CAPÍTULO QUINCE

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ARABELLA

Junio

San Francisco, California

The Final Countdown de Europe explota mis tímpanos con las notas de la guitarra eléctrica y los tonos altos del cantante.

Mi vista está casi nublada por el sudor, la fuerza, la adrenalina y toda una explosión energética estalla dentro de mí.

Mis piernas piden clemencia, mi espalda descanso, mis manos se queman y todo mi cuerpo se puede desplomar en cualquier segundo.

Aun con la montaña cayéndome encima no quiero rendirme y sé que no lo haré, en un impulso mi mano se alza brutalmente y suelto el raquetazo la bola fluorescente sale disparada llegando al otro extremo, el ser frente a mí no lo ve venir, suena el silbato que señala el final de una partida más, me agacho sobre mis rodillas tratando de recomponer un poco mi acelerada respiración jalo los auriculares de mis oídos, lo que era inevitable sucede porque literalmente me desplomó sobre mis rodillas cayendo de espaldas sobre el suelo ardiente, el sol me quema y lastima mi vista.

— Nada mal, Ferrera — Darío me tapa la vista extiende su mano para ayudar a que me levante, me sacudo el polvo y caminamos de regreso hasta las gradas, Laura baja los escalones que nos separaban, se quita el parasol y me entrega una botella de agua que en un solo trago casi me termino la mitad — ¿Como sientes tu muñeca? — me pregunta Darío

— Mejor que la semana pasada — respondo tajantemente

— Eso es excelente porque...— ruedo los ojos exasperada al escuchar su claridoso tono

— No haré la campaña de shampoo y acondicionador — amenazó a Laura directamente con la botella — No insistas

— Pero es una excelente oportunidad, además...

— No Laura, basta, ese producto es una mierda, dejo mi cabello peor de lo que ya estaba

Suspiro pesadamente, tomo mi maleta colgándola de mi hombro para poner la mayor distancia entre nosotros, avanzó hacia las duchas necesito despejar urgente mi mente y mi corazón.

Desde Abril han sido meses agotadoramente exhaustivos y aún me falta mucho camino por recorrer, el agua fría resbala por mi cuerpo dándole la relajación que tanto necesito, todo se detiene a mi alrededor cuando esas penetrantes orbes castañas no abandonan mi mente cada que cierro los ojos.

Siete horas de distancia nos separan y ninguno ha tenido el valor de buscar al otro, en el fondo sabía que no lo haría porque él no es la clase de hombre que busque o necesite amor todo lo contrario debe ser un privilegio gozar de su atención, al menos así lo ven las desesperadas, para mí está más que claro, él no me necesita como yo tampoco no lo necesito.

El motor de la Range Rover ruge por el asfalto del Golden gate los carros pequeños abren camino cuando observan la todoterreno acercándose, agradezco al cielo tener esta belleza entre mis dedos, cruzó el puente llegando a la zona boscosa y más alejada del centro de San Francisco, las pendientes son más inclinadas pero también hay menos personas junto con muchísima más calma, los niños de la cuadra me saludan cuando me ven dar vuelta en la esquina, la mayoría de los que viven aquí me conocen, muchos dirían que los suburbios son peligros para una mujer pero si te rodeas de la gente adecuada puedes pasarla bastante bien, me estacionó delante de mi casa que es como la quinta parte de lo que tienen mis padres sin tanto lujo o excentricidades, mis vecinos en su mayoría son jubilados y familias completas, la bolita de niños corren en mi dirección.

— ¡Arabella! !Arabella! Vimos tu juego del domingo ¡Fue fantástico!

Sus vocecitas me llenan de energía, algunos me abrazan por las piernas y se cuelgan de mí, admito que me encantan los niños y la alegría que desprenden me pone de buenas, siempre que puedo juego con ellos o los llevo al parque y hacemos torneos o simplemente pasamos el rato — ¿Competirás en el abierto este año?

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora