente, con solo poner un pie aquí era más que obvio lo hostil que es este país, demasiados secretos, dolor y penuria a visto esta nación. Marcelo está inmerso en la guía de viaje que nos dieron en el aeropuerto, Lucas distraído en el itinerario y quizá en el otro automóvil donde viene Liu y mis padres el ambiente puede que sea más alegre que aquí. Nosotros estamos llegando dos días antes de que todos lo hagan por razones de seguridad y patrocinios con los que debo trabajar antes de mi primera competencia.

 Mi familia y Liu se quedarán en el hotel pero Lucas y Marcelo estarán conmigo en la villa olímpica lo cual es la principal razón para que viajemos pasado mañana seis horas desde Berlín hasta Frankfurt.

Los dos días se pasaron sumamente rápido entre mis múltiples ocupaciones, por esta ocasión Lucas rento camionetas que nos llevarán hasta Frankfurt ya ahí tendremos que separarnos, Arabella llegara hasta mañana porque su vuelo debido a la demanda de los olímpicos esta retrasado, la pobre está demasiado estresada porque le están quitando la posibilidad de participar en la ceremonia de inauguración donde teníamos la oportunidad de desfilar por primera vez en nuestra vida, me duele que ella no pueda estar conmigo en esta ocasión.

Pasadas las seis de la tarde el estadio se llenaba con todos los aficionados de más de cuarenta deportes, la fila de atletas se desplegaba por detrás del escenario y durante el desfile se montó una espectáculo con drones simulando fuegos artificiales, la euforia y efusividad se percibían en el aire, todos se sentían invencibles en sus respectivos deportes, listos para sacar la cara por su país y regresar con una medalla colgando del cuello, tantos meses o años de preparación se coronaban con el mayor evento deportivo del año. Terminando la ceremonia nos asignaron habitaciones y áreas de entrenamiento en la villa olímpica, por razones culturales se decidió que en un mismo piso solo debía haber atletas de la misma nacionalidad o país de origen y del mismo género todo con la finalidad de evitar altercados o problemas.

Para el punto en que caminábamos hacia las habitaciones mi cuerpo pedía descanso, sabía por Lucas que Arabella ya estaba aquí pero de seguro estaba igual de cansada que yo  así que lo mejor que podíamos hacer era dormir y prepararnos para los siguientes días. En esta ocasión me toca compartir habitación con Julián Barnes campeón de Boxeo, es un hombre adulto y corpulento, cabello negro y ojos verdes por lo que se este será el cierre para su carrera, ganar es su todo.

— Te buscan Harrison — mencionó Julián y detrás de él apareció Marcelo, me observó desinteresadamente y me extendió el par de gafetes que le pedí

— Gracias por conseguirlos...

— No es nada, solo dile que se cubra bien o saldrá en televisión internacional — se despidio con un gesto de mano y abandonó la habitación

Me quede detallando los gafetes con las palabras VIP y equipo técnico.

— ¿Puedo saber para quién son? — preguntó Julián

— Para mi novia — lo observe y enarco una ceja sin comprender — Arabella Ferrera

— Valla eso no lo esperaba, ¿creí que no eran nada? 

— Somos mucho más que nada — sonreí de lado — ¿Me cubres mientras voy a dejarlos?

— Claro, Romeo — el idiota se burló, como respuesta le saque el dedo de enmedio.

Puñetas.

La zona donde está la habitación de Arabella está minada por mujeres supervisoras, casi a gatas me arrastré hasta llegar a su puerta, que lindo romeo, di un par de toques y ella abrió de inmediato, lucía bastante adorable con ese pijama de pollitos puesto y un moño desordenado en su cabeza.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora