Capitulo 5

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Camila se quedó pillada. ¿Cómo sabía su nombre? Había pensado darle un nombre falso.

-¿Cómo sabes mi nombre? -le preguntó con cautela-.

-Porque... porque... -estaba en blanco. “Joder, Benjamín, ¡piensa!”- Porque lo vi en unos papeles abajo en la recepción. ¿Te acuerdas que entré detrás tuya? Pues no los guardarían y soy un cotilla. Lo siento si te molestó.

-No, ¿por qué me va a molestar? -le sonrió-.

Benjamín asintió. Estaba tenso. No se esperaba para nada darse cuenta que el caramelo que tenía planeado meter en su cama, era la misma a la que tenía que enamorar.

-Me voy -susurró-.

-Sí. ¿Mañana a qué hora?

-¿Mañana? ¡Ah, sí, mañana! -intentando no cagarla-. A las diez, ¿te parece bien?

Camila asintió y se despidieron con un beso, estaba vez en la mejilla. Se giró y buscó su habitación. No era tonta y había notado que se había puesto tenso, pero no sabía por qué.

Benjamín había pasado del ascensor y había subido a la cuarta planta por las escaleras. No lo podía creer. ¿La chica misteriosa era Camila Bordonaba? Por eso no le había dado en nombre y por eso nunca la encontraba. ¡Mierda! ¿Por qué no había caído antes? Tenía ganas de pegarse cabezazos contra la pared. “¡Imbécil! Has fracasado. Te ha cogido por sorpresa. ¡Joder con la nena!” Entró en su habitación y cerró de un portazo. No, la cosa no podía quedar así, ella no ganaría. Se había divertido muchísimo esa noche sin saber que era su presa y lo utilizaría para ganársela. Tenía solo una mañana y tenía que hacer que fuera inolvidable. Cogió su teléfono y marcó el número de Micaela. Enseguida esta atendió, dormida y asustada.

-¿Benjamín? ¿Qué pasa?

-La encontré, Mica.

-¡Joder, Benja! ¿Para eso me llamas? ¡Son las cinco y diez de la mañana! Me quedaban aún cincuenta minutos para dormir -lloriqueó-.

-Mica, por favor, se va mañana, necesito tu ayuda.

-Esta bien -mientras suspiraba-. Explicame qué ha pasado.

Resumidamente, Benjamín le contó su torpeza. Desde que la vio, volvió el Benjamín antiguo, deseoso de mujeres y sexo, aunque fuera con ella solamente. Y la había cagado. Ahora volvía a ser el Benjamín manipulador y serio, aquel que no le importa hacer torturar si con eso vengaba la muerte de su padre.

-De verdad, Benja, lo que no te pasa a ti... -le reprochó ella-.

-¿Y qué hago? -se quejó él-. Necesito que me ayudes. ¿Qué le gusta a las mujeres?

-Benjita, hijo, eso creo que lo sabes tú mejor que yo.

-No, no, Mica, me refiero a qué les gusta de verdad. Detalles, palabras, no sé. ¿Qué las enamora de verdad?

Mica hizo un esfuerzo sobrenatural para ayudar a Benja. Lo había maldecido una infinidad de veces porque ya no pudo dormirse más.

Camila estaba sentaba en la cama con el portátil, con la parte de arriba del pijama y las bragas. Estaba mirando la reserva del hotel. Luisana le había puesto su nombre verdadero y no se había dado ni cuenta al decirle el número de identificación al recepcionista. ¡Esta mujer cada vez estaba peor! Cuando volviera, tendría que hablar seriamente con ella. Vio que tenía unos informes que le había mandado Felipe. Los leyó, y cuando llegó al último, se dio cuenta que tenía un mensaje de Jaime.

“¡Hey, pequeña! Me he enterado que tardas una semana en volver. Eres mala, ¡eh! Yo vuelvo y tú te vas. De todas formas, voy a estar por aquí un tiempo, creo, así que no te escaparás de mí. Avisame a la hora que llegues y voy a recogerte al puerto, ¿sí? Un beso. Jaime.”

• El plan imperfecto || Benjamila •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora