Los recuerdos de su infancia volvían fugazmente con la imagen de aquellas flores amarillas y violetas. Pensamientos. Parecían rostros y, tal vez, podrían parecer que pensaran. Para él desde luego no, pero sí sonreían. Qué flor más extraña, pensó observando la imagen del ordenador con la cabeza un poco inclinada.
Sin pensárselo dos veces, cogió el teléfono y llamó a Luisana para pedirle que le trajera una maceta de “pensamientos” esa noche, en la cena.
Había decidido hacer carne en salsa, receta que había encontrado por Internet, acompañado de patatas, además de más platos de tapeo que pondría en el centro de la mesa. No era buen cocinero, pero la verdad es que la salsa olía de maravillas y había conseguido que nada se le quemara.
Camila pasó las palmas de las manos por sus pantalones, intentando evitar el sudor de estas.
¿Por qué diablos estaba tan nerviosa e histérica?
En lo que llevaba de día había roto un vaso y un plato y le había gritado a un pobre perro que se acercó a la reja para olisquear. ¡Ella que nunca había tratado mal a un animal y que jamás se le había resbalado, desde que entró en la asociación, un objeto de las manos!
Se sentó en la cama, suspirando nuevamente, y miró resignada el armario. Era una simple cena y llevaba una hora delante del mueble, sin saber qué ponerse. Todas sus prendas tenían algún defecto: la camisa celeste era demasiado translucida, los vaqueros oscuros demasiados ajustados, la falda demasiado corta... Además, aún no tenía claro si iba a asistir o no.
Se levantó de la cama y cerró el armario bruscamente, resonando el portazo en toda la casa.
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El timbre sonó un minuto después de que dieran las nueve y media. Benjamín abrió la puerta y un pequeño torbellino le abrazó las piernas, dejándolo inmovilizado.
-Buenas noches –lo saludó Luisana, acercándose a él para darle un beso en la mejilla. Después le sonrió y le enseñó lo que llevaba consigo-. Te he traído los pensamientos.
-Buenas noches, Lu. Muchas gracias –añadió-. Colócalas donde creas conveniente.
Luisana entró, permitiendo a los dos hombres poder saludarse.
-Vaya, está bastante bien –le felicitó Luisana desde el interior.
-Gracias –le sonrió él y los invitó a sentarse en las sillas que había colocado en el salón-. Es pequeño, pero no necesito nada más.
Luisana colocó los pensamientos en la mesita que quedaba entre los dos sofás, después de observar la distancia que había a la ventana más cercana.
-Aquí tendrá una luz idónea.
El timbre sonó nuevamente y esta vez eran Blanca y Marcos. Habían traído un par de botellas de champán, las cuales Benjamín aceptó encantado. Intuía que esa noche iban a celebrar más cosas que la nueva vivienda. Sonrió.
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Cuando se estaba poniendo los zapatos, el timbre sonó. No esperaba a nadie, así que frunció el ceño. Suspiró y gritó “¡Ya voy!”, mientras se ponía de pie e iba lo más rápido que le permitía los tacones a abrir.
Miró por la mirilla y rápidamente identificó a Jorge. Abrió.
-¿Qué haces aquí? –le preguntó.
-¡Vaya! –murmuró Jorge al ver el vestido negro y los tacones de ella.
-¿Qué? Estoy demasiado arreglada, ¿verdad? ¡Oh, mierda! –se giró en redondo y salió andando por el pasillo.
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• El plan imperfecto || Benjamila •
FanficBenjamín es agente secreto y jefe de la O.A.S. que es una organización que fue entregada a él, a causa de la inesperada muerte de su padre, que fue planeada por un miembro de la A.N.E. Camila es una chica que desde su corta edad ha sufrido mucho, má...