CRUEL (Taelice)

Cap 24

 pero pronto me encontré con que el Mayordomo gritándole al hombre.

—¡Es la señora Kim! —El hombre me soltó y en el instante abofeteo su cara—. Es la señora de la casa. Estoy seguro de que sabe que debe abandonar este lugar en este instante.

me negaba a mirarlos cuando me encontré con que los tres se iban en menos de un minuto.

—¿Cómo puede ser diferente? El Sr. Taehyung dijo... —Empezó una de las mujeres, pero el Mayordomo se apresuró a añadir.

—Pregúntale al Sr. Kim...

No me quedé más tiempo allí y me dirigí a mi habitación. Me quité los zapatos para dejarlos sólo en el suelo. Me saqué los colgantes para tirarlos antes de saltar a la cama para llorar más fuerte. Más fuerte de lo que nunca había llorado. Quería volver a casa. Tenía muchas ganas de volver a mi antigua vida.

Taehyung..

—Sabía... sabía que iba a pasar —le dije a Hwang mientras una de mis secretarias me servía vino.

—Felicidades, señor Kim —sostuve la copa en alto antes de vaciarla de un solo trago.

—¡Joder! Negociémoslo por sólo cinco años. Y, recuerde, sin importar las condiciones, mi empresa mantendrá el noventa por ciento del proyecto en todo momento.

—Nunca imaginé que empezaríamos a recibir ofertas tan pronto —mencionó Hwang.

—En un solo día, Hwang, en un solo día vamos a recibir más de cien mil millones de dólares de EE. UU y China, y esto es sólo el principio —Le miré. Sabía que él tampoco tenía nada que decir— Pregúntame cualquier cosa hoy, literalmente cualquier cosa —Le ofrecí mientras él tomaba un largo respiro antes de decir.

—No sé. ¿Puedo tomarme un tiempo? —Preguntó mientras yo no podía evitar reírme.

—¡Tómate todo el tiempo que quieras! —le dije y me giré para mirar la vista desde mi despacho—. Joder, qué alto estoy...

Me di la vuelta para sólo escuchar.

—¿Tal vez sea la suerte de la Srta. Lisa? Su estrella le sienta bien... supongo —Me di la vuelta para mirarle con una ceja levantada.

—¡Y, para qué crees que vengo a la oficina! ¡Por el amor de Dios! Deja de arruinar mi humor!

Esto me hizo recordar a aquella mujer de ojos grandes Y, lo mucho que mi mano amaba tirar de su pelo. Me encantaba tirarle del pelo cada vez. Me pregunto si se merecía un pequeño regalo. Hasta ahora no le había dado nada. Todos mis esclavos fueron pagados también. Y, siguen recibiendo regalos y cenas.

Pero seguro que conocer y mantener a una mujer que solo has tocado tú, da un tipo de satisfacción diferente a mi ego masculino. Se siente tan limpia y pura. Sonreí recordando su cara roja.

—El Arabe esta en línea para usted —habló Hwang desde atrás y pasé a recibir la llamada. Me felicitó tras conocer la noticia de mi proyecto. El hombre era un jeque de los Emiratos Árabes Unidos y la persona que me introdujo a tener esclavos hace cinco años.

Terminé mi llamada con el Arabe para ver cómo he recibido dos llamadas del Mayordomo y eso fue demasiado extraño.

Volví a llamar para sólo escuchar la noticia que tenía para mí.

—¡Qué pasá ! —Exigí una explicación.

—Jeonghan y sus amigos... La señora Kim creía que eran invitados y...

—¡Echalos de mi casa! —grité antes de salir  de mi oficina. Mi coche sólo arrancó cuando recibí otra llamada del Mayordomo

—Se fueron... —me dijo haciendo que mi respiración se relajara.

—¿Dónde está ella? —Pregunté.

—En su habitación, Sr. Kim... —Me contestó.

—Quiero que me des todos los detalles... —Apreté los dientes mientras estaba a punto de lanzar mi teléfono. Era como el peor día. Estaba cabreado por dejar que esa chica estuviera en algún espacio de mi mente y me hiciera actuar de esta manera. Ella era como una mala adicción. Y, algo me decía que ella me costaría más de lo necesario un día si no la mantenía en la raya.

Entré en mi casa y solo encontré a esas cuatro mujeres relacionadas con este caso de pie, en la sala de estar en la entrada.

—¿Quién diablos se creen que son? —Grité haciéndolas acobardar—. ¿Cómo puedes creer que eres igual a la Sra. Kim?, ella no es una puta como ustedes. ¿Entiendes mi punto? —Me puse más fuerte mientras tomaba medidas en su dirección para que retrocedieran más—.

Llamé a el mayordomo, que no estaba demasiado lejos.

—Como podemos ver, estas mujeres o tienen poco cerebro como un grano, o intentaron ser demasiado inteligentes. Sabes qué hacer con ellas. ¡Deja su saldo en blanco!, si es que debemos algo —Me escapé gritando—. No quiero verlas sobre mi propiedad.

Miré a mi izquierda para ver mi vasto estado brillando en las luces LED y las lámparas mientras subía las escaleras por el espejo. Al subir miré mi teléfono celular para apagar todas las luces del exterior. Entré a mi habitación esta vez, pero, a diferencia de muchas veces, ella no vino a pararse detrás de mí. Podía verla sentada en la cama apoyada en la cabecera. Sus manos envolvieron su cuerpo mientras el color de su vestido calmaba mis nervios. Ella era como este color. Limpio y puro. ¿O era ella?