CAPÍTULO DOCE P2

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OCTAVIO

Maldito vestido verde juega con mi autocontrol.

Maldita Arabella Férrea juega con mi vida.

Maldita sea todo esto porque me vuelve loco.

Se que actúe como un imbécil después de haberle hecho ese teatro a Arabella, como personas maduras y centradas que somos sobre todo yo, debí haber actuado distinto, demasiado tarde reaccione y cuando lo hice ella ya no estaba, afortunadamente y desgraciadamente tengo mucho amigos y conocidos que pudieron conectarme hasta este momento en donde vuelvo a verla. Se ve más que perfecta en vestido adecuándose a cada una de sus curvas, siempre se ha vestido bien pero ahora tengo un dilema porque no sé con qué se puede ver más que perfecta.

¿En qué segundo pase de odiarla a tolerarla?

— Entonces Octavio, ¿te quedas algunos días en la ciudad? podríamos pasarla bien — Sebastien es un tipo de la buena vida, sorpresa que me lleve cuando Paula la pelinegra exagerada me dijo que es hermano de Arabella.

Un ligero detalle que no entiendo, Sebastien es pelinegro y de ojo azul pero Arabella es rubia y con ojos verdes de infarto, algo no cuadra en la ecuación.

— Si, tal vez lo haga — respondo mirando de reojo a Arabella

— Necesito un trago — la susodicha se aleja de nosotros meciendo sus caderas y perdiéndose entre la gente, alejo la mirada, no quiero verme como un acosador, Sebastien se despide y se pierde entre la multitud siguiendo a su hermana

— Así que Arabella Ferrera — el chirriante tono de la pelinegra a mi lado me hace observarla, arquea una ceja y sonríe maquiavélica, me da miedo.

— No sé de qué hablas — le doy un trago a mi copa pero me decido porque lo mejor será ignorarla

Sin decirle nada más camino entre la gente, Arabella jamás ha mencionado a su familia y yo no deseaba incomodarla preguntando, pero es un misterio saber de qué genes proviene.

El lugar y en general toda la casa es elegancia y altivez en su máximo esplendor incluso para estar en el centro de San Francisco tiene una vista privilegiada. 

Un carraspeo a mi lado me sobresalta, una señora de unos ochenta años me sonríe genuinamente

— Buenas noches — saludó amablemente ella asiente y me observa fijamente

— Jamás olvidaré esa mirada — se acerca un poco más — Eres el nieto de Catalina Harrison — afirma y mi gesto cambia a uno de sorpresa

— ¿Cómo lo sabe?

— Bueno hace años yo era su doctor de cabecera y llevaba el control de su insuficiencia renal a veces llevaba a sus consultas a un niño de unos seis años, jamás olvidaría al niño que asustaba a todas mis enfermeras — una carcajada pequeña brotó de sus labios obviamente me lo contagió

— Es usted la doctora Patricia Ferrera, mi abuela la recuerda muy seguido...

— Eso es bueno muchacho, ¿aún es hipocondríaca?

— Si pero creo que ha aumentado bastante en los últimos años....

— Es una mujer muy terca, espero algún día verla...

— Esperemos que......

Un tono más agudo a mis espaldas me hizo voltear — Mamá ¿quién es este muchacho?

El hombre detrás mío era corpulento y robusto, de pelo negro azabache y ojos negros igual de obscuros que la noche, una barba bien cortada adornaba su cara, era imponente y gritaba poder por cualquier lado que lo observaras, me extendió la mano y sería descortés no saludarlo.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora