CAPÍTULO TREINTA Y SEIS

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OCTAVIO

— Llegamos — me estaciono justo delante de la entrada, una enorme sonrisa se planta en su cara, observa todo el espacio que hay frente de nosotros, sus brazos alrededor de mi cuello me sacan de balance pero la estrecho con la misma fuerza sobre mi pecho — Ven — subimos por la escalinata de cantera y abro la puerta, se queda aún más pasmada de lo que estaba — Debía estar lista para antes de la boda pero la constructora daño uno de los muros y tomo mucho tiempo la reconstrucción, después por los entrenamientos se siguió aplazando, la terminaron hace dos semanas ...

— Es simplemente magnífica... — escuchar esas palabras me saca una sonrisa

— El problema radica en lo pesado que será amueblarla, nos tomara semanas pero no es algo imposible... — la rubia gira los ojos, una mueca de fastidio pinta su boca, se pasea por el recibidor y la sala, uno de los pasillos conecta directamente con la cocina

Este es mi segundo proyecto que pasa de un papel a físico, comencé a planear la propiedad justo al día siguiente de que la rubia me dijo que si, no puedo creer que tomo siete meses construirla, hecha de metal y acero la hace imponente, rodeada por el inmenso bosque de coníferas que hay en Austin tenemos la privacidad que tanto anhelamos, ventanales enormes, cocina completa, un parqueo para seis automóviles, el gimnasio no debía faltar y por supuesto un complemento ideal es la una cancha de tenis, más pequeña que las habituales pero muy funcional, la parte más complicada fueron las habitaciones, por espacio cabían siete pero considere que la rubia enloquecería con solo oírlo, en su lugar son cinco y una terraza, es una bonita fantasía cumplida cuando ves como tus sueños se vuelven realidad.

— !¿Es enserio Octavio?¡ — si mi nombre va en la oración hay problemas, los gritos de la rubia me sacan de mis ideas, la encuentro parada justo en medio del jardín con vista a la cancha, si esa es justo la reacción que esperaba — ¿Por qué mierdas tenemos una cancha de tenis aquí?

— Por qué somos campeones...y los campeones entrenan, genio

— Por el amor de dios, ¿no te basta con entrenar? ¿ahora también traes el trabajo a casa?

— Podría dedicarme a hacer todo mi entrenamiento desde casa y ya no tener que salir, es una gran idea...

— Eres insufrible castaño...

Que chistosa, se hace la desentendida, como si no supiera con quien se casó.

Nuestras carreras profesionales están en un punto muy bueno, sobre todo porque el proceso de mi mujer salió mejor de lo esperado y su regreso debe ser triunfal, por ahora solo esperamos con ansias la llegada de Wimbledon para competir, las caras de los medios no tenían precio cuando supieron de la boda, todo el mundo estalló en búsqueda por lo primicia pero ninguno dijo nada al respecto, regresamos a casa con los buitres molestándonos pero cuando nuestro silencio pudo más que sus interrogantes se han artado y nos han dejado en paz.

Arabella está aumentando en su rendimiento físico y mental, pasa más tiempo cuidando su salud que autoexigiéndose de formas insanas, poco a poco nos vamos acoplando a un ritmo al que somos totalmente inexpertos, llevábamos vidas llenas de control y bastante apresuradas que ahora el calor de hogar o compaginar nuestros horarios buscando espacios para estar juntos se ha vuelto la tarea difícil del día a día, ella entrena y yo también lo hago, ella compite y yo también debo prepararme para hacerlo, incluso nuestro propio ritmo de competitividad deportiva nos ha jugado ya malas pasadas, tratamos de separar el trabajo con lo emocional y la familia, pero se vuelve complicado, cuando vamos a cruzar ese límite la barrera debe existir para hallar un balance sano para ambos.

La decisión de mudarnos de forma permanente a Austin fue inmediata después de que nuestro matrimonio salió a la luz, en San Francisco o Los Ángeles por ser ciudades más concurridas nos molestan muchísimo, aquí en la tranquilidad del bosque todo se vuelva más pacífico y calmado, mis padres y mi abuela viven a más de tres horas de aquí y todos los demás están esparcidos en muchos lugares, como sea estamos prácticamente solos porque incluso los vecinos más cercanos están a dos kilómetros de distancia.

VICTORIA Y HONOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora