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ARABELLA

TORONTO, CANADA.

Los sueños si se cumplen. Se cumplen en el momento y lugar ideal.

No recuerdo haberme sentido así de nerviosa hace cuatros años, vaya que es un sentimiento completamente diferente al vivido en esa ocasión.

Recordar lo vivido en esa ocasión es una introspección personal muy profunda, mis miedos, inseguridades y debilidades se juntaron y salieron a relucir en una lesión médica que me llevó hasta terminar en el quirófano.

Agradezco hoy a la vida haberme levantado y no haberlo hecho sola porque él siempre estuvo ahí, siempre es mi primer línea para apoyo, me cuida y es mi muralla salvadora aun en la tormenta más oscura. Incluso si tuviera que regresar al cómico y nada común día en que a don castaño se le ocurrió el torneo lo haría sin dudarlo, aclaro, solo la aparte de competir con él porque la de mi lesión en la muñeca esa parte no fue nada divertida.

El avión aterrizó en el aeropuerto de Toronto, al menos en meses como marzo o abril el clima es un poco más cálido porque de no ser así estaríamos a punto de congelarnos.

—Shhh tranquila mi niña—mezo un poco más a Astrid que nada más pierde a su padre de vista y ya quiere hacer el berrinche del siglo—Papa fue por nuestro taxi...

Nunca imaginé venir a los olímpicos siendo mamá.

Será una experiencia única en mi vida.

—Hora de irnos—el padre del año apareció con nuestro transporte, acomodamos a Astrid en su porta bebe y salimos de ahí rumbo a la villa, serán días extenuantes lejos de ellos pero también le servirá a don castaño porque tendrá que apañárselas él solo para cuidar de una bebe de un año.

No quisiera perderme la experiencia de verlo solo cuidándola pero tendré a mis espías que me estarán informando de cada suceso. Lo que le espera en estas semanas.

—Llegamos rubia—la entrada a la villa es enorme, observó a varios atletas con sus equipos ya rodeando la zona—¿Estás nerviosa? —pregunta con la calidez y comprensión en su mirada a la vez que una sonrisa burlona pinta su mejillas

—Algo, pero si lo admito es más por dejarte a ti a cargo de mi hija...

—Nuestra hija—me corrige

Baja mis maletas mientras yo tomo a Astrid y entramos para que yo pueda instalarme, por los pasillos las personas se nos quedan mirando, ¿que nunca han visto un bebe?, como sea, llegamos a mi habitación Octavio abre la puerta y al parecer mi compañera aún no llega.

Es extraño porque este año Octavio declinó su invitación para los Olímpicos quiso cederle su lugar a la juventud, según él es hora de que la nueva generación se integre, para mí que lo conozco sé que es por lo cerca que está su retiro oficial como tenista profesional, al comienzo cuando nos embarazamos la idea sonó como algo a futuro pero ahora sé que está bastante cerca. Astrid patalea entre mis brazos para que la suelte, en un par de meses estoy segura que ya estará caminando y dando lata por todos lados, idéntica de hiperactiva que el padre.

—Ven con papá—Octavio estira sus manos y la bebe quiere llegar pero solo avanza un par de pasos y casi se cae justo a tiempo el la tomo en brazos cargándola y lanzándola al aire, la bebe no dejaba de soltar pequeñas carcajadas encantada con los mimos—Mientras mamá está aquí tú y yo practicaremos esa caminata...

—Aún le faltan semanas para que eso pase...

—Ella guarda muchas sorpresas, ya lo veraz...

Me costó muchísimo separarme de ellos, tanto de mi esposo como de hija, lo admito la etapa de mama si te da mucho sentimentalismo del cual yo no sabía que tenía.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora